Ramona Wadi
Los EEUU han continuado ofreciendo pruebas de que no es necesaria ninguna correlación cuando se habla de gastos extremos en tecnología militar y de seguridad para Israel. Los únicos requisitos que exigen son las violaciones de derechos humanos y el compromiso con la expansión colonial de cara a propagar una narrativa de seguridad que es selectivamente triunfal o derrotista, dependiendo de las circunstancias o motivos de cada día.
Y-Net informó de que después de que Obama recibiese una carta firmada por 83 senadores, la Casa Blanca ha accedido a aumentar la ayuda militar a Israel. De acuerdo con una fuente anónima de la administración, “a la luz de los dramáticos y crecientes desafíos contra la defensa de Israel, permanecemos preparados para apoyar un nuevo acuerdo sustancialmente mejorado a largo plazo para ayudar a proporcionar a Israel los recursos que necesita para defenderse y conservar su ventaja militar cualitativa.”
La declaración de la Casa Blanca además ha revelado que el próximo acuerdo entre Israel y EEUU “consistirá en la mayor promesa de ayuda militar a cualquier país en la historia de los EEUU”. Israel busca un aumento de los más de 3000 millones de dólares que reciba a 4000 millones; un incremento de 11 millones de dólares al día.
Obama parece estar aprovechando sus últimos meses en la Casa Blanca para acelerar y agravar los abusos de los derechos humanos mediante varias estrategias, especialmente los relacionados con el mantenimiento del apoyo a Israel a expensas de la población civil palestina. En cierto modo, esta reciente revelación se puede comprar con lo que está ocurriendo con los países árabes de la región; países que se están convirtiendo en mayor o menor medida en Estados fallidos a los que siguen unos “sinceros” esfuerzos por ayudarlos, normalmente de mano de las mismas facciones que los han corrompido y sirven a los interesas de EEUU. La estrategia de Israel es permitir que América emplee su misma retórica acerca de la “seguridad israelí” mientras continúan explotando a sus víctimas invisibilizadas.
Al contrario de los que afirma la Casa Blanca, el aumento esperado de la ayuda militar a Israel no refleja ningún “dramático aumento” de los ataques a su seguridad. Es, de hecho, un reflejo de la dependencia artificial que los EEUU e Israel han alimentado, así como de un indicativo de que se trata de la única entidad que merece ser conservada a ojos de Washington en la zona. Todo esto a pesar de que el único apaciguamiento de Israel en la zona pasa por la solución de un solo Estado.
Para Palestina, la creciente ayuda miliar a Israel no es solo una amenaza a sus actuales porciones de territorio y su población civil, sino también una completa humillación a base de abusos, con víctimas y espectadores. Al timón de esta parodia están las Naciones Unidas y su Derecho Internacional, seguidas de organizaciones internacionales que dependen del apoyo de los EEUU. El goteo de ayuda otorgado a regañadientes a Palestina, aún aplaudido por las marionetas que siguen al cargo de perpetuar la explotación colonial, no es más que una forma de facilitar los ciclos de negociaciones y ofrecer un alivio temporal.
Hablar de discrepancias en este asunto sería hacer un flaco favor a los palestinos. Este vil esquema es un ejercicio de poder e impunidad que vuelve a la ley internacional defectuosa y la hace incapaz de ayudar. ¿Cuál es la razón de tener leyes y convenciones que garanticen el derecho a resistir el colonialismo cuando el espectro político, particularmente la relación entre EEUU e Israel, las ha dejado obsoletas a la hora de ser implementadas? La aparente sed de sangre de Israel ha encontrado un voluntarioso aliado en los EEUU. Y me avergüenzo de ellos dos.