El reciente e inapropiado estallido de ira de Israel ante el Consejo de Seguridad de la ONU constituye un ejemplo que ilustra sucintamente como las críticas al colonialismo de los asentamientos, incluso por parte de ONGs israelíes, siguen siendo un tema tabú. Tras una presentación de Yesh Din, en la que el asesor legal de la ONG, Michael Sfard, presentó datos estadísticos sobre el terror perpetrado por los colonos israelíes, tanto Sfard como el embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, atacaron al embajador venezolano Rafael Ramírez por criticar las políticas de exterminio lento de su país.
Según Haaretz, Ramírez desafió al Consejo de Seguridad de la ONU a evaluar la información, preguntando: “¿Qué planea hacer Israel con los palestinos?¿Los va a hacer desaparecer? ¿Está Israel tratando de imponer una “solución final” a los palestinos de Cisjordania?”.
El derechista Danon –que ha defendido ataques de castigo contra infraestructuras civiles en la Franja de Gaza- recurrió rápidamente al cliché de la acusación de “antisemitismo”: “Ésas son declaraciones claramente antisemitas, formuladas por el embajador venezolano hacia la nación judía”.
Según el abogado de Yesh Din, el empleo por parte del embajador venezolano de la expresión “solución final” es “ofensivo, indignante y completamente incorrecto”. Sfard aseguró lo anterior a pesar de haber declarado ante el Consejo de Seguridad: “Yesh Din condena de forma vigorosa e inequívoca todas las violaciones de los derechos humanos y todas las infracciones a la legalidad internacional. No puede haber justificación para los ataques contra civiles, sin importar quiénes sean los perpetradores y sea cual sea la identidad de la víctima”.
Según el portal de noticias YNet, la delegación israelí exigió la condena inmediata de los comentarios de Ramírez, y obtuvo la compensación de que EE.UU., Gran Bretaña y Francia respondieran –como era de prever- con declaraciones “decisivas”. Ramírez también se dirigió a Danon para pedir disculpas por su uso de la expresión “solución final”, de obvias connotaciones referidas al Holocausto; a su disculpa Danon respondió pidiendo una versión más pública.
Israel se nutre de la contradicción de violar abiertamente los derechos humanos, sin ningún tipo de remordimiento, y de ofenderse ante las críticas a estas acciones ilegales. Más allá de eso, este episodio en la ONU demuestra el ciclo de hipocresía al que están sujetas estas organizaciones que, supuestamente, defienden los derechos palestinos; no son capaces de actuar ante las pruebas, sin importar lo definitivas que sean, lo que expone su lealtad al estado colonial de Israel y al terrorismo de sus colonos ilegales. Sin embargo, esta táctica ha sido perfeccionada para proyectar la culpa hacia otro lado, hasta el punto de que la condena lógica de la violencia colonial es considerada demasiado ofensiva, pero la violencia en sí, no. Esto a pesar del hecho de que Israel se adhiere en público a la implementación del objetivo ideológico del sionismo del “Gran Israel”, a través de la continuación de la expansión colonial, de la limpieza étnica y del lento exterminio de la población palestina.
Los comentarios de Ramírez dejan al descubierto el terror del estado israelí, incorporando la memoria histórica y exponiendo un ciclo colonial que no se ha completado aún. Israel ha aplicado diversos tipos de violaciones de derechos humanos contra los palestinos, todas ellas parte de un sistema que no deja salida posible, aislando así a los palestinos y creando una implosión perpetua. La política estatal refleja la impunidad, en tanto que ministros como Naftali Bennett han hablado abiertamente de “hacer desaparecer” a los palestinos. De aquí que no hay nada en el discurso de Ramírez que pueda construirse dentro de otro contexto que no sea el de la realidad sobre el terreno. Las palabras del venezolano retratan una conciencia que es común a Palestina y a Sudamérica, habiendo experimentado ambas la violencia colonial e imperialista.
Nadie debería ofenderse por lo que ha dicho el embajador venezolano. El incidente debería verse como una experiencia educativa acerca de cómo la interpretación de la violencia colonial esquiva las circunstancias en continuo cambio y, como respuesta, ocupa un nicho que alienta el recuerdo selectivo y la memoria del genocidio con el fin de permitir que se perpetre una nueva forma de genocidio en el marco de la ambigüedad de la ley internacional. Como ha descubierto Rafael Ramírez por su cuenta y riesgo, a Israel se le permite cometer crímenes genocidas con impunidad, son aquellos que los condenan los que tienen que disculparse.