El décimo congreso de Ennahda es tema de conversación en las calles, en los cafés, y también a puerta cerrada. Es el principal tema de Túnez para el mes de mayo. Dentro de unos pocos días, es posible que ya no hablemos de Ennahda, puesto que puede ser que el partido salga del congreso con un nuevo nombre. Habrá gente que mate el tiempo con bromas y burlas acerca del nuevo nombre. Los cínicos recurrirán a los locales con aire acondicionado para resguardarse de la subida de temperaturas ocasionada por el cambio climático y por los cambios en la apariencia y en las acciones de Ennahda, con los que impone las reglas del juego político en un campo en el que parece ser el único jugador.
Permitidme decir que es el único jugador que puede aspirar a marcar algunos goles. Algunos de estos goles puede que no entren en la portería de los adversarios, sin embargo, ya que algunos chutes podrían rebotar hacia quien los ha lanzado. ¿Se espera de Ennahda que permanezca inmóvil mientras otros empiezan a pensar en el cambio? La ley del movimiento ordena moverse o morir. Dejemos morir a aquellos que permanecen inmóviles, mientras nosotros construimos nuestros cimientos sin olvidar la cautela.
Una Ennahda particular para cada tunecino
Hablar de Ennahda tiene muchas connotaciones emocionales, y no es posible hacer tan sólo un análisis racional basado en marcos teóricos de la política y la sociología. Cada cual quiere una Ennahda que se adapte a su estado de ánimo, y sólo unos pocos la aceptarían tal y como es ahora. Algunos quieren que se convierta en un recuerdo histórico, tras disolverse y desaparecer, olvidando que si esto ocurriera, les privaría de la única tarea a la que han encomendado sus vidas; la lucha contra Ennahda.
Otros quieren que sea un bloque acomodaticio, que no tenga programa, de forma que lo puedan emplear como una escalera por la que trepar hacia su propia gloria personal. Otros quieren que combata por ellos en todos los frentes, entregándoles un país sin corrupción, y que desaparezca una vez alcanzado ese propósito. Existen otros aún que quieren que reconstruya la gloria de la nación islámica, para que puedan despertarse por la mañana a contemplar una nación musulmana establecida.
Pero Ennahda no existe para nadie, sino para sí misma y para sus proyectos, por los que está librando una batalla existencial. Está cogiendo color, de forma que la gente la vea y deje de negarla. Es posible que también aspire a que la gente la acepte y cambie sus exigencias para convertirse en parte de ella, tras un largo periodo de rechazo e impasse. No niega su deseo de gobernar. Todo aquel que sea sabio estará interesado en el nuevo proyecto.
¿Quién es la nueva Ennahda?
Ennahda ha anunciado el lanzamiento de un proceso por el que se convertirá en un partido político de referencia islámica. Esto es algo que nunca antes habíamos escuchado, por lo que no podemos compararlo con nada. Algunos lo comparan con la evolución de los partidos demócratas-cristianos en Europa, pero la experiencia en la región árabe parece nueva y abre la puerta al debate en unas reuniones políticas que podrían tener un gran impacto en la teoría y en la práctica de la región. Ennahda plantea un nuevo desafío intelectual con una serie de preguntas más profundas que las teoréticas.
Si la evolución de Ennahda avanza hacia el desarrollo de unos nuevos términos de referencia en el texto religioso y hacia el desarrollo de prácticas políticas, entonces es legítimo que lo haga como movimiento ideológico y partido político al mismo tiempo. No obstante, todo ello estará en standby hasta que haya un plan que plantee un proceso de desarrollo independiente con un contenido social efectivo. Ésta será la prueba de fuego. Quizá podamos decir que lo que hay que hacer es practicar hasta que la diferencia esté clara.
Las nuevas líneas de desarrollo, un termómetro del cambio real
Dentro de la línea de desarrollo requerida, el partido está destinado a colisionar con una serie de fuerzas sociales activas que parecen ocuparse no tanto con la jurisprudencia de los textos religiosos como con los bienes materiales mundanos. Plantean una serie de exigencias contradictorias, pero entre sus prioridades no está el debate de la relación del islam con el estado civil o de las formas de encontrar un equilibrio entre la práctica religiosa y la necesidad de ganarse el pan.
Habrá quien piense que Ennahda ha caído en esta trampa. Dar respuesta a las exigencias contradictorias de las fuerzas sociales se basa en la habilidad de reconstruir económicamente el país, de una forma que permita resolver los dilemas del empleo, así como las disparidades regionales que mantienen al país sumido en una situación en la que en cualquier momento se podría desencadenar una guerra civil.
¿No se suponía que Ennahda tenía que cambiar su ideología porque las fuerzas sociales no parecen interesadas en ningún proyecto ideológico o filosófico?
Por entremedias de de la codicia social –que lleva a un amplio espectro de personas a trabajar por sus propios intereses personales, sectarios y partidistas- y las innovaciones de una nueva teoría de gobierno, Ennahda está atravesando unos pasadizos muy estrechos para imponer un debate profundo que sólo los vagos pueden ignorar.
En cuanto a la cuestión de hasta qué punto la nueva ideología (islam civil o islam social) puede adecuarse a una línea de desarrollo independiente, pienso que ésta es la verdadera motivación que ahora se espera de Ennahda, no sólo porque fuera un partido islámico (que desea volverse civil), sino porque tiene el coraje de expresar un cambio desde dentro en lugar de aceptar un cambio externo impuesto por la revolución tras medio siglo de ideas posturas y políticas muy tozudas por parte de todos los partidos. ¿Dispone Ennahda de los medios para hacerlo?
Barreras estructurales y objetivas
Ennahda no está sola, aunque es la formación más activa. Está avanzando a la par que un organismo que aún no ha curado todas sus heridas. Existe una verdadera lucha entre las diversas generaciones del partido, tal y como la de los 90 y la de los nuevos seguidores que se formaron fuera de la organización secreta y no han bebido de las mismas luchas. Hay gente joven que ha aprendido religión de los telepredicadores y se han cerrado entorno a tendencias posiblemente takfiríes, que la primera generación está luchando por erradicar. Además, existe una forma de pereza intelectual, en tanto que los miembros del partido ya no leen; el propio Ghannouchi lo admitió con tristeza, refiriéndose a ellos como la generación del intelecto de comida rápida.
Los antedichos poderes sociales no están aguardando la aparición de un partido de gente recta; pero quizá sí que sea cierto lo contrario (quieren un partido corrupto, independientemente de cómo se llame, y no aceptarán a Ennahda a no ser que se implique en la corrupción). Los adversarios políticos, de la izquierda hasta la derecha, no aceptarán a Ennahda incluso si cambiara por completo. Si la aceptan, quiere decir que le permiten hacerse cargo en tanto que miden sus propias fuerzas y se dan cuenta de que son débiles. Algunos se han empleado a fondo con la hostilidad y se han consagrado a una tarea: obstaculizar el paso.
A nivel externo, la escena tunecina se ve determinada principalmente por su relación con Francia, el más despiadado enemigo de Ennahda y similares. Francia considera a Ennahda un enemigo y no cree en su transformación, por mucho que rebaje su discurso religioso. La prensa francesa demuestra hostilidad con respecto a los cambios internos en el seno de Ennahda.
A pesar de lo que se dice de los intentos de EE.UU. para permitir que una experiencia musulmana se adapte, después de presenciar lo que están haciendo los americanos con los Hermanos Musulmanes en Egipto prevalece la cautela.
Es por ello que el partido se encuentra en un entorno local, regional e internacional hostil, pero insiste en avanzar con su proyecto. Esto hay que saludarlo como un ejemplo de coraje moral y político, y deberíamos contar con un impacto directo y profundo en la escena tunecina. Algunos anticiparán incluso repercusiones en el resto de los movimientos del islam político en la región árabe. Las puertas a un horizonte del debate y de la reflexión están abiertas, pero dejemos que los miembros de Ennahda recuerden que la principal causa de los conflictos sociales son las ganancias materiales y no el placer intelectual. Quizá podamos también susurrarles un comentario de felicitación con motivo del éxito de su conferencia, recomendándoles que trasladen su sede al Lugar de Muawiya, puesto que es la historia de Muawiya la que habría que leer ahora mismo.
Traducido de Arabi21, 24 de mayo de 2016