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¿Hora de desestigmatizar las conversaciones con Hamás?

Logotipo de Hamás -Movimiento de Resistencia Islámica en Palestina.

Durante muchos años, negociar con Hamás era considerado un concepto tabú en el marco de la iniciativa de paz israelo-palestina. Hace ahora diez años, Hamás ganó las elecciones legislativas palestinas en Gaza, y, desde entonces, los civiles han estado sufriendo a consecuencia de ello un bloqueo y unas agresiones que han hecho que todos los niños gazatíes de menos de ocho años crecieran sabiendo lo que es la guerra y el devastador periodo posterior. La ONU estima que en menos de cuatro años Gaza será inhabitable.

Gaza cayó en la catástrofe humanitaria tras la última ofensiva israelí en 2014. Atrapada entra las agresiones egipcias y las israelíes, los gazatíes han quedado sin agua, comida y otros bienes básicos. Aproximadamente el 97% del agua de Gaza no es apta para el consumo, mientras que cada vez más gazatíes viven por debajo del umbral de la pobreza, con lo que no se pueden permitir el agua embotellada. Aprisionados por la violencia política, los hospitales se están quedando sin suministros, y los pacientes son incapaces de obtener los tratamientos que necesitan.

Todo esto ocurre para garantizar la seguridad de Israel y para forzar a la gente de Gaza a elegir en un dilema que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu llama “Hamás o la paz”.

Para Netanyahu y sus aliados, hablar con Hamás supone respaldar el objetivo del movimiento de alcanzar un estado palestino con las fronteras anteriores a 1948. La Carta de Hamás rechaza uno de los pilares fundamentales de los Acuerdos de Oslo de 1993: una solución con dos estados. Teniendo en mente Oslo, sería justo decir que una administración política que no esté dispuesta a reconocer a Israel debería ser excluida del proceso de paz; sin embargo, el actual gobierno israelí también es una administración política que no cree en la solución de los dos estados. Durante la campaña electoral de Netanyahu del año pasado, afirmó explícitamente que si él era elegido, “no habrá un estado palestino”.

A pesar de todo esto, se ha producido un incremento del número de cargos occidentales e israelíes que han pedido el inicio de las conversaciones con Hamás. En una entrevista con Al Jazeera, Efraim Halevy, director del Mossad hasta 2002, subrayó la necesidad de las conversaciones con Hamás. Manifestó que los principales generales israelíes creen que la presencia de Hamás en Gaza es “la mejor situación para Israel”, porque no hay otra alternativa que la anarquía.

Durante la ofensiva israelí contra Gaza en 2014, diversos políticos por todo el mundo llamaron a negociar con Hamás. Uno de ellos fue el antiguo líder del partido británico liberal-demócrata Nick Clegg, que instó al gobierno israelí a por lo menos poner fin al bloqueo y encontrar un modo de contener a Hamás sin recurrir a la inducción de una catástrofe humanitaria.

El antiguo enviado por la Paz a Oriente Medio de la UE, Tony Blair, medió en conversaciones secretas entre Hamás e Israel para poner fin al cerco contra la franja de Gaza el pasado agosto. Esto demuestra que se ha producido un giro, de considerar al grupo como una organización terrorista anárquica y bandida, a ser conscientes de su fuerte influencia política.

El antiguo presidente de EE.UU. Jimmy Carter y la expresidenta irlandesa Mary Robinson escribieron un artículo en Foreign Policy en el que piden un cambio de actitud con respecto a Hamás. “Simultáneamente, EE.UU. y la UE deberían reconocer que Hamás no es solamente una fuerza militar, sino también política,” explicaron. “Hamás no puede desaparecer con sólo desearlo, ni va a cooperar en su propia defunción”.

Sólo a través de la desestigmatización de las conversaciones con Hamás, que obviamente ya se están produciendo en secreto, existirá una manera legítima de alcanzar objetivos estratégicos y humanitarios a corto plazo para poner fin al sufrimiento de la gente de Gaza.

El antiguo asesor de Blair, Jonathan Powell, que desempeñó un papel crucial en la negociación del Acuerdo de Viernes Santo de Irlanda del Norte, apoya desde hace tiempo la negociación con la oposición militar, incluso si ambas partes rechazan encontrarse directamente, principalmente por motivos humanitarios. “Cuanto más dure el alto el fuego, más difícil es volver a matarse,” dice en su libro Hablando con Terroristas.

De denegarles la ciudadanía a los palestinos al rechazo a convivir con los palestinos porque “ no se puede coexistir con el cáncer ,” hay pruebas absolutamente claras de que el gobierno israelí no está dispuesto ni siquiera a humanizar a los palestinos, por no hablar de concederles autonomía.

Por su parte, Hamás cree que, aunque “hay periodos en los conflictos que requieren negociar con el enemigo”, la postura a largo plazo es que hay que rechazar las negociaciones “que pueden servir al fuerte, pero no al débil,” en palabras del líder del movimiento Khaled Meshaal.

Es importante reconocer que incluso si Hamás fuera destruido militarmente, en tanto que existan las condiciones que provocaron el apoyo del que goza el movimiento, sería imposible acabar con la resistencia palestina.

Está claro que nos palestinos no han olvidado la Nakba de 1948 o la Resolución 194 del Consejo de Seguridad de la ONU que exige el cumplimiento de su derecho de retorno. En lugar de olvidar, los palestinos en casa y en el exilio continúan de duelo por la Nakba, que sigue teniendo un efecto significativo sobre sus vidas. Los crímenes que ocurrieron antes, durante y después del establecimiento de Israel son cada vez mejor conocidos por la comunidad internacional, lo que vuelve más difícil que se olviden.

En tanto que no se cumplan los derechos legales y humanitarios de los palestinos, los movimientos de la resistencia palestina continuarán emergiendo incluso en el caso de una derrota de Hamás.

 

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