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Retorno a la Guerra del Golfo

Los resultados de la invasión de Kuwait aún pueden verse en la actualidad. No sólo tuvo su consecuencia más directa en forma de coalición liderada por Estados Unidos desatando la Operación Tormenta del Desierto contra Irak en 1991, sino que también comenzó el proceso de degradación del estado iraquí, de su economía y sociedad, que alcanzó su clímax en el 2003 con la invasión estadounidense.
Soldados iraquíes en la ciudad de Ramadi tras la victoria de éstos sobre Daesh

El 2 de agosto de hace 26 años, las fuerzas iraquíes invadieron Kuwait a primera hora de la mañana y, por la tarde del mismo día, se habían logrado los principales objetivos de la campaña para conquistar y ocupar el diminuto estado del Golfo. Aunque esta fuese quizás la operación militar más sencilla jamás realizada por Bagdad y fuese un éxito rotundo, el efecto resultante sobre la gran estrategia para Irak de Saddam Hussein e incluso el destino a largo plazo del país sólo puede ser descrito como catastrófico.

Desde la creación del moderno Irak tras la Primera Guerra Mundial, había reclamado siempre Kuwait como parte de su territorio. El terreno soberano de Kuwait no es mucho más que una ciudad-estado, Ciudad de Kuwait, y varios pueblos minúsculos alrededor de la capital, Kuwait fue durante mucho tiempo una parte de la vilayet (provincia) otomana de Basora. Para aquellos familiarizados con la región y su gente, esto no debería ser una gran sorpresa, ya que las diferencias dialécticas entre el pueblo de Basora y Kuwait son pocas, con varias familias de ambos lados de la frontera compartiendo lazos comunes de parentesco.

Sí, el moderno Kuwait en realidad tiene sus raíces como protectorado británico mientras estaba todavía bajo control otomano. Los británicos, que deseaban perturbar los planes alemanes-otomanos para extender un ferrocarril desde Berlín hasta el Golfo Arábigo en Kuwait, sintieron que sus intereses en la India estarían amenazados por un rival europeo, que tenía acceso a una ruta marítima a corta distancia de la "Joya de la corona ". Al hacer alianzas con la familia Al-Sabah, los británicos dieron un gran golpe estratégico a los otomanos dando autonomía al clan gobernante. La familia Al-Sabah ha estado en el trono de Kuwait desde entonces, según el capricho de los británicos primero y, más tarde de los Estados Unidos.

Sin embargo, la invasión de Kuwait en 1990 se debía sobre todo a reivindicaciones históricas; Irak reconoció formalmente a Kuwait como estado soberano en los años 60, y sólo discutió asuntos de fronteras. Lo que es quizás más importante es cómo Saddam fue visto por sus hermanos y vecinos árabes y la percepción era que Irak los había traicionado.

Como resultado de la larga y brutal guerra entre Irán e Irak (1980-1988), Saddam sintió que Irak había sido la primera línea contra el expansionismo iraní y había impedido que el ayatolá Jomeini exportase su revolución a los países árabes. De hecho, Irak sufrió mucho y pagó un precio muy alto para asegurar una victoria militar y, en menor medida, política. A pesar de que Kuwait y otros estados del Golfo ricos apoyaron al gobierno iraquí financieramente, Saddam creía que las demandas árabes para empezar a reembolsar las deudas de guerra de Irak casi inmediatamente después del alto el fuego con Irán en 1988 eran algo equivalente a la traición.

Los iraquíes tenían muy buenas razones para estar furiosos. Su economía había sido golpeada y era demasiado difícil desmovilizar al millón de hombres del ejército iraquí, ya que implicaría un sin número de veteranos que irían directos al paro. Irak necesitaba iniciar la exportación de crudo de nuevo, pero fue frustrado cuando, violando las cuotas de la OPEP, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí comenzaron a inundar el mercado, haciendo que los precios cayesen y dañasen la economía iraquí. Esto se agravó aún más cuando los iraquíes descubrieron que los kuwaitíes habían sobrepasado la perforación y alcanzado la mitad iraquí del campo petrolero compartido de Rumaila, reforzando la creencia de Bagdad que el país estaba siendo sometido a una guerra económica.

Fue en este contexto en el que Irak invadió Kuwait. Después de la guerra entre Irán e Irak, el ejército iraquí fue visto como una especie de análogo del Medio Oriente de los ejércitos prusianos de finales del siglo XIX. Lo cierto es que, en comparación con otros ejércitos árabes, el de Irak era un ejército experimentado, con capacidad de maniobra y una gran cantidad de soldados. En los dos últimos años de la guerra con Irán, el ejército iraquí había demostrado lo mucho que había madurado y desarrollado; era una fuente de orgullo para el pueblo iraquí.

Sin embargo, Saddam no sólo sobreestimó sus fuerzas, sino que también jugó un papel al obstaculizar la eficiencia de sus oficiales tomando todas las decisiones militares por ellos y limitando su iniciativa. Esto era debido a los temores del presidente de un golpe militar (probablemente justificados, dada la historia iraquí) y después de la guerra con Irán tomó medidas drásticas contra la relativa autonomía del cuerpo de oficiales. Esto se hizo patente cuando despidió al jefe del Estado Mayor, Nizar Al-Khazraji, por aconsejar que la invasión de Kuwait no se llevase a cabo.

La moral en el ejército debió ser alta teniendo en cuenta la rapidez con que los militares iraquíes acabaron con los defensores kuwaitíes. Sin embargo, y casi de inmediato, la comunidad internacional comenzó a amenazar e imponer sanciones a Irak. Además, como parte de la campaña de propaganda para consolidar a la opinión pública en contra de Saddam, los miembros de la familia real de Kuwait se plantaron como miembros normales de la opinión pública, llorando descaradamente a cámara y afirmando haber sido testigo de cómo soldados iraquíes asesinaban a bebés sacándolos de las incubadoras en los hospitales. Esto fue luego expuesto como una elaborada mentira y subterfugio, pero mucho después de que la princesa convertida en enfermera hubiese mentido al Congreso de Estados Unidos y al mundo ante las cámaras.

Desde ese momento, Saddam fue instado a retirarse de Kuwait, pero no quería mostrar debilidad, dado que ya había anunciado la anexión del "Estado de bolsillo" como decimonovena provincia de Irak. En lugar de enviar una expedición de castigo militar a Kuwait que golpease y luego se retirase - que habría servido como severa lección para las capitales vecinas - Saddam apostó todo y decidió quedarse. Hacer caso a las amenazas occidentales habría dañado su prestigio, y lo habría expuesto a amenazas políticas nacionales. Por lo tanto, el líder iraquí decidió jugar a la gallinita ciega con una superpotencia, y terminó perdiendo no sólo su prestigio, sino también cualquier posibilidad de que Irak pudiese tener un futuro próspero.

Los resultados de la invasión de Kuwait aún pueden verse en la actualidad. No sólo tuvo su consecuencia más directa en forma de coalición liderada por Estados Unidos desatando la Operación Tormenta del Desierto contra Irak en 1991, sino que también comenzó el proceso de degradación del estado iraquí, de su economía y sociedad, que alcanzó su clímax en el 2003 con la invasión estadounidense. Irak en la actualidad se enfrenta a la amenaza muy real de la desintegración y la catástrofe humana a una escala sin precedentes. Si bien hay que mirar a los actuales gobernantes de Irak como a los culpables, no debemos olvidar que la invasión de Kuwait fue un error estratégico que costó a los iraquíes su futuro. Para ello, sólo podemos echar la culpa a Saddam Hussein, que permitió que le hiciesen tomar una decisión catastrófica.

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