La naturaleza de la política israelí nos indica que se podrían convocar elecciones con bastante rapidez. En caso de que esto ocurra en los próximos dos años, es muy factible que el actual primer ministro Benyamín Netanyahu se presente y obtenga una nueva legislatura. Sin embargo, si se decanta por retirarse, la cuestión de quién le sustituirá cobra importancia a nivel doméstico israelí pero sobre todo es crucial para el conflicto con los palestinos. El historial de los candidatos hasta la fecha y las posturas que han manifestado sobre una serie de cuestiones resultan reveladores con respecto a cuál sería su posible aproximación para resolver el conflicto con los palestinos.
El giro a la derecha que se está produciendo tanto en la sociedad israelí como a nivel político sugiere que es poco probable que en un futuro próximo obtenga la victoria, o cualquier posibilidad de formar gobierno, una coalición de izquierdas encabezada por el Partido Laborista o los “centristas” de Kadima. No obstante, antes de descartar a potenciales líderes de la izquierda, un examen de las posturas de los actuales líderes de estos partidos no ofrece esperanzas de un intento genuino de alcanzar la paz con los palestinos.
Tomemos por ejemplo al líder de los Laboristas, Yitzhak Herzog. Como líder del bloque de la Unión Sionista, fue publicitado como potencial punto de inflexión para las últimas elecciones israelíes de 2015. Prometió que, en caso de ser elegido, iba a “intentar relanzar” el proceso de paz con los palestinos. Sin embargo, en realidad sólo se proponía buscar “medidas para afianzar la confianza”, cosa que únicamente hubiera prolongado la ocupación. No disponía de una visión.
En las últimas semanas, Herzog ha revelado su verdadera naturaleza en cuanto a cómo trataría en realidad con los palestinos. Reconoció de forma clara que la solución de los dos estados “es imposible de realizar en las presentes circunstancias” y que, en vez de ponerse en contacto con los palestinos y cambiar la dinámica del conflicto, su plan es apartarse de ellos. “Busco la separación del mayor número posible de palestinos, lo más rápido posible,” dijo Herzog durante una conferencia en el Instituto de Estudios para la Seguridad Nacional en Tel Aviv.
“Ellos están allá y nosotros estamos aquí; construiremos un gran muro entremedias. Esa es la clase de coexistencia que es posible ahora mismo. Vosotros existís allí y nosotros existimos aquí”. Recordamos, este “plan” procede del líder de la izquierda en Israel. ¿Qué tipo de esperanza podemos depositar entonces en la derecha?
Dentro del Likud, Gideon Saar, que fue ministro con Netanyahu y después se retiró temporalmente de la política, le ha criticado por no emprender acciones lo suficientemente duras contra los palestinos. En 2012, afirmó que el establecimiento de un estado palestino “nunca formó parte del programa del Likud”.
La ministra de Cultura y Deportes Miri Regev, antigua brigadier general en el ejército israelí, ha sido descrita como una “Trump con tacones”. Ha pedido el encarcelamiento de los miembros árabes de la Knesset que rezan en Al-Aqsa. Opina que cualquier “concesión con respecto a Jerusalén o al estatus de los refugiados palestinos debería requerir una mayoría absoluta en la Knesset”. Regev también exigió que la familia del “terrorista” de Beersheba fuera expulsada de Gaza.
Otro exponente de la cosecha de posibles futuros líderes del Likud, Tzipi Hotovely, es la ministra de Exteriores de facto, y mantiene algunas de las opiniones más extremas entre los potenciales líderes. Poco después de su nombramiento proclamó: “Tenemos que volver a la verdad básica de nuestros derechos sobre este país. Esta tierra es nuestra. Toda ella es nuestra. No vinimos aquí para disculparnos por ello”.
Para completar la cosecha está el número dos de Netanyahu, Gilad Erdan, ministro de Seguridad Pública, Asuntos Estratégicos y Diplomacia Pública, con el cometido específico de combatir al creciente movimiento BDS de boicot a Israel.
La carencia de posibles futuros líderes moderados se extiende más allá del Likud. Tomemos al antiguo miembro del Likud y actual ministro de Fianzas y presidente de Kulanu, Moshe Kahlon. Afirma que no ve ninguna posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos puesto que no ve a ningún socio palestino con el que negociar, y asegura que Jerusalén permanecerá unida.
Las opiniones de Naftali Bennett, líder del partido Hogar Judío y ministro de Educación de Israel, no proporcionan esperanzas de paz con los palestinos en caso de que fuera él quien algún día dirigiera Israel. Se hizo famoso con su declaración: “He matado a muchos árabes a lo largo de mi vida, y eso no supone un problema”. Bennett recientemente retiró de las escuelas una novela centrada en una historia de amor judeo-árabe por “amenazar la identidad judía”.
En cuanto a los palestinos, cree que los padres no mantienen a sus hijos alejados del terrorismo porque “la Autoridad Palestina les paga por ello”. En lo que respecta al proceso de paz, ha dicho que “ha llegado el momento de decir que Israel es nuestro” y de “pasar de la defensa estratégica a un proceso para iniciar la implementación de la soberanía israelí en territorios bajo el control de Israel en Judea y Samaria”. Así, apoya la anexión de Cisjordania y está firmemente en contra de una solución de dos estados.
Es más bien irónico que sea la ministra de Justicia Ayelet Shaked la que defienda algunos de los puntos de vista más extremos entre la nueva generación de potenciales líderes. En 2014, esta política notoria por su odio hacia los palestinos dijo: “Son todos ellos combatientes enemigos, y su sangre cubrirá sus propias cabezas. Esto incluye a las madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos. Deberían seguir a sus hijos, sería lo más justo. Deberían desaparecer, como los hogares físicos en los criaron a esas serpientes. De lo contrario, servirán para criar a más pequeñas serpientes”. Hace poco, fue fuertemente criticada por tratar de introducir una “ley de transparencia” diseñada para obstaculizar la actividad de ONGs financiadas en parte por gobiernos extranjeros, en lo que fue considerado un intento de silenciar las críticas a Israel.
Para quienes buscan más allá del primer ministro Netanyahu una nueva cosecha de potenciales líderes israelíes que pudieran traer la paz a la Palestina histórica, tengo malas noticias. El giro de Israel a la derecha y la continua negación de los derechos palestinos parecen ser de carácter permanente, y el espejismo de un acuerdo final basado en una solución de dos estados es solamente eso, un espejismo, ya que ninguno de los potenciales líderes se ha expresado en su favor. Apoyan la continuación de la ocupación, el despojo y la opresión hasta que los palestinos se rindan. Los palestinos sin embargo no han dado ningún signo de hacerlo pronto, como ha demostrado la prolongación de la intifada. Es por ello que parece probable que se mantenga el estatus quo y que los israelíes sean testigos de una acelaración del aislamiento de su país. Los próximos comicios israelíes no les ofrecerán una elección entre candidatos moderados o extremistas, sólo una elección entre extremistas y más extremistas. Esto es una mala situación para ellos, pero, igual de importante, lo es para los palestinos y para cualquiera que quiera ver paz en Tierra Santa.
El professor Kamel Hawwash es un investigador en ingeniería que enseña en la Universidad de Birmingham. De origen británico-palestino, es analista en asuntos de Oriente Medio y Vicepresidente de la Campaña de Solidaridad con Palestina. Su blog es www.kamelhawwash.com. Aquí escribe a título personal.