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En Alepo hace falta con urgencia una zona de exclusión aérea

El 5 de mayo, un ataque aéreo golpeó un campo de personas desplazas internamente (IDP) cerca de la ciudad de Sarmada, en el norte de Alepo, cerca de la frontera turca
Un niño herido por los ataques contra Alepo. Fotógrafo de AMC.

La situación actual en Alepo es catastrófica. Los habitantes de la antigua ciudad siria son atacados continuamente con bombas de barril, prohibidas a nivel internacional, y con mortíferos misiles, por parte del régimen de Bashar Al-Assad y los despiadados ataques aéreos de sus aliados rusos. Según la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR), los ataques rusos y del régimen han ocasionado por lo menos 7 masacres en el periodo que va del 20 al 29 de abril, matando a más de 147 civiles, incluidos 27 niños. Muchos de estos ataques iban dirigidos contra zonas civiles e infraestructuras básicas, tales como hospitales, escuelas, mercados y depuradoras.

La mayor ciudad del país, y antiguo núcleo económico, ha presenciado durante los últimos cinco años la guerra más brutal de este siglo. Cientos de miles de civiles que vivían en Alepo han huido a los países vecinos o a los campos de desplazados en la frontera entre Siria y Turquía. Los campos, sin embargo, no están a salvo de la brutalidad del dictador. El 5 de mayo, un ataque aéreo golpeó un campo de personas desplazas internamente (IDP) cerca de la ciudad de Sarmada, en el norte de Alepo, cerca de la frontera turca, matando a por lo menos 28 civiles que creían haber escapado de la violencia. Se cree que los responsables del bombardeo fueron Rusia o el régimen de Assad.

Desde que estalló la guerra en Siria, la situación humanitaria ha ido empeorando de forma paulatina. Numerosas iniciativas internacionales y de la ONU no han logrado ponerle fin, y las conversaciones de paz de Ginebra no han llegado hasta ahora a ninguna solución. A pesar de ello, hasta que los poderes mundiales implicados en la guerra lleguen a un acuerdo político, la comunidad internacional debe actuar para reducir la lista de víctimas.

En este momento, la única opción realista para aliviar el sufrimiento de los civiles en Siria es que los principales actores –en particular EE.UU., Arabia Saudí y Turquía- emprendan una acción conjunta e impongan una zona de exclusión aérea en el norte de Siria. También conocida como zona de seguridad, se trata de una zona en la que el espacio aéreo está protegido por fuerzas aéreas neutrales para evitar que aviones militares hostiles lo empleen contra civiles. Dado que los bombardeos y las bombas de barril son responsables de la amplia mayoría de las muertes civiles en este conflicto, una zona de exclusión aérea sería una estrategia viable para protegerlos.

Con el fin de implementar una zona de exclusión aérea en Siria y proporcionar un lugar seguro para los múltiples civiles desesperados, es necesario demostrar liderazgo internacional, especialmente por parte de EE.UU., para movilizar a los aliados europeos y regionales para implementar la zona.

 

Niños heridos en los ataques contra la zona rebelde de Alepo/ AMC.

Niños heridos en los ataques contra la zona rebelde de Alepo/ AMC.

 

Esta propuesta no sólo protegería a los civiles y a los refugiados que huyen de los ataques diarios, sino que contribuiría a establecer un alto el fuego o cese de hostilidades justo, con el acento en “justo”. Así, el régimen de Assad, el menos interesado en la paz y en la solución política, sería incapaz de violar cualquier tregua sin una respuesta robusta por parte de la coalición internacional que aplicase la zona de exclusión aérea. Una vez que los ataques del régimen contra los civiles hubieran sido detenidos en el norte, la coalición dirigida por EE.UU. podría tener prioridad para luchar contra los extremistas de Daesh, con la capacidad de contrarrestar al grupo y a otras facciones terroristas de forma más eficiente.

La posibilidad de que se implemente tal zona de exclusión aérea se ha ido reduciendo a la par que progresaba la guerra, en particular con la intervención rusa en Siria y su creciente implicación. La zona debería haber sido implementada en una fase muy anterior, pero ahora es más necesaria que nunca. Son necesarias acciones firmes, inmediatas, puesto que si la guerra no es contenida y si no se le pone fin, las consecuencias se extenderán más allá de las fronteras de Siria en una crisis de múltiples facetas que amenazará la paz y la seguridad internacionales y el equilibrio de poder existente.

Aunque una zona de exclusión aérea no bastaría por sí misma para poner fin a la guerra, ayudaría a contenerla, a limitar los ataques militares rusos contra los civiles y a conducir el proceso político hacia debates concretos, con el potencial de alcanzar resultados pacíficos.

Para que se pueda proceder de forma efectiva con las conversaciones de paz, es necesario un entorno relativamente pacífico para los civiles de Siria. El régimen de Damasco, con el apoyo de sus aliados, continúa rompiendo las treguas mediadas internacionalmente, como han demostrado recientemente los acontecimientos de Alepo. Para tratar con el terco régimen en la mesa de negociación, el mundo no debería pedirle a la dictadura que respetara las reglas, sino obligarla a aceptar la única opción de poner fin a la guerra políticamente, eliminando cualquier posibilidad de que Assad logre la victoria por medios militares.

La guerra en Siria no sólo ha desestabilizado Oriente Medio, sino que ha modificado el equilibrio de poder a escala internacional. Cualquier debate serio sobre el fin de la guerra ha de empezar refiriéndose a la crisis humanitaria. La falta de una ayuda seria a la población civil de Siria no contribuye únicamente al declive de la influencia occidental en la región, sino que finalmente agudizará la amenaza para la estabilidad regional y europea.

 

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