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Negociando con debilidades

Una escuela de Gaza bombardeada por Israel. Imagen de archivo.

La debilidad es una herramienta que se puede emplear para ganar la simpatía de los demás y recibir su ayuda. Esto no sólo lo hacen los individuos, sino también los países. Están aquellos que no tienen la voluntad de trabajar y de ganarse la vida a través de su propio esfuerzo, y también aquellos que tienen discapacidades que les impiden trabajar. También hay otros que son mentirosos profesionales y que engañan a los demás haciéndose pasar por débiles.

Los psicólogos se han dado cuenta de que la gente, en general, es susceptible a las emociones y empatiza con las preocupaciones de los demás, y algunos están dispuestos a simpatizar de una manera o de otra y de ayudar a los débiles y a los discapacitados. Es posible que estas reacciones emocionales formen parte de la naturaleza humana, pero no se puede saber a ciencia cierta.

La cultura de la mendicidad

En muchos países podemos ver cómo los mendigos tratan de aparecer más débiles de lo que son, para ganarse la simpatía de la gente y obtener dinero o comida. Los mendigos que no sufren discapacidad camuflan un brazo o una pierna como si lo hubieran perdido o fingen ser incapaces de trabajar o de caminar. Algunos fingen ser ciegos o tener una enfermedad mental, todo ello en base a la idea de que la debilidad o la discapacidad les granjearán amabilidad y caridad.

Algunos lloran y derraman lágrimas para dar la impresión de que están viviendo una tragedia que sólo puede ser aliviada a través de la caridad de los demás. Los métodos son diferentes, pero en cualquier caso, existen algunos individuos que son excelentes a la hora de engañar a los demás y de generar una gran simpatía.

Los mendigos no tienen dignidad, y de aquí procede la confusión de la gente, incluso cuando muestran compasión. Los que piden aun siendo capaces de trabajar son especialmente malvados, y carecen de cualquier tipo de dignidad o de respeto hacia sí mismos. Están dispuestos a soportar humillaciones, insultos y palabras ofensivas, y a abrirle la puerta a la escoria del mundo.

Si comparamos a tales individuos con los ladrones, llegaríamos a la conclusión de que los ladrones son mucho más valientes que los mendigos, pues están dispuestos a sacrificar sus vidas y su libertad por el dinero, sin tener que sacrificar su dignidad y la de su país. Los ladrones hacen planes y se esfuerzan, tratando de alcanzar una vida ilegal e inmoral a través del esfuerzo, en tanto que los mendigos mienten y engañan y no quieren trabajar ni esforzarse.

 

Los países mendigos

Hay una serie de países que mendigan a nivel internacional, en base a sus afirmaciones de que su gente pasa hambre. Sin embargo, muchos países, incluidos algunos árabes, son corruptos y despilfarran el dinero de la gente. Los líderes de estos países no quieren avanzar hacia el progreso, sino que se distraen con sus deseos personales y con la persecución de los ciudadanos.

Debido a la corrupción y al fracaso de abandonar sus caprichos y deseos cuando gobiernan, la productividad de la población cae, junto con sus ingresos y con los ingresos del país. Esto causa una grave carencia de alimentos y de servicios básicos. Llegados a este punto, los gobiernos de estos países recurren a los llantos en el escenario internacional para pedir ayuda económica y financiera. Los ciudadanos de algunos de estos países sufren el hambre y la pobreza, causando una conmoción mediática internacional y presionando a los países que se esfuerzan por avanzar. Estos países corruptos emplean la pobreza y el hambre de su pueblo como una excusa para mendigar y pedir. Se parecen a los individuos que mutilan a propósito a sus hijos para facilitar la mendicidad.

Algunos países ricos alientan de una manera o de otra esta mendicidad para alcanzar sus intereses nacionales, tales como la dominación económica y la eliminación de la voluntad política del otro. Otros países alientan la corrupción o la pasan por alto, para que los países con líderes corruptos sigan pidiendo y pierdan su voluntad política, como ha ocurrido y sigue ocurriendo en el caso de Egipto.

Los países occidentales han mutilado a Egipto a través de su ayuda financiera, permitiendo a los gobernantes corruptos campar a sus anchas, todo ello para dominar las decisiones de Egipto y preservar la seguridad de Israel. Los países occidentales también han mutilado a los palestinos, permaneciendo en silencio ante la corrupción de la AP, abandonando al pueblo palestino de Cisjordania y de Gaza bajo la carga de la ayuda financiera. El pueblo palestino adquirió la cultura de la mendicidad porque reciben dinero sin tener que trabajar por él, a cambio de abandonar su voluntad política y derechos nacionales inalienables. La situación se deterioró aún más, en particular en Cisjordania, hasta el punto de que la gente coexiste con la ocupación israelí.

Israel y los países occidentales que proporcionan la financiación se enfrentaron a la siguiente pregunta: ¿Qué es más factible a nivel económico: abandonar al pueblo palestino a su suerte en lo que respecta a ganarse la vida, o controlarles financieramente despojándoles de su voluntad política? Abandonar a los palestinos a su propia suerte es más costoso, ya que causará problemas de seguridad a Israel y acrecentará los que tienen los países occidentales. Estos problemas son muy costosos. Es mejor entregar pequeñas cantidades de dinero para mantener la situación tranquila y dispuesta a apoyar la seguridad de Israel.

 

Negociando con debilidades

Es notorio que los países árabes están tratando de desempeñar, en la medida de lo posible, el papel de la paloma de la paz, cooperando en la escena internacional. Lo hacen con el fin de demostrarle al mundo que son países pacíficos que no quieren agitar o agravar la situación, sin tener en cuenta los ataques o la violencia que ocurre. Por ejemplo, estos países han permitido que EE.UU. domine las decisiones y la riqueza árabes, con el fin de agradar a los países occidentales. Sin embargo, también están dispuestos a librar una guerra contra Irán para agradar a Occidente. El ejército turco ha violado durante años la soberanía de Irak, interviniendo militarmente en el norte de Irak, pero los países árabes se quedaron mirando sin hacer nada. Ahora las fuerzas turcas están violando territorios sirios, sin que los árabes se movilicen contra ello. Entretanto, Israel ha aprovechado cada oportunidad para humillar a los árabes, desafiar sus decisiones y empujarles hacia la rendición.

Israel ha violado de forma repetida santuarios musulmanes y cristianos, y se ha asegurado de que el statu quo sobre el terreno en Cisjordania depriva a los palestinos de sus derechos. Sin embargo, los árabes siguen ofreciendo la rama de olivo y la paloma de la paz. Los países árabes no han empleado sus armas ni siquiera contra Eritrea, que ocupó las islas yemeníes de Hanish a las afueras de Bab Al-Mandeb, dejando que fuera la Corte Penal Internacional la que defendiera a Yemen.

Algunos países árabes compran cada año armamento por valor de miles de millones de dólares, ¿pero para quién lo compran y contra quién lo usarán? Algunos países árabes cuentan con enormes fuerzas militares, y parece que estas armas sólo las sacan en la guerra contra Yemen. Las armas árabes no son empleadas contra Israel o contra la dominación occidental de las decisiones políticas árabes, y ninguna de estas violaciones contra el mundo árabe provoca ni enfurece a la Liga Árabe.

Los árabes no son capaces de ganar guerras y son derrotados con frecuencia, y, por ello, han sido incapaces de alcanzar la paz. Continúan representando a los demás, en particular a Israel, como a un pulpo capaz de rodear a sus enemigos, con el fin de destacar y subrayar sus debilidades y su incapacidad de defenderse a sí mismos. De forma constante piden a los países occidentales, en especial a EE.UU., que presionen a Israel para que acepte las propuestas de rendición árabes. Los líderes árabes viajan de forma constante a Washington y a otras capitales occidentales para quejarse de la terquedad de Israel y de sus infracciones y acciones habituales en Palestina.

En general, los gobiernos árabes tratan de poner énfasis en su compromiso con la legitimidad y la legalidad internacionales , que son violadas por varios de ellos, para demostrar su respeto por las resoluciones de la ONU. Al mismo tiempo, otros emplean a la ONU como herramienta para aprobar sus políticas.

La ocupación israelí viola la legalidad y la legitimidad internacionales, pero los árabes están buscando a alguien que se vengue de Israel en nombre de ellos. Los países árabes no paran de llorar en el escenario internacional por la arrogancia israelí, y continúan subrayando su profundo amor por la paz y su deseo por la paz mundial. Están ansiosos por desplegar sus debilidades al mundo, en tanto que el mundo ridiculiza a los árabes y se sorprende ante este “gigante” árabe que no para de gimotear ante las medidas y las acciones de un mini-estado poco poblado y geográficamente pequeño.

Los árabes tratan de ganarse la simpatía y la compasión de los demás, pero los demás saben que no se trata de los países; en lugar de ello, se trata meramente de líderes que están empleando su poder para obtener beneficios personales, y en esto la AP no es diferente del resto de los árabes.

Los palestinos que alcanzaron un acuerdo con los israelíes se han comprometido a resistir contra la resistencia y a coordinarse con los sionistas en materia de seguridad para proteger la de Israel. Se han comprometido a demostrar al mundo que son pacíficos, aun cuando se muestran serviles y sometidos. Su presidente aprovecha toda oportunidad que se le presenta para destacar su adhesión a los intereses de Israel, a expensas de los intereses nacionales palestinos. No deja de arrimarse a los sionistas durante sus apariciones en televisión, y confirma que no quiere regresar a su ciudad natal de Safed. Además, hace hincapié de forma constante en la santidad de la coordinación de seguridad y en su compromiso con la seguridad de los sionistas.

A pesar de todo esto y de sus esfuerzos por ganarse su compasión, los sionistas no le prestan atención alguna, y continúan ejerciendo sus políticas habituales en contra de los palestinos. Los israelíes creen que alguien que no puede librar una guerra no puede hacer las paces, y que aquellos que exhiben sus debilidades están invitando a otros a aprovecharse aún más de ellos.

Algunos palestinos argumentan que el movimiento sionista empleó la simpatía para obtener más apoyo internacional, y que utiliza esta estrategia con éxito. Creen que Israel fue capaz de establecer un estado gracias al respaldo de muchos países occidentales. Esto es cierto, pero el movimiento sionista no se basó solamente en la compasión, sino que desarrolló una serie de métodos y de vías para establecer su fuerza, forzando a los demás a escucharle.

El movimiento sionista desarrolló una fuerte organización a nivel internacional, que le valió una gran presencia en los medios. Se abrieron camino por entre los líderes internacionales empleando el dinero y las mujeres, e impulsaron la organización de la francmasonería. También establecieron programas para involucrar a líderes, intelectuales y grandes capitalistas, obteniendo así influencia mediática, financiera e intelectual. Esto quiere decir que el movimiento sionista no cedió ante sus debilidades o las empleó para negociar; en lugar de ello se esforzó por volverse más fuerte.

En cuanto a la AP, se esfuerza de forma constante para destruir las fortalezas de la gente, con el fin de demostrar al mundo que los palestinos son muy débiles y merecen ayuda. La mayor prueba de esto es la persecución de la AP contra la resistencia y los levantamientos, así como sus esfuerzos por debilitar a los productores palestinos, destruir la economía palestina, agobiar a la gente con impuestos y tasas, y librar una guerra contra la libertad de opinión y de expresión, así como contra el derecho a participar en la toma de decisiones.

Los países árabes han probado a negociar con la debilidad, igual que los palestinos, y son siempre los perdedores. Quienes negocian con su debilidad siempre se exponen y confirman a los demás que carecen de la energía para defenderse a sí mismos. Quizá sea un buen momento para citar al presidente argentino, cuando desafió a Gran Bretaña diciendo que no era árabe sino que estaba dispuesto a luchar.

La debilidad aguijonea la codicia de los demás, y no es sorprendente que las naciones y las diversas organizaciones se apelotonen entorno a los árabes, sometiéndoles a diversas formas de humillación y chantaje. La debilidad no es el caballo ganador, y los débiles no pueden ser salvados de su debilidad.

Traducido de Al Jazeera, 12 de junio de 2016.

 

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