En un edificio de varias plantas, próximo a la Universidad Islámica de Gaza, varios grupos de artesanos se especializan en diversas técnicas. Es una especie de colmena, que forma parte de un proyecto voluntarioso para aquellos que tienen necesidades especiales.
Manal Hassna es responsable de comunicación de un proyecto que ayuda a los gazatíes con necesidades especiales a integrarse social y económicamente, proporcionándoles rehabilitación y formación profesional. Lanzado en 2012, el proyecto ha formado a más de 700 personas con necesidades especiales en varios campos académicos y técnicos, 400 de las cuales están en la actualidad trabajando. También ha apoyado el establecimiento de nueve talleres técnicos para personas con necesidades especiales, permitiéndoles liberarse de la dependencia económica.
En declaraciones a MEMO, Manal explicó que el proyecto ofrece una serie de especializaciones que incluyen carpintería, pintura, tapizado, envoltorio de regalos, pintura sobre vidrio, grabado, informática, producción de productos en aluminio, bordado y mantenimiento de teléfonos móviles. También señaló que de forma reciente el proyecto ha comenzado a dar la bienvenida a personas con trastornos mentales y con problemas de audición.
Una de las historias más inspiradoras que ha dado este proyecto es la de Majeda Murad, de 47 años. En su relato a MEMO, explicó que durante la guerra de Gaza de 2008 había perdido ambas piernas. Durante 15 años había sido maestra, pero tras ser herida no pudo continuar con su vocación. Tan pronto como el proyecto fue lanzado, gracias a la financiación turca, se unió y, junto con muchos otros, recibió una oportunidad increíble. Cree que esta oportunidad ayuda a la gente con necesidades especiales a integrarse en la sociedad y les permite superar sus obstáculos psicológicos.
“Aunque el proyecto no cambie nada en términos de nuestras discapacidades, tras largas horas de formación y de práctica hemos aprendido una nueva técnica, y somos capaces de trabajar en especializaciones complejas,” añade Murad.
“Nuestras esperanzas crecieron al ver que nuestros productos eran vendidos en el mercado palestino. Ese momento supuso un punto de inflexión, ya que hemos producido algo que ha alcanzado el mercado palestino y nos ha inspirado para ser aún más creativos,” concluye.
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