Algunas historias necesitan ser escuchadas y compartidas. Algunas de ellas son tan trágicas que te hacen sentir la responsabilidad de difundir su mensaje, y la culpa de no poder hacer nada más. Todo empezó cuando mi compañera de piso me contó que había conocido a un palestino de Gaza que había llegado a Italia con su hijo a través de una organización que se ocupa de niños que tienen problemas de salud y cuyos padres no pueden pagar el tratamiento médico. Como habla algo de árabe, se enteró de parte de su historia. Pensé que alguien tenía que contar esta historia, así que, a la semana siguiente, fuimos a verle con otro palestino que hizo de intérprete en la entrevista.
El hombre, llamado Aa’hed, había llegado con su hijo Sayed, con su cuñado y con su hijo Muntaser. Los chicos tendrían unos 12 o 13 años, y lo primero que me llamó la atención es que eran bastante traviesos. Se dedicaban a jugar a nuestro alrededor mientras hacíamos la entrevista, y apenas escuchaban a las mujeres que estaban allí para preocuparse por ellos. El padre hablaba de forma incansable y sólo nos “permitió” hacerle dos preguntas en los 20 minutos que pasamos con él. No necesitaba que le preguntáramos; ya sabía lo que tenía que decir.
Nos contó que estaba en Italia porque sus hijos resultaron heridos durante un ataque contra Gaza. Dos de sus hijos murieron y dos fueron heridos, su sobrino también murió. Esperaba que sus otros dos hijos heridos pudieran venir pronto, una vez que el papeleo estuviese listo. Aa’hed estaba preocupado por la posibilidad de que se enfrentaran a las mismas dificultades que tuvo que pasar él.
Contó que había pasado seis meses tratando de llegar a Italia. Primero intentó venir con su familia en avión, desde Jordania, pero no se lo permitieron, así que vino a través del aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv. Cruzar la frontera para entrar en Israel evidentemente les resultó muy difícil.
Aunque la familia lleva dos meses en Italia, sus pensamientos están en Gaza con el resto de sus parientes. Él no tiene la energía o el deseo de aprender italiano, pero según Aa’hed sus hijos van a hacerlo pronto. El día que visitamos a la familia, los niños acababan de registrarse en el colegio e iban a empezar a la semana siguiente.
Los chicos habían venido a Italia para que los médicos pudieran sacarles las balas alojadas en su cuerpo.
Sin seguir un orden cronológico determinado, Aa’hed rememoró su historia, comenzando por el 22 de Diciembre de 2015, cuando aún se encontraba en Gaza con su familia. Ése fue el día en que los soldados israelíes detuvieron a dos de sus hijos e incautaron su barca pesquera, la única fuente de ingresos de la familia. Después de eso no volvió a tener información sobre sus hijos.
“No sólo se llevan nuestras barcas, se llevan nuestras tierras y a nuestra gente. Necesitamos ayuda de fuera. Incluso quienes en teoríanos deberían ayudar, no lo hacen. Egipto ha cerrado la frontera. A uno de mis parientes, que intentó cruzarla, le dispararon. Está cerrada la vía del mar, la vía del cielo está cerrada. La Franja de Gaza es una catástrofe totalmente aislada, y el único motivo por el que quiero volver es porque mi familia está allí,” explicó.
Aa’hed nos mostró una foto de un pariente al que habían disparado. “Esto no es nada,” explicó, “deberíais ver lo que pasa todos los días”. Aunque le gustaría traer también a su pariente a Italia, sabe el que proceso tardaría demasiado tiempo.
Le preguntamos si había contactado a alguna comunidad extranjera en Trieste. Nos contó que se había puesto en contacto con la comunidad islámica y que uno de sus dirigentes les visitó una vez, pero no hizo mucho por ellos. También habían intentado ponerse en contacto con la embajadora palestina en Roma, pero nunca obtuvieron respuesta. Incluso los palestinos que les habían ayudado para llegar a Italia dejaron de ocuparse de ellos y volvieron a sus hogares en Cisjordania o en Gaza.
“Vivimos ocupados por un país que viola las leyes y no respeta los derechos humanos. Muchos niños han sido asesinados, y siguen muriendo cada día. Una vez, los soldados destruyeron una escuela de la UNRWA, y la ONU no hizo nada. Me pregunto dónde está la conciencia del mundo. ¿Dónde está toda esa gente que habla de humanidad? Lo único que hacen es publicar en las redes sociales cuánto lo sienten por nosotros. No queremos piedad, lo que necesitamos son acciones reales, apoyo real. Somos gente fuerte. No tenemos armas, pero aun así luchamos”.
“Queremos que el gobierno americano deje de financiar estos ataques terroristas contra nosotros. Queremos el apoyo de nuestros hermanos árabes. Sabemos que hace tiempo que los líderes árabes dejaron de preocuparse por nosotros, y no esperamos su ayuda, pero tenemos la esperanza de que nos apoye la gente. No nos dejéis solos. Palestina es un país árabe. Si la gente quiere vivir, el destino les ayudará”.
“Tenemos fe en nuestros jóvenes y confiamos en la próxima generación. Necesitamos su poder, sus habilidades y su energía para cambiar las cosas y resistir a la ocupación. Queremos democracia. Queremos que los jóvenes puedan estudiar fuera y difundir nuestras historias y nuestro mensaje, para que nunca se nos olvide,” subrayó Aa’hed.