¿Son los israelíes seis veces más propensos que los palestinos a favorecer la paz? ¿Son las organizaciones de la sociedad civil israelí seis veces más costosas de mantener que las palestinas? ¿O está el gobierno británico lo suficientemente perturbado como para creer que gastar seis veces más dinero en las organizaciones israelíes a favor de la paz no implica un sesgo increíble contra el pueblo palestino?
Gracias a una pregunta de la diputada laborista Joan Ryan, la Oficina de Exteriores ha confirmado que este año proporcionará fondos a ocho organizaciones israelíes que promueven la paz y tan sólo a una palestina. Las organizaciones israelíes recibirán 851.000 libras esterlinas, en tanto que la organización palestina, la Red de Apoyo de la Comunidad de Jerusalén, recibirá 141.000.
Esta información no fue anunciada ante la Cámara de los Comunes en su conjunto; en lugar de ello, el habitualmente evasivo Tobias Ellwood, vicesecretario parlamentario de la oficina de exteriores, proporcionó la respuesta por escrito. Los hastiados observadores podrán argüir que los datos incómodos para el gobierno son proporcionados de forma habitual por esta vía, para evitar demasiado escrutinio.
Seamos claros, algunas de estas organizaciones son brillantes. Yesh Din, que recibirá casi 200.000 libras, documenta de forma persistente las violaciones de derechos humanos cometidas por Israel, para irritación de todos aquellos que apoyan estas infracciones. Terrestrial Jerusalem recibirá más 50.000 libras para continuar con su labor fotográfica documentando la ocupación de Jerusalén, y ha sido acusada recientemente por Netanyahu de “ incitación y provocación manipuladora en cuanto a la raza .” Rabbis for Human Rights, que recibirá más de 100.000 libras, lleva un nombre que se explica por sí mismo; entre sus proyectos más cautivadores está el desafío contra las confiscaciones de tierras, la plantación de olivos en los olivares destruidos por las bandas de colonos ilegales y la defensa de los derechos de los beduinos.
Dejando de lado el abismo de financiación existente entre las organizaciones israelíes que reciben dinero y las numerosas organizaciones palestinas que no lo reciben, hay dos entes que merecen ser analizados más de cerca. Kids creating Peace recibirá 40.000 libras. A primera vista, ¿qué hay que no nos pueda gustar? Niños, paz y una fundadora carismática que montó la organización con tan sólo 16 años. Oh, Kids creating Peace es parte de la secta de la cábala, una colección de tipos chalados pseudo-religiosos conocidos por vender agua “que cura el cáncer” a pacientes de cáncer, así como poseedores de un historial de prácticas de contabilidad sospechosas.
Los datos de la oficina de exteriores también muestran cómo el Centro Injiaz de Gobernanza Profesional Árabe Local va a recibir un jugoso cheque a cargo del contribuyente británico. En lugar de entrenar a los árabes que viven en los territorios controlados por la Autoridad Palestina como preparación para su papel en un futuro estado palestino, el Centro Injiaz entrena a árabes israelíes para participar en la política israelí. El organizador admitió: “Lo más seguro es que tengamos que abandonar la fórmula básica de dos estados para dos naciones”. El gobierno británico, a pesar de su apoyo nominal a la solución de los dos estados, está dispuesto a pagar este año más de 60.000 libras a una pequeña ONG israelí que no cree en la solución de los dos estados.
Ahí está, también, el Centro Peres por la Paz, fundado por Shimon Peres en 1996. Una serie de documentos publicados por el Centro muestran cómo ofrece formación a médicos palestinos, que han de vivir y formarse en Israel durante cinco años antes de volver a los territorios supuestamente controlados por la Autoridad Palestina. También tienen que aprender hebreo –que, aun siendo muy práctico, sólo contribuye a reforzar la impresión de que esta actividad de “construcción de paz” únicamente prolonga y legitima la ocupación-. Tras perder a su familia en la Shoah (el elemento judío del Holocausto europeo), Peres viajó a lo que se convertiría en el estado de Israel y fue rápidamente encarcelado por los británicos, en 1944, tras haber dirigido una expedición de colonos ilegales al desierto del Negev. Pasó gran parte de los próximos años adquiriendo el más pacífico de los objetos: armas nucleares ilegales. Lo hizo a través de subterfugios, y engañando con trucos a los inspectores internacionales de armas nucleares, a través de su puesto de ministro de defensa, desencadenando una carrera armamentística nuclear en la región. Más adelante tuvo el atrevimiento de dar lecciones a Irán por su propio programa.
Más tarde se ganó la reputación de ser un “cordero” en base a su increíblemente ambigua aproximación a los Acuerdos de Oslo. Peres también empleó la invasión del Líbano en 1996 para desplazar a cientos de miles de civiles y aumentar sus oportunidades en unas elecciones generales que se desarrollaban por pura coincidencia en Tel Aviv. Unos 800 civiles libaneses se refugiaron en unas instalaciones para refugiados en Qana. Peres y sus generales ordenaron que el campo fuera bombardeado, afirmando luego que se había tratado de un accidente. Los israelíes modificaron la versión cuando aparecieron vídeos de la fuerza aérea vigilando cuidadosamente la zona antes de pasar al ataque. Más de cien civiles libaneses desarmados murieron, y un número similar resultó herido, al igual que una serie de observadores de Naciones Unidas.
Resulta desconcertante que el gobierno británico considere que merece la pena invertir en un centro por la paz bautizado en honor de un presunto criminal de guerra; al igual que el hecho de que esté dispuesto a entregar dinero a organizaciones que practican extraños cultos religiosos. Que la Oficina de Exteriores afirme obstinadamente estar a favor de la solución de los dos estados y después financie a grupos que abiertamente admiten estar preparando una solución de un estado; y que otorgue seis veces más fondos a los grupos israelíes que a los palestinos, sugiere, en el mejor de los casos, un preocupante desequilibrio en la manera de ver el conflicto. En el peor de los casos, es una prueba de que, en el sancta sanctórum de la oficina de exteriores, los mandarines saben que la solución de los dos estados está muerta.