Según una esperada investigación ha concluido, Gran Bretaña participó en la guerra de Irak de 2003 basándose en información defectuosa antes de que se hubiesen agotado los caminos pacíficos para desarmar al régimen de Saddam Hussein.
La investigación realizada por John Chilcot, un juez retirado, reveló que la intervención militar de Gran Bretaña había resultado "terriblemente equivocada" y que el gobierno de Reino Unido no había podido conseguir los objetivos que se había fijado para sí mismo.
Al anunciar los resultados de su investigación de siete años en el centro de Londres, el miércoles por la mañana, Chilcot especificó que no estaba expresando una opinión sobre si la acción militar en Irak era legal o no.
No obstante, agregó: "Sin embargo, hemos llegado a la conclusión de que las circunstancias en que se decidió que existía una base jurídica para la acción militar estaban lejos de ser satisfactorias."