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Oriente Medio cerca de usted

Gaza no para de sangrar

Recuerdo la imagen que nos llenó a todos de preguntas. Quizá representaba la tristeza oculta de Yasser Arafat, mirando al mar desde Gaza, y quizá presagiara el miserable futuro de Gaza, una Gaza que en la actualidad vive una destrucción continua debido a la violenta guerra que se hace a su gente y a sus infraestructuras. Siento que Gaza hoy continúa sangrando.
Un niño sostiene un paraguas en Khan Younis, en Gaza.
Visité Gaza dos veces después de los Acuerdos de Oslo y antes de que Hamás comenzara a gobernar en la Franja. Había dormido allí tres noches antes y, durante mi segundo viaje, regresé de Gaza a El Cairo en un coche de alquiler. Fue uno de los viajes más hermosos que he hecho en mi vida. No sé por qué y no he intentado explicarlo. La carretera entre Gaza y El Cairo tiene las cunetas llenas de nostalgia y amor, pues sé cuánto aman los gazatíes El Cairo y cómo de cercanos se sienten al pueblo egipcio. La carretera está hecha de amor asfixiado, rechazado la mayor parte del tiempo. Aquel día, dejé Gaza con un amor por su gente que no se ha desvanecido desde entonces. Sentí que Gaza había sido amasada con bondad y con tristeza, y con un alboroto que la hacen distinta de cualquier otra ciudad palestina, y quizá de cualquier otra ciudad que yo haya visitado o en la que haya vivido.
No me sentí un extraño mientras vagaba por la ciudad. Sentí como si me fuera familiar, una ciudad que conociera desde mi nacimiento. Quizá éste es el motivo por el que sentí la bondad de los gazatíes. Gaza, cuando estalló la primera intifada, fue una llama que se extendió al resto de las ciudades cisjordanas, fue una Gaza que el ejército israelí no logró nunca controlar durante las noches de la ocupación a partir de 1967. Esta Gaza mantenía despiertos por la noche a los generales de la ocupación. Gaza es también el primer lugar en el que vivió Yasser Arafat tras los Acuerdos de Oslo, y donde se construyó la primera pista de aterrizaje.
Recuerdo la imagen que nos llenó a todos de preguntas. Quizá representaba la tristeza oculta de Yasser Arafat, mirando al mar desde Gaza, y quizá presagiara el miserable futuro de Gaza, una Gaza que en la actualidad vive una destrucción continua debido a la violenta guerra que se hace a su gente y a sus infraestructuras. Siento que Gaza hoy continúa sangrando. Cada día nos llegan noticias de gazatíes que se suicidan, ya sea quemándose vivos, ahorcándose o envenenándose. Es como si el destino de esta parte de Palestina fuera morir lentamente. Cuando las muertes causadas por los misiles y los aviones israelíes se ralentizan, los gazatíes experimentan un alivio frente al bombardeo, pero miran a su alrededor y se dan cuenta de que no tienen nada. Lo único que tienen son pasos fronterizos cerrados, necesidades extremas, y muerte, falta de atención médica o la incapacidad de permitírsela.
Contemplo las imágenes que llegan hoy de Gaza y veo a individuos enmascarados. No veo ninguna cara. Es como si las caras de Gaza hubieran desaparecido tras el misterio de las máscaras y de sus secretos. Sin embargo, el pueblo que Gaza no sabe a dónde les conducirá este sospechoso misterio, o dónde se producirán los próximos disparos que matarán a sus hijos, destruirán sus casas y arrancarán sus cosechas. La zona ha entrado en una región oscura, tanto literalmente como en términos figurados, ya que parece que el pueblo de Gaza está aguardando algo desconocido, y no saben si están esperando por voluntad propia o si Gaza simplemente está destinada a aguardar lo desconocido.
Me entristece Gaza y me entristecen los niños de Gaza que no tuvieron la oportunidad de crecer como niños normales. Me admira la paciencia con la que los gazatíes resisten la muerte y el asedio, tratando una y otra vez de levantarse de sus cenizas a través de iniciativas individuales en el arte, en los deportes y en la literatura. Siento furia y pena cuando veo a los niños quemados debido a los cortes de electricidad, mientras que los líderes viven en la luz, rodeados de la oscuridad más absoluta. Gaza es un lugar confuso, pues su gobierno es indiferente al sufrimiento de la gente, y la AP en Ramala es indiferente a aquellos que sufren oscuridad, pobreza y asedio.
Cuando vemos el destino incierto de los palestinos en Siria y en el Líbano, y antes del de ellos, el de los palestinos en Irak, ¿cómo no vamos a sentir el dolor del asedio y de la muerte en Gaza? ¿Cómo vamos a permanecer en silencio ante este caos mortal en el organismo palestino, que causa a la gente de Gaza las tragedias, el suicidio, el hambre y la falta de hogar, tras la destrucción de sus casas? Ay de la catástrofe que no cesa.

 

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