El fallido golpe militar en Turquía, que tuvo lugar en la noche del viernes 15 julio fue un shock para el mundo y constituye el momento más difícil para el gobierno democráticamente electo de Recep Tayyip Erdogan.
El intento de tomar el poder en el país por parte de los militares turcos habría sido considerado un revés importante a la democracia y la libertad en el país si el golpe hubiese tenido éxito. Los turcos han tenido décadas de momentos oscuros que amenazaban con desestabilizar su estado, a través de una policía comprad por el ejército turco, y probado las repercusiones a lo largo de las generaciones desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Es por eso que mayoritariamente se levantaron contra el ejército, desafiando a los tanques decenas de miles de ciudadanos en todo el país.
Durante la última década, desde que gobierna el Partido de la Justicia y el Desarrollo, la opinión pública turca ha probado tener una verdadera democracia, libertad y un estado de derecho. La economía del país se ha desarrollado enormemente. La Lyra turca ganó credibilidad entre las monedas internacionales y el país ha logrado prosperar en sus infraestructuras, sistema de transporte, servicios de salud, educación y defensa. No es de extrañar entonces que el pueblo turco haya estado dispuesto a defender su democracia a cualquier precio.
Durante las menos de diez horas que duró el golpe de estado, los ciudadanos turcos han enseñado a los elementos rebeldes del ejército, y al resto del mundo, un sinfín de lecciones de la unidad, orgullo, valor y amor a la nación y la democracia. Imágenes que están retratadas por los medios de comunicación internacionales y que muestran varias escenas de valentía, de personas desarmadas que desafían los tanques militares, a una multitud de ciudadanos que intentan someter a los soldados del ejército e incluso ayudar a la policía arrestarlos.
A partir del domingo, más de 6000 detenciones habían tenido lugar. Sin embargo, los dedos apuntan principalmente al grupo de Gülen, como ya sospechaba el presidente turco. Erdogan acusa abiertamente Gülen de ser responsable de la promoción de un movimiento subterráneo paralelo que se ha infiltrado en el ejército, la policía, los medios de comunicación, y los sistemas de justicia y otros sectores de la sociedad turca. Este grupo argumenta que se ha convertido en "canceroso" y es directamente responsable de la desestabilización del estado. Ahora él tiene una evidencia para probar ante los tribunales.
Este momento histórico ha sido simbólico no sólo para los ciudadanos turcos, sino también para los países vecinos, y para muchos observadores de todo el mundo. Las lecciones que se pueden destacar de este momento decisivo de la historia de Turquía son múltiples y variadas, especialmente para los países de la Primavera Árabe que han pasado por experiencias similares.
En primer lugar, el papel de los medios de comunicación fue una herramienta crucial en el vuelco del intento de golpe militar. Si bien parte de los militares logró tomar el control de la principal estación de televisión estatal y difundir su primer anuncio, Erdogan logró dirigirse a la nación a través de las redes sociales. Su llamada a través TimeFace al pueblo turco, en la primera hora del intento de golpe, a salir a las calles fue la decisión que más ayudó a frenar a los golpistas.
Erdogan apareció otras cinco veces en un lapso de seis horas, en las que de forma recurrente instó al público a invadir los espacios públicos como la plaza de Taksim, el aeropuerto de Estambul, El Puente del Bósforo y la estación de televisión. A eso de las 08:45 GMT, cuando se hizo evidente que el intento de golpe estaba condenado al fracaso, Erdogan se dirigió a los turcos a través de Twitter para que se mantuviesen alerta en espacios públicos aunque todo parecía haber terminado.
Asimismo, mientras que los principales medios estaban luchando para ponerse al día sobre el dramáticodesarrollo de los acontecimientos y para encontrar imágenes de sus noticias, las redes sociales se inundaron de noticias, fotos y filmaciones de varias partes de Estambul y Ankara que documentaban los eventos.
En segundo lugar, mientras que este evento se mantuvo durante unas horas la pesadilla más horrible para Turquía en el año 2016, en el que hubo un intento de cambiar la regla democrática a través de la fuerza militar, la respuesta por parte de las potencias occidentales era pobre para cuanto menos, y vino sin condena inmediata.
Las siguientes son algunas respuestas durante las pocas horas antes del fracaso de golpe: el jefe de la ONU: "llama a la calma en Turquía '; Obama:' apoya la democracia en Turquía '; Alemania apoya la democracia en Turquía', (aunque pronunciar una condena clara después del golpe, eso ya no). Un senador estadounidense abiertamente dijo que "vamos a apoyar cualquier gobierno militar en Turquía. Esto es comprensible dada la hostilidad de los medios de comunicación de Estados Unidos contra los musulmanes. Pero lo que es patético es el apoyo continuo, hasta el último minuto, de medios de comunicación árabes a favor del golpe. Por ejemplo unos medios de comunicación egipcios estaban encantados de que el gobierno turco pudiese caer. Algunos llegaron a afirmar que Erdogan, según los informes, estaba buscando asilo en Alemania.
Sin embargo, para crédito del gobierno de Qatar, el Emir de Qatar proclamó desde el primer momento su apoyo incondicional al gobierno de Erdoğan y anunció su condena al intento de golpe. Esto fue seguido por Marruecos y el Partido Ennahda en Túnez que expresaron abiertamente su desagrado por este ataque a la democracia y llamó al ejército turco a respetar la voluntad del pueblo.
Ahora bien, este golpe de estado fallido es una lección que se enseñará en los libros de historia. Pero este momento significativo en la historia no debe entenderse como una lucha por el poder entre los islamistas y los secularistas como es el caso en muchos países en el mundo musulmán. De hecho, los secularistas de Turquía han expresado su firme apoyo al gobierno democráticamente elegido y condenado claramente el intento de golpe. Este evento sólo puede considerarse como parte de un intento por parte de unas pocas potencias externas para desestabilizar toda la región y, por tanto, eliminar cualquier posible éxito de la Primavera Árabe. Turquía ha sido un partidario importante para los países árabes que buscan un cambio democrático como Túnez, Egipto y Siria. El gobierno de Erdogan ha sido un firme partidario de una oposición legítima en Siria y un escollo previniendo que los iraníes y rusos tomaran ventaja en la región.
Las potencias internacionales probablemente se han dado cuenta de que Turquía ha crecido fuera de su control militar y económicamente. Por lo tanto es el momento de limitar su potencia, fuerza e influencia. En vista de lo anterior, no era extraño entonces que la respuesta occidental al intento de golpe fuera vacilante, llegó muy tarde y en su mayoría sin condena inmediata. Uno podría preguntarse si un intento de golpe similar hubiese ocurrido en cualquier parte de Europa o en el mundo occidental. Sin duda, la OTAN habría desplegado de inmediato todo su poder militar para restaurar un gobierno democráticamente elegido
Este artículo fue publicado por primera vez por thepeninsulaqatar.com