Si un golpe militar no hubiese tenido lugar en 1980, probablemente estaría escribiendo esta pieza como ciudadano de un país miembro de la UE. Ese golpe no sólo condujo al descarrilamiento de la democracia en Turquía, sino también daño e interrumpió el proceso de adhesión a la UE, así como el reciente intento fallido golpe de estado ha puesto en peligro la democracia turca y los lazos del país con Europa.
Cuando un grupo infiltrado dentro del ejército turco rompió la cadena de mando y trató de dar un golpe de Estado hace un par de semanas, este fracasó en gran parte gracias a la firme defensa de nuestra democracia por parte de la gente común. Durante esa noche triste y trágica, 242 civiles murieron y 1.537 resultaron heridos; sin embargo, cientos de miles de personas siguen montando guardia en las principales plazas públicas de Turquía todos los días.
La falta de una condena inmediata y directa del golpe de Estado por parte de la UE fue muy decepcionante, mientras que vemos cómo sus funcionarios ya han comenzado a centrarse en las secuelas del intento de derrocamiento al gobierno elegido, haciendo hincapié en la purga que está teniendo lugar. Dos problemas principales parecen estar confundiendo a los funcionarios de la UE y a los periodistas: los movimientos en contra de los "opositores" del partido en el gobierno y la cuestión de la pena de muerte.
Me gustaría dar más detalles sobre el tema de los "opositores". El Presidente Recep Tayyip Erdogan, y el gabinete han estado informando a nuestros colegas y amigos en Europa sobre la infiltración dentro de nuestro sistema judicial, la policía, el ejército y otras instituciones estatales hecha por los seguidores del movimiento Gülen. Hasta el momento, se sabe que la organización ha presentado documentos falsos para ser colocada en puestos de alto nivel y, después de haber estado implicada en escuchas ilegales y grabación de vídeos para dirigir la política de la nación, abusaron del poder que tenían a través de estas pruebas ciertamente cuestionables . Tales intentos se repitieron de nuevo en diciembre de 2013. Desde entonces, las investigaciones han estado en curso para eliminar a estos infiltrados en todos los niveles de las instituciones del Estado, y el ejército ha estado llevando a cabo sus propios procedimientos para hacer lo mismo. El último intento de golpe fue la última oportunidad de los gülenistas para sobrevivir, ya que se sabía que en agosto los infiltrados iban a ser expulsados del ejército por el Consejo Militar Supremo. Estas personas son los únicos "opositores" que Turquía va a llevar ante la justicia; las personas que falsearon documentos para obtener poder y privilegios, y que se prepararon durante décadas para hacerse cargo de la situación, son las mismas personas que bombardearon la Asamblea Nacional y montaban en tanques contra una multitud de civiles, durante los bombardeos indiscriminados del viernes 15 de julio.
En retrospectiva, por lo tanto, el saneamiento del poder judicial, de la policía, del Ministerio del Interior, del Ministerio de Educación y otras instituciones del Estado de los que se dedican a acciones ilegales no debería ser una sorpresa. Turquía llevará a cabo sus investigaciones en completa conformidad con el estado de derecho; con su debido proceso judicial.
El gobierno es, por supuesto, muy consciente de que la abolición de la pena de muerte es una condición para ser miembro de la UE. El golpe de estado fallido, sin embargo, fue un acto de alta traición y nadie debe esperar nada menos que el castigo más severo para las personas involucradas. También hay que recordar que durante el golpe de hace 10 días muchos civiles fueron brutalmente asesinados y los ánimos están aún muy crispados. La gente en las calles está pidiendo el regreso de la pena de muerte por delito de traición. Países democráticos, como los EE.UU, India y Japón siguen llevando a cabo la pena capital y es el derecho democrático del pueblo turco discutir el tema a través de sus diputados electos. Este no es un problema que deba ser tomado a la ligera, ya que la autoridad para enmendar la constitución recae en el parlamento y requiere dos tercios de los votos para ser aprobada. La decisión sería entonces enviada al presidente para su ratificación.
Las relaciones de Turquía con la UE, sin embargo, no deben ser rehén de una cuestión planteada sólo en los últimos días. La creencia del pueblo turco de que el país pronto se convertirá en un miembro de la Unión ya se ha visto gravemente mermada debido a un proceso de adhesión largo y aparentemente inútil. Varias etapas están siendo bloqueadas de forma unilateral por Chipre, mientras que otras están suspendidos por el Consejo de Asuntos Generales y Relaciones Exteriores. Turquía ya estaba consternada por todo esto antes del golpe de estado fallido, y ahora necesita a la UE para apoyar sus esfuerzos contra el terrorismo más que nunca antes.
El 15 de julio, el pueblo de Turquía dejó muy claro que no va a dejar que otro golpe militar tenga éxito. Su dedicación a la democracia, el estado de derecho y la libertad han impedido que esta traición tenga éxito. Tal postura de principios debería ser suficiente evidencia para que la UE vea cómo la sociedad turca es seria y honesta sobre su proceso de adhesión. Ha llegado el momento de corresponder.
Por lo tanto, la respuesta a la pregunta de "¿y ahora qué?" debe implicar esfuerzos para fortalecer nuestra relación con la UE. Hoy en día, las democracias en Turquía y la UE están siendo atacadas por varios grupos terroristas, y debemos actuar de forma más estrecha para frustrar sus intentos. A medida que esta crisis se está desarrollando ante nuestros ojos, la necesidad de ampliar nuestra cooperación mutua y el entendimiento nunca ha sido más urgente. Llamamos a nuestros socios en la UE para apoyar nuestros esfuerzos de trabajar por una nueva Turquía que sea más democrática, abierta y plural.