ENTREVISTA EXCLUSIVA
Entrevista con los autores de País en Llamas: “Creo que eso es lo importante, que están practicando la democracia y autoorganizándose para gestionarlo todo en unas circunstancias verdaderamente difíciles, y esa es la historia que generalmente no se ha escuchado o que ha sido ignorada, extrañamente”.
Hasta ahora, la historia de Siria ha sido un constructo de conjeturas y de sensacionalismo hilado por los medios de comunicación. País en Llamas es un esfuerzo por contrarrestar esto, una oportunidad para que los sirios de verdad cuenten sus propias historias. Tal y como lo expresa uno de los autores, Robin Yassin-Kassab: “Sentimos que la gente había estado aproximándose al tema desde narrativas de grandes historias que hacían un zoom out que se quedaba tan alejado que no era posible escuchar a la gente sobre el terreno que había hecho la revolución y ahora estaba sufriendo la contrarrevolución. Queríamos amplificar esas voces”.
Yassin-Kassab y la co-autora Leila Al-Shami han entretejido los testimonies de revolucionarios, activistas, refugiados, combatientes, activistas pro-democracia, alauíes pro-régimen e islamistas, mezclándolo todo ello con su propio análisis para crear un relato de Siria que nos lleva más allá de la época de la dominación otomana y que alcanza hasta Octubre de 2015. Publicado por Pluto Press este año, el libro describe cómo Al-Assad fue un día respetado por adoptar una retórica anti-sionista, anti-occidental y pro-árabe, en tanto que hoy cosecha la simpatía occidental por su así llamada oposición al imperialismo americano, una postura que los autores describen como “oportunismo populista”.
“Creo que su retórica era muy anti-imperialista, y con eso estaba en línea con el sentir popular árabe de la calle, y creo que por ese motivo era muy popular gracias a su postura en política exterior tanto dentro de Siria como en el mundo árabe más amplio,” dice Al-Shami. “Pero luego eso no se correspondía con la práctica, y si observas las acciones del régimen baathista, ya sea con Bashar o con su predecesor, su padre, ciertamente no se corresponden con esa retórica. Estuvieron las masacres de palestinos en el campo de Tel Zaatar en el Líbano, estuvo la intervención en el Septiembre Negro de Jordania y luego, con Bashar, había colaboración con el imperialismo porque había gente que básicamente era deportada y torturada por delegación por parte del régimen de Assad para el programa de EE.UU. de su “Guerra contra el Terror”.
Aunque la retórica nacionalista funcionaba entre algunos sectores de la población, explica Yassin-Kassab, la mayor parte de la gente de Siria estaba descontenta con el Régimen. Pero antes de 2011, la estabilidad económica era más importante que la política exterior, y Hafez Al-Assad había logrado esa estabilidad construyendo carreteras y llevando la electricidad a zonas rurales largamente abandonadas, así como subvencionando la gasolina y los alimentos. Cuando Bashar sucedió a su padre, eliminó muchas de estas ayudas. “Creo que estas cosas eran importantes, y que cuando fueron eliminadas todo el mundo dijo, ‘mira, esta retórica nacionalista que hemos estado siguiendo hasta ahora es una basura, ¿no?’. Cuando estuvieron hambrientos, que es lo que pasó cuando Bashar Al-Assad llegó e implantó estas reformas neoliberales –en realidad era un capitalismo clientelar- que eliminaron muchas de las redes de seguridad gracias a las que la gente estaba tranquila. Creo que esto es lo más importante, no creo que se mantuvieran en el poder gracias a la retórica nacionalista”.
Resulta refrescante leer un análisis que tiene en cuenta el papel de Al-Assad en Siria, dado que en estos días muchas de las atrocidades cometidas en su nombre han pasado a segundo plano debido al huracán de noticias sobre Daesh. Incluso EE.UU. y otras grandes potencias están prestando más atención al grupo terrorista –los observadores critican que la coalición dirigida por EE.UU. esté interviniendo contra Daesh y no contra Al-Assad y cuestionan la agenda de la coalición-. “El ISIS tiene una misión global; constituye una amenaza para Occidente mayor que el régimen. Ése es uno de los motivos,” dice Al-Shami, empleando otro de los acrónimos que designan al grupo.
Para que EE.UU. pueda gestionar de forma efectiva la crisis de Daesh, ha de colaborar con la oposición árabe, con los grupos del Ejército Libre Sirio sobre el terreno, y hacer que Rusia y Al-Assad dejen de bombardear a estas milicias, explica Yassin-Kassab. “Son los únicos que pueden reconquistarle terreno al ISIS”. En Siria existe un consenso general sobre el terreno de que Al-Assad tiene que irse, dice luego. “No sólo Assad como persona, el régimen ha de desaparecer… tiene que producirse una destrucción seria pero organizada del régimen que ha destruido el país”.
“Si Assad cae,” dice Al-Shami, “ISIS no aguantará mucho tiempo, porque lo que va a unir a los seguidores de Assad y a la oposición es el librarse del ISIS. No cuenta con una base de apoyo popular, y por toda Siria va a haber interés en librarse de ellos. Hasta ahora el Ejército Libre Sirio se ha centrado en el régimen porque éste es responsable de muchas más atrocidades contra los civiles sirios que el ISIS”. Mientras que Daesh domina a través de la coacción, los grupos como Jabhat Al-Nusra han obtenido apoyo popular porque proporcionan servicios y ayuda humanitaria, explica Al-Shami. “Creo que llevará mucho más tiempo librarse de ellos”.
A pesar de sus bien documentadas tácticas de dureza y barbarie, aún existe resistencia popular contra Daesh dentro de Siria. “En lugares como Deir Ez-Zor o Raqqa ha habido protestas contra el ISIS, cada vez con más dificultad debido a los ataques del ISIS contra activistas, y hay muchas campañas que han estado intentando informar de las atrocidades del ISIS en estas áreas,” dice Al-Shami. “Así que la resistencia popular es bastante fuerte, a pesar de las graves limitaciones que sufre la gente a la hora de oponerse”.
Uno de estos grupos de la resistencia es el movimiento “Mortaja Blanca” que asesina a miembros de Daesh y después desaparece. También está la campaña “Raqqa está siendo masacrada en silencio”, un periódico independiente que trata de exponer las atrocidades cometidas por el régimen y publica vídeos que documentan en directo los abusos de Daesh. Algunos de sus miembros viven exiliados en Turquía, mientras que otros han sido asesinados.
Es mucho más sencillo que los manifestantes se organicen en áreas liberadas como Kafranbel, en el noroeste del país. “Nunca dejaron de organizar las protestas de los viernes, a pesar del peligro,” explica Al-Shami.
“Por todas las zonas liberadas ahora hay periódicos libres, revistas libres, radios libres, que era algo sencillamente imposible antes de 2011. Hay centros de mujeres gestionados por mujeres, que están trabajando en diferentes proyectos, por ejemplo de microfinanciación. Hay activistas que están trabajando para cultivar y producir alimentos para la comunidad, especialmente en las zonas que están bajo asedio; existen consejos locales que forman las estructuras administrativas de las zonas liberadas y que están proporcionando colegios y atención hospitalaria a pesar de las enormes dificultades a las que se enfrentan, también porque mucha gente cualificada, como los doctores y los profesores, han huido. Están encargándose de la gestión de residuos en lugares como Douma, están organizando la creación de energía renovable a partir de metano, extrayendo metano de los gases, están empleando energía solar para tratar de solucionar la crisis energética”. Estos días se oye hablar poco de semejantes proyectos en los medios británicos.
Este tipo de activismo es el único motivo por el que la gente es capaz de seguir viviendo en estas zonas, dice Al-Shami. “Todos los servicios del gobierno se han detenido. También están los Cascos Blancos, una fuerza formada por voluntarios de los comités locales, que cada vez que hay un ataque aéreo son los que corren al lugar del bombardeo para sacar a las víctimas de debajo de los escombros y llevarlas a los hospitales –con frecuencia hospitales de campaña, en casas de gente o en sótanos porque los hospitales han sido objetivos tanto del régimen como de Rusia-.
“Lo fundamental es que la gente está practicando la democracia y autoorganizándose,” añade Yassin-Kassab. “Eso es lo memorable. Lo están haciendo y eso es algo que tiene ramificaciones culturales y ramificaciones políticas, así como ramificaciones en materia de ayuda humanitaria práctica, pero eso es lo interesante, que tenemos todo tipo de debates sobre la democracia y los árabes y la democracia y los musulmanes: ¿deberíamos bombardearles para llevarles a la democracia, deberíamos invadirles para llevarles la democracia? ¿Son compatibles con la democracia? Pero ahí está la cosa, creo que la gran historia es la otra, que están practicando la democracia y organizándose para gestionar las cosas en unas circunstancias realmente difíciles; y esa es la historia que hasta ahora no ha sido escuchada, o que han sido ignorada, extrañamente”.
“No puedes imponerle la autoorganización a otra persona, es algo que la gente sólo puede hacer por su cuenta,” añade. “Está ocurriendo de forma orgánica, por necesidad, y en las peores condiciones. Pero también en buenas condiciones porque comenzó con una revolución popular, comenzó con un movimiento de masas y con la gente hablando los unos con los otros”.
En una visita a la Siria liberada en 2013, Yassin-Kassab presenció a sirios que se describían como ateos, libertarios, capitalistas liberales y marxistas. Hace diez años en Siria, dice, hubiera sido muy difícil que alguien hablara tan abiertamente del tema si no te conocían. “No tenías conversaciones de este tipo antes, pero ahora sí, y eso es algo notable. Es una situación revolucionaria, un gran cambio cultural; todo el mundo debería estar entusiasmado al respecto, pero no lo están”.
En las zonas del régimen es mucho más difícil para la gente organizarse, dice Al-Shami, pero existen comités clandestinos, redes de activistas y protestas públicas ocasionales, como campañas de grafittis. “Incluso los sectores antirrevolucionarios de Siria son más ruidosos y reivindicativos que antes,” añade Yassin-Kassab. “No significa que se estén uniendo a la revolución, siguen estando con el régimen, pero cada vez más fraccionados”.
En las circunstancias actuales, los esfuerzos por alcanzar la paz son complicados, pero están teniendo lugar. País en Llamas describe la historia de Abu Hajad, un rapero de la zona bajo control del régimen de Tartús, que ha estado trabajando en secreto para reunir a un comité pro-revolucionario alauí y aun comité pro-revolucionario alauí. “Están trabajando para que los revolucionarios suníes y alauíes se conozcan los unos a los otros,” dice Yassin-Kassab. “Si en un momento dado hay una lucha sectaria en Tartús, hay gente respetada de ambas comunidades que podrían actuar como mediadores”.
Con el fin de revitalizar el movimiento de la sociedad civil, Siria necesita estabilidad para que la gente pueda regresar y para que el activismo pueda hacerse fuerte una vez más, dice Al-Shami. “Es algo que no puede ocurrir mientras estén cayendo las bombas de barril y mientras el régimen siga en pie”.
Es una estrategia miope permitir que el gobierno se quede, añade. “La crisis de los refugiados ha dado mucho ímpetu a las negociaciones de paz. Si el régimen se queda una gran parte de los refugiados nunca volverá, no serán capaces de volver porque será demasiado peligroso”.
En Febrero comenzó oficialmente la ronda más reciente de conversaciones de paz en Ginebra. En País en Llamas, los autores describen las conversaciones como “en última instancia igual de ilusorias” que el proceso de paz entre Israel y Palestina. “Es una farsa total,” dice Yassin-Kassab. “Lo que está ocurriendo en realidad es que Assad está avanzando gracias a los bombardeos rusos, pero miles de refugiados más están abandonando cada día el país, y miles de personas están viviendo a la intemperie, y la nación está más traumatizada cada día. Es un verdadero insulto llamarlo un proceso de paz, ahora mismo es incluso peor que el israelí-palestino debido a la escala de las masacres y de la destrucción y de las ramificaciones que esto tiene para todo el mundo, que son tanto más importantes ahora”.
La oposición ha pedido la liberación de prisioneros y el fin del asedio que sufren ciertas comunidades, así como el envío urgente de ayuda humanitaria, pero EE.UU. ha dicho que no pueden plantear prerrequisitos. “Es una farsa que estos tres asuntos clave que han sido subrayados por la oposición sean vistos como algo negociable. Son cuestiones de derechos humanos básicos, no están sujetas a negociación, son derechos humanos básicos,” dice Al-Shami.
Yassin-Kassab continúa: “Lo que parece es que las grandes potencias han llegado al acuerdo de que ésta es la esfera de influencia de Rusia y de Irán, y que Rusia seguirá bombardeando a la oposición democrática nacionalista a muerte y después el mundo entero podrá implicarse en recuperar el país para Assad, lo que es triste pero necesario porque es un criminal pero es necesario para detener el yihadismo, contener la situación y recuperar la estabilidad”.
Además, dice Al-Shami, el proceso de paz ha sido muy gatopardista en lo que se refiere a las mujeres y a la sociedad civil en su conjunto, a pesar de que las mujeres han desempeñado un papel fundamental en los primeros días de la revolución, fundando algunas de las mayores coaliciones de base. “En los consejos locales la representación de las mujeres está muy limitada, pero eso no es algo uniforme, porque en las regiones kurdas y en las estructuras que han formado en esas comunidades, en los vecindarios y en las ciudades, en todos esos cuerpos las mujeres tienen una representación del 40%; hay comités exclusivamente de mujeres, así que en las regiones kurdas sí que hay una gran participación de las mujeres en las estructuras de autogobierno formadas en esas áreas. Hay muchas actividades para mujeres organizadas por los centros de mujeres, o a través de la distribución de ayuda humanitaria. Muchas mujeres participan en los Cascos Blancos y en las fuerzas sirias de defensa civil. Están ahí y están participando, pero con la militarización todo se vuelve mucho más difícil para las mujeres”.
En algunos aspectos los impulsos revolucionarios han mejorado la vida de las mujeres sobre el terreno, pero la presión de la guerra también las está empeorando, dice Yassin-Kassab: “Uno de los problemas de los consejos locales es que son bastante patriarcales y con frecuencia los dominan los hombres y los cabezas de familia. Este tipo de situación está siendo contestado por la revolución, pero están ocurriendo cosas contradictorias. Por un lado –y no estoy hablando de los equipos de negociación, sino de la gente a nivel popular-, por un lado encuentras mujeres, muy conservadoras y de barrios muy conservadores, que llaman a sus maridos y les dicen, ‘esta noche no vengo a casa, que voy a quedarme en la casa de los activistas porque vamos a suministrar ayuda humanitaria hasta tarde’, y el marido dice que vale, porque si no dice que vale todo el mundo le va a considerar un idiota. Mujeres en esta misma situación hace cinco años, de comunidades muy conservadoras, se habrían enfrentado de inmediato al divorcio si hubieran llamado a sus maridos para decirles que no iban a pasar la noche en casa. A estenivellascosas de verdadhancambiado.
Por otro lado, cuando las mujeres están en campos de refugiados este tipo de cosas va a reforzar las situaciones tradicionales,” continúa. “Cuando los hombres están frustrados y hambrientos pagan su humillación con las mujeres. Así que la presión de la violencia, de la guerra, de la pobreza y del estatus de refugiados hace que las cosas empeoren para las mujeres”.
El conflicto sirio pronto entrará en su sexto año, pero, según pasan los meses, los acontecimientos sobre el terreno y nuestra comprensión de estos acontecimientos se amplían. País en Llamas es un buen punto de partida para cerrar ese vacío. “Querría proporcionarle a la gente algunas de las herramientas necesarias para comprender mejor lo que ocurre en Siria,” dice Yassin-Kassab. “Es una catástrofe que se intensifica cada vez más, y un peligro para todos, así que tenemos que empezar a tratar con ello de otra manera. Además, al mismo tiempo están ocurriendo en Siria algunas cosas verdaderamente maravillosas, increíbles e inspiradoras, que pueden darnos una lección a todos nosotros. Especialmente la explosión de la cultura, la auto-organización de las comunidades, el debate abierto, la democracia local; son cosas que son verdaderamente inspiradoras, igual de inspiradoras que las cosas que hicieron los anarquistas en España en la década de 1930 y creo que sería enriquecedor prestarle atención. Así que creo que tenemos mucho que perder si seguimos malinterpretando Siria, y mucho que ganar si comenzamos a comprenderla”.
“Para mí,” dice Al-Shami, “creo que es simplemente conciencia de la diversidad que existe en Siria, de que existen tantas iniciativas que merecen apoyo y que deberían ser apoyadas. Es más importante que nunca apoyarlas porque están luchando muy duro por poder seguir adelante, los experimentos en democracia local, las iniciativas de la sociedad civil contra el régimen, contra el ISIS y contra cualquier grupo autoritario que haya surgido; eso es con lo que me gustaría que se quedara la gente. Reconocer estas grandes iniciativas que están teniendo lugar, y el hecho de que la gente sigue luchando en unas circunstancias muy duras”.