Existe una campaña concertada en marcha en el Reino Unido, en Francia, en EE.UU. y en todo el mundo occidental, para suprimir cualquier forma de crítica contra Israel, en particular el movimiento de boicot a Israel.
Adopta muchas formas diferentes. Un ejemplo de primera es la actual caza de brujas en el Partido Laborista británico contra los “antisemitas”, en efecto una grave acusación. Pero en realidad, la gente que está siendo purgada es aquella que ha expresado apoyo a los derechos humanos palestinos.
De hecho, no hay ninguna prueba de que el nivel de antisemitismo en el Partido Laborista británico sea ni siquiera estadísticamente significativo, por no hablar de que constituya una amenaza.
Hay encuestas fiables que sugieren que el nivel de prejuicios anti-judíos en el Reino Unido ronda el 7% (más bajo que en otros países europeos, y mucho más bajo que el odio contra los musulmanes en el Reino Unido). El número de acusaciones de antisemitismo en el Partido Laborista asciende en el momento a 11 casos.
En un partido que cuenta con 280.000 miembros a tiempo completo –que ascienden a medio millón si añadimos a los simpatizantes registrados-, es una cantidad estadísticamente irrelevante. El nivel de antisemitismo en el partido está por debajo del de la población general –algo que debería congratularnos-.
En cualquier caso, tal y como documenté en un reportaje de investigación esta semana, la mayoría de estos casos han sido falsificados.
Lo que hay detrás es una campaña fanática y desesperada, orquestada por el núcleo duro anti-Corbyn y por los rufianes sionistas del Partido Laborista para expurgar cualquier crítica a Israel. Van a por la cabeza de Corbyn, así como a por los activistas de larga trayectoria por los derechos palestinos.
Lo que intentan hacer es declarar unos límites aceptables para el debate. El diputado John Mann, el laborista de derechas que desempeñó un papel clave en el asesinato político de Ken Livingstone, es desde hace tiempo un apologeta fanático del dogma Israel-sí-o-no.
En 2013, fue un testigo clave en un proceso del lobby israelí contra la Unión de Universidades por “antisemitismo institucional”. ¿Cuál era su crimen? Mencionar la posibilidad de debatir un boicot académico a Israel. Ni siquiera apoyarlo, daos cuenta. Sólo debatirlo.
El juez desechó el caso por completo. Era “carente de cualquier mérito”, así como “un intento inaceptable de alcanzar fines políticos a través de métodos contenciosos”.
Entre los muchos que en este caso totalmente malicioso contra la Unión de Universidades que fueron criticados por el juez, John Mann fue desestimado como un fanfarrón y un mentiroso. El juez señaló que Mann afirmaba que “cualquier boicot de Israel o de las instituciones israelíes” era “algo antisemita en sí”. Una acusación evidentemente falsa y de carácter político.
Todo esto tiene graves implicaciones no sólo para el Partido Laborista, sino para la cultura política del Reino Unido en su conjunto. El gobierno tory está intentando también emplear la intimidación legal para prohibir que los consejos locales tomen decisiones éticas sobre el boicot a los productos israelíes. Cualquier cosa para apoyar los crímenes de guerra israelíes, parece.
En el propio Israel, la campaña para aplastar las expresiones de apoyo a los palestinos se está intensificando. Una de las muchas formas en la que se la ha estado reforzando en los últimos años es a través de lo que los funcionarios israelíes llaman la “guerra” contra el BDS, el movimiento de boicot, desinversión y sanciones.
Hemos llegado hasta el punto de que ahora los cargos europeos permiten a los políticos israelíes aventurarse muy cerca de la promesa de asesinar al fundador del BDS –que, recordemos, es un intento totalmente no violento de la sociedad civil de hacer a Israel responsable de sus crímenes de guerra y de su apartheid contra los palestinos-.
En abril, Amnistía Internacional condenó las afirmaciones de un ministro israelí que amenazaba con “eliminaciones civiles dirigidas” de líderes del BDS como Omar Barghouti. En la terminología israelí, “eliminación dirigida” o “frustración dirigida” (dependiendo de la traducción) es el eufemismo oficial para el asesinato de activistas, líderes políticos y combatientes de la resistencia palestina, que constituye una parte estándar de las depravadas prácticas israelíes.
En este caso, se trataba de una táctica de intimidación deliberada por parte del ministro israelí de inteligencia, Yisrael Katz. Quieren aplastar a cualquier precio el BDS o cualquier otra acción que pueda exigir responsabilidades a Israel.
“Me siento un poco más seguro, tras haber recibido este posicionamiento claro por parte de Amnistía Internacional,” declaró Barghouti a The Electronic Intifada después de enterarse de la condena de la organización de derechos humanos contra las amenazas israelíes.
No os dejéis engañar por el uso propagandístico de la terminología por parte de Israel, como en el caso de la “eliminación dirigida”. También la CIA suele invocar este tipo de doble-lenguaje Orwelliano.
En el caso de líderes negros como Martin Luther King o Malcolm X, los documentos de la COINTELPRO afirmaban que “a través de la contrainteligencia debería ser posible ubicar a potenciales individuos problemáticos y neutralizarlos”.
Esto condujo a los escuadrones de la muerte gubernamentales en las calles de América, matando a tiros a activistas comunitarios como el Partido de las Panteras Negras.
Hay que resistir contra el intento israelí de hacer lo mismo.
Asa Winstanley es un periodista de investigación que vive en Londres. Es editor asociado de The Electronic Intifada.