No se pueden tener ilusiones sobre lo que está pasando con la fabricada "crisis de antisemitismo" del Partido Laborista en este momento. Esto es nada menos que una maniobra para poner fin al liderazgo de de Jeremy Corbyn.
Corbyn, por supuesto, es un socialista de larga trayectoria y veterano defensor de Palestina. Los amargados ultras de la derecha de Tony Blair prefieren ver al partido derrumbarse en llamas, sacrificando todas las elecciones, antes de permitir que un gobierno laborista del primer ministro Corbyn llegue al poder.
En esta campaña totalmente fallida para abortar la espectacular victoria electoral en las primarias del laborismo de Corbyn el verano pasado, el propio Blair fue explícito: "No me gustaría que ganara una desfasada plataforma de izquierdistas. Incluso si pensara que es la ruta a la victoria, yo no la tomaría". Sus restantes seguidores en el partido - pocos en número, pero todavía arraigadas en algunos puestos clave del poder - parecen haber tomado esto como grito de guerra.
En la brutal guerra civil de Siria, uno de los lemas que apoyan al presidente Bashar al-Assad reza "Assad, o quemar el país." El lema de Blair parece ser "Corbyn fuera o quemamos el partido."
El hecho de que hayan sido totalmente incapaces de presentar un candidato alternativo o unificador sólo habla de la quiebra total del proyecto del Nuevo Laborismo.
La derecha del Laborismo, en estrecha coordinación con las organizaciones de propaganda pro-Israel como BICOM (Comunicaciones Israel-Gran Bretaña y Centro de Investigación) ha orquestado todo este escándalo de la nada.
Esta atmósfera venenosa de troqueles, trucos sucios y fabricaciones en los medios de comunicación y la clase política es una reminiscencia de los peores días del macarthismo de 1950 en los EE.UU.
Tales niveles de histeria son generalmente reservados para los intentos de golpe de Estado contra gobiernos elegidos democráticamente, en los cuales los gobiernos de EE.UU. y Reino Unido son especialistas. En este caso, se está poniendo en marcha un intento de “golpe preventivo”, años antes de que Corbyn pueda incluso llegar a ser primer ministro.
Un tema recurrente ha sido la repetición sin fin por parte de los apologistas israelíes de que el antisionismo es simplemente antisemitismo. Nada mas lejos de la verdad.
Esta noción absurda, repetida hasta la saciedad por los propagandistas israelíes y pro-israelíes en todo el mundo, es una vil mentira. Es más, es en efecto una declaración antisemita en sí misma, buscando como lo hace falsamente asociar a todos los judíos en el mundo con el violento movimiento colonial que en 1948 utilizó milicias terroristas para eliminar a 750.000 o más palestinos de su tierra natal.
Pero la cosa se pone peor. Michael Levy, el colega del Partido Laborista y ex "Señor Cajero Automático" de Tony Blair afirmó en la BBC Newsnight hace unos días que "el uso de la palabra sionista" es "otra forma de antisemitismo". El uso de la palabra. Este es un nuevo nivel sorprendente en el intento de aplastar la disidencia sobre Israel y determinar crímenes de pensamiento.
Por supuesto, este aficionado hipócrita de los crímenes de guerra israelíes no aplicaba su lógica a favor de Israel y las organizaciones israelíes - muchas de las cuales se describen como "sionistas" (véase la "Federación sionista", la "Organización Sionista Mundial", o la principal fuerza política de oposición de Israel, la "Unión Sionista" - y muchos más).
El sionismo, después de todo, es la ideología fundamental del Estado de Israel.
Mi colega Ben White ha escrito elocuentemente sobre el elemento vital que falta en el risible y caótico debate auspiciado por los medios de la clase dirigente y la élite política en el Reino Unido sobre lo que realmente significa el sionismo: ¿Qué ha significado el sionismo para los palestinos? Esto ha significado y sigue significando: limpieza étnica, matanzas regulares, bombardeos de poblaciones civiles enteras, guerras de agresión contra todos los estados árabes vecinos, el despojo, el exilio, el racismo sistemático y el apartheid.
Esa es la realidad histórica y actual del sionismo.
Para los matones sionistas, tratar de decretar que cualquier mención de su propia ideología por parte de sus críticos sea prohibida es la más alta hipocresía. También es cobardía política, y una señal de que saben en el fondo de su corazón que sus argumentos son débiles. De ahí que traten de limitar los parámetros aceptables de debate en torno a Israel.
Es cierto que los supremacistas blancos que odian a los judíos, así como los neo-nazis utilizan a veces "sionista" en lugar de "judío" como una especie de chapa fina para su racismo. Sin embargo, otros grupos fascistas intolerantes en los tiempos modernos han adoptado una forma oportunista del sionismo - tales como la Liga de Defensa Inglesa, quienes eran conocidos por llevar banderas israelíes en sus violentas provocaciones callejeras anti-musulmanas.
Incluso el destacado miembro del Britsh National Party (la fuerza de la ultraderecha británica) Nick Griffin tuvo un período pro-Israel -recordemos su infame aparición de 2009, en el turno de preguntas de un popular programa, cuando declaró que el BNP era ahora "el único partido político que, en los enfrentamientos entre Israel y Gaza, se puso en pie por el derecho de Israel para hacer frente a los terroristas de Hamás ".
También es cierto que algunas personas políticamente ingenuas son endulzadas por la propaganda, y toman a Israel por sus dichos y falsa (y antisemita) pretensión de ser el representante de "los judíos" del mundo (mi impresión basada en lo que hemos visto, es que Naz Shah parece haber caído en esa categoría en 2014).
Pero, partir de ahí para luego afirmar que el uso de la palabra "sionismo" o "sionista" no es permisible, es ridículo. El sionismo es una ideología política, como tal, debe estar abierta a la crítica - aunque a los apologistas de Israel les gustaría que fuera de otra manera.
El Movimiento Laborista Judío (afiliado al Partido Laborista, el Partido Laborista de Israel y la Organización Sionista Mundial) propone ahora un cambio de reglas que (argumentan) deberían prohibir "el sionismo como un insulto."
Es habitual para los críticos de una ideología política utilizar los término referenciales de esas ideologías transformados en insultos o críticas mordaces- por ejemplo, "Tory", "facha", "Blairita", etc. Si eres implacablemente opuesto a una ideología política, no es de extrañar que te guste usarlo como un insulto.
¿Por qué el sionismo debería quedar exento de este principio?
Asa Winstanley es un periodista de investigación residente en Londres y editor asociado de The Electronic Intifada.