Arabia Saudí y Turquía han desperdiciado un gran número de oportunidades en Siria. Si hubiesen intervenido antes para resolver el problema, hubiese sido menos caro y costoso de lo que está resultando ahora. Aún así, no deben perder la oportunidad de ganar la carrera hacia Raqqa esta vez, y es que esta ciudad que controla el Daesh, que no es un califato ni un Estado, está esperando a que alguien dé el golpe de gracia y la saque de la miseria.
No hay duda de que Irán y su aliada Rusia, las milicias iraquíes y el corrupto régimen de Damasco, que les ha legitimado en su guerra contra la revolución siria, están ahora sumergidos en la discusión de si les beneficia dirigirse hacia Raqqa. Si pueden declarar su “liberación”, tendrían beneficios mediáticos, que se añadirían a los de “la liberación de Palmira”. Podrían decidir que su interés reside en seguir dejando al Daesh representar el papel que le ha sido asignado -justificar la presencia de rusos, fuerzas especiales iraníes, y numerosas milicias sectarias en el país- aprovechando el miedo de la comunidad internacional hacia Daesh, y generando la pregunta trampa de “¿Qué fue antes, Daesh o Bashar?”
Antes de que Irán y sus aliados hayan tomado la decisión final, espero que los saudíes y los turcos, junto con sus aliados, se dirijan a Raqqa y consigan llegar antes. No que estén preocupados por justificar a uno u otro bando, solo que eliminen a una organización terrorista que amenaza su seguridad y proporciona un espacio para conspirar contra ellos, así como una “falsa esperanza” para un puñado de idiotas que creen que las ambiciones del Daesh se expanden más allá del sol y la luna. Estos idiotas extremistas están asesinando a sus compatriotas y oficiales de seguridad en Al Dawadmi y Al Kharj, y volándose a sí mismos por los aires en Ankara, Estambul y Bruselas.
Sin embargo, el problema principal para Arabia Saudí y Turquía reside en su principal aliado, Estados Unidos. La batalla está perdida mientras que las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra no importen ya al presidente Barack Obama o incluso le empujen a involucrarse, o al menos a proveer cobertura internacional a aquellos que intervengan. El presidente estadounidense está demasiado ocupado protegiendo el acuerdo P5+1 que ha reintegrado a Irán en la comunidad internacional. Probablemente esté escribiendo su discurso de salida en el que dirá que el mundo es un lugar más seguro gracias a este acuerdo; que debemos esperar a las buenas fuerzas iraníes moderadas que surgirán del pacto; que ellos asumirán cargos en el gobierno de Teherán; y que Irán será transformada en un país moderado y pacífico frente a una revolución que interfiere en los asuntos de otros y que esparce la muerte y destrucción en la región así como un montón de mitos que no tienen lugar en los asuntos internacionales.
¿Si Arabia Saudí no esperó a Obama para intervenir en Yemen, por qué sí lo hace en Siria? Los sirios se dieron cuenta de su error cuando los americanos se plantearon la pregunta: ¿Qué va antes, Daesh o el régimen? Contestaron que ellos no combatirían al Daesh sin combatir al régimen también. Incluso yo caí en esta trampa estratégica, justificando la restricción de los rebeldes antes que una lucha contra el Daesh sin recibir la promesa de EE.UU. de apoyarles contra el régimen.
Hubiese sido mejor para los rebeldes, así como para los saudíes y los turcos, arrastrar a los americanos al atolladero sirio bajo el pretexto de la lucha contra el Daesh. Arabia Saudí se percató de que se podía hacer esto cuando anunció su voluntad de enviar fuerzas a Siria para combatir al grupo extremista. Los Estados Unidos aprobaron esto, pero no accedieron a enviar fuerzas terrestres ni apoyo aéreo. En lugar de ello, se contentaron con la promesa de paralizar las operaciones rusas, que Riad agradeció basándose en que es mejor eso que nada.
El cese de las operaciones de combate se estableció entre la revolución y la recuperación del régimen. La última operación fue la iniciativa de llegar a Palmira, y fue capaz de recuperarla contra el Daesh con sospechosa facilidad.
Quizá están tratando de decidir si sería inteligente o no llegar a Raqqa. Los detalles que surgen al contemplar la situación se mueven en dos opciones políticas, no militares. Esto es debido a que las operaciones en Deraa contra el Daesh continúan y están lideradas por una alianza rebelde (incluyendo el frente Al Nusra, pero estas complicaciones son inevitables), apoyadas por las fuerzas especiales jordanas y un centro de comando en Amman (más detalles e intervenciones han sido denegados). Esto demuestra que Daesh es fuerte en tanto organización terrorista que asesina a los débiles e inocentes en Dawadmi, Estambul y Bruselas, pero no es un ejército o un Estado que se pueda enfrentar a una oposición organizada.
Las operaciones en Deraa quizá abran el mismo centro de comando en el sur para liberar áreas más grandes al sur de Raqqa, a lo largo de la frontera de Jordania e Iraq. Sin embargo, un movimiento crítico como éste debe ser hecho desde el norte. Hay un gran hacinamiento político en este área desde que la oposición siria rechazó cooperar con Estados Unidos debido a su postura de “sólo a Daesh” o “primero Daesh” y estableció comunicación con los partidos del Kurdistán que tienen relaciones sospechosas con el régimen de Damasco y el PKK. Este último está considerado una organización terrorista por Ankara y ha llevado a cabo atentados con bombas recientemente en Turquía. Washington ha provisto a los kurdos con armas y ha fomentado que las tribus árabes se alíen con ellos con el apoyo de los países árabes de la región, que mantienen estrechas relaciones con Riad. Han formado las Fuerzas Democráticas Sirias, que están además luchando contra los aliados sirios de Riad, Ankara y Doha; estos son son aún más detalles e intervenciones controvertidas, y hay un buen número de razones para ello.
¿Cómo puede Washington hacer esto? ¿Y por qué? Solo se complican más las cosas si descubrimos que el Pentágono está apoyando a las fuerzas de la revolución siria, además de a queines apoyan el Departamento de Estado norteamericano y sus agencias de inteligencia. Se complicaría aún más si presentase los 50 planes para derrocar a Bashar Al assad que Obama rechazó, que fueron revelados por un antiguo miembro de inteligencia en EE.UU.
Arabia Saudí y Turquía no están en una clase de historia para tratar de entender qué está ocurriendo entre Washington, Moscú y El Cairo, además de entre Al Hasakah y Al Qamishli. Lo que deben entender es cómo proteger su propia seguridad nacional y cómo detener las propuestas para dividir Siria, no solo porque va en contra de los intereses del pueblo sirio, sino también contra los suyos propios. A todas luces el acuerdo de detener las operaciones en las negociaciones de Génova, no servirá a sus intereses a menos que apoyen a la oposición nacional de Siria para liberar territorios del control del Daesh, lo cual serviría para proporcionar apoyo político para la oposición en las negociaciones.
Más importante aún, proporcionaría a la oposición de un gran número de armas que les permitirían eliminar el irreal proyecto separatista de los kurdos y les prepararía para la gran confrontación con el régimen si la cabeza del equipo negociador de Damasco, Bashar Jaafri, insiste en distraer las conversaciones de Génova con historia, geografía y arte, en lugar de la partida del presidente Assad. Esto es lo que eventualmente demandaron los primeros sirios que tomaron las calles hace cinco años, y lo que fue acordado en la primera ronda de negociaciones en Génova.
Traducido desde Alhayat, 9 de Abril de 2016