Cuando Israel se unió a las Naciones Unidas el 11 de mayo 1949, sus incorporación estaba condicionada al cumplimiento de varios asuntos cruciales. Además de estar obligado a respetar la Carta de las Naciones Unidas, tuvo que declarar públicamente sus fronteras y permitir que los refugiados palestinos regresaran a sus hogares. Sesenta y siete años después, ninguna de estas obligaciones se ha llevado a cabo. A pesar de su desprecio flagrante y permanente hacia la comunidad internacional, digna del tipo de Estado en el cual se ha convertido, la ONU ha sucumbido a la presión del grupo de Europa Occidental y Otros (WEOG) y seleccionó a Israel para ostentar un asiento en una de sus seis comisiones permanentes.
Como se predijo, el movimiento ha provocado críticas generalizadas, no sólo de la Autoridad Palestina, sino también de las organizaciones internacionales no gubernamentales, la Liga de los Estados Árabes y la Organización de Cooperación Islámica. La elección de Israel para presidir el comité legal de la ONU, en su opinión, es una afrenta al Estado de Derecho y una perversión escandalosa de los principios fundamentales del organismo mundial.
En Londres, un comunicado de la Organización Árabe de Derechos Humanos en el Reino Unido insistió en que tal repulsa estaba justificaba porque Israel sigue siendo, después de varias décadas, el ocupante ilegal de tierras palestinas y árabes y comete crímenes atroces regularmente, incluyendo el asesinato extrajudicial de los palestinos en los territorios ocupados y, posiblemente, crímenes de guerra y contra la humanidad. No sólo eso, sino que también Israel detiene a palestinos de manera arbitraria; construye asentamientos ilegales en los territorios ocupados; se involucra en el robo de tierras; desplaza a los palestinos por la fuerza; y se niega a permitir que el pueblo palestino ejerza su derecho a la libre determinación a pesar de los repetidos llamamientos de la Comisión Política Especial y de Descolonización de la ONU.
Aunque es principalmente simbólica, la elección de Israel para la comisión legal de la ONU elevará su perfil dentro de la organización y le permitirá influir en las decisiones sobre cuestiones relacionadas con el derecho internacional. Danny Danon, embajador israelí en la ONU, estaba comprensiblemente eufórico después de la elección y tuvo la audacia de afirmar que "Israel es un líder mundial en el derecho internacional y en la lucha contra el terrorismo".
Sin el apoyo del Grupo de Europa Occidental y Otros (WEOG) la candidatura de Israel a la silla de la comisión jurídica tendría muy pocas posibilidades de éxito. En los últimos años, la Unión Europea y varios de sus países miembros por separado han intentado, con el pretexto de la lucha contra el antisemitismo, censurar el debate y la crítica a Israel. Ahora queda por ver si Israel usará su presidencia del comité legal de la ONU para promover normas similares destinadas a suprimir toda crítica internacional y censura de sus políticas y prácticas ilegales.
Aunque los funcionarios israelíes nunca han dado ninguna importancia a las decenas de resoluciones de la ONU que condenan sus acciones, no han ocultado su temor a la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Su éxito en Occidente ha llevado a los países como Francia y Gran Bretaña a penalizar las llamadas para el boicot a Israel. En octubre del año pasado, el más alto tribunal de apelación de Francia confirmó la condena de 12 activistas solidarios con Palestina por llamar al boicot de los productos israelíes.
En Gran Bretaña, el gobierno conservador de David Cameron recientemente dio a conocer planes para prohibir a los ayuntamientos, organismos públicos e incluso algunos sindicatos de estudiantes universitarios realizar boicot a las empresas que operan en colonias de asentamientos ilegales de Israel. El portavoz del líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn describió la decisión del gobierno como un "ataque a la democracia local."
Con su presidencia privilegiada del comité legal de la ONU, Israel tiene ahora la oportunidad de tratar de una vez por todas con otro motivo de preocupación que tiene desde hace mucho tiempo; la denominada "deslegitimación" que sufre por parte de los activistas pro-palestinos. El pilar central de esta estrategia consiste en deslegitimar a los que se atreven a criticar sus políticas. Por lo tanto, de ahora en adelante podemos esperar que no haya escasez de debates sobre cómo desinfectar la ocupación, redefinir el sionismo y hacer de todas y cada una crítica a Israel un acto de "antisemitismo".
Si la ONU se permite ser secuestrada con esa finalidad, bien podría decir adiós a toda la credibilidad y el respeto que ha dejado dentro de la comunidad internacional. Que Israel deba ser elegido para supervisar la aplicación del derecho internacional es tan absurdo como la designación de un criminal de carrera para cuidar las joyas de la corona. Bajo ninguna circunstancia se puede esperar la ONU que la normativa del estado de derecho humanitario sea aplicada a Palestina, ya que Israel no reconoce que su ocupación sea ilegal, ni reconoce la importancia de la Convención de Ginebra sobre los territorios palestinos ocupados.
En estas circunstancias, nadie debe culpar a los israelíes por saborear lo que es claramente un triunfo diplomático. Nunca desde que fue admitida en la ONU en 1949 ha dirigido ninguna de las seis comisiones permanentes del organismo mundial. Del mismo modo, nadie debe culpar a los palestinos, las víctimas de la ocupación israelí, por perder la confianza en la ONU. Después de todo, Israel es y seguirá siendo siempre una creación de las Naciones Unidas, creado como lo fue en la resolución 181.
Ante todo, la elección de esta semana de Israel para presidir el comité legal de la ONU ha subrayado lo difícil que es confiar por completo en la organización y sus agencias. Esto es, además, un claro recordatorio de la necesidad de preservar los beneficios garantizados por la acción civil directa como la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones. Sí, puede tomar tiempo que cobre impulso, pero hay que estar seguros de que cuando lo haga, el BDS será una fuerza irreversible e imparable. Israel sabe esto, y es por lo que está gastando tanto tiempo, energía y recursos en tratar de bloquear el movimiento global. Puede tener una tapadera de respetabilidad de la ONU ahora, pero aún teme a la pacífica campaña BDS más que a cualquier otra cosa en el mundo.