El pasado sábado, el enviado de la ONU a Yemen, Ismail Ould Cheikh Ahmed, anunció el fin de las conversaciones de paz celebradas en Kuwait, alegando que habrá una pausa de un mes para "concretar detalles técnicos necesarios", dialogando con cada una de las partes implicadas en el conflicto por separado .
La razón principal reside en que las conversaciones de paz no han sido paralizadas para establecer un margen de diálogo; sino que se han paralizado por no estar construidas sobre bases sólidas. Cuando las conversaciones se iniciaron hace más de tres meses, el análisis de cómo se produjeron desde un principio, demuestra que estaban predestinadas al fracaso.
Era obvio que los delegados no estaban allí para encontrar una solución de paz duradera, sino para acercarse a la potencia más fuerte. El hecho de que estuvieran presentes sin una motivación clara para trabajar unos con otros y acabar con la violencia significaba que quedaba mucho trabajo por delante, dentro del frente diplomático y a la vista de toda la comunidad internacional.
Los actores locales no intervinieron, a pesar de que son fundamentales no sólo para la solución del conflicto, sino también para el sistema socio-político de Yemen. Los sistemas tribales de Yemen y la creciente importancia de la gobernabilidad local hacen que sea mucho más difícil de gobernar a través de instituciones centralizadas, lo que significa que las partes en las conversaciones de paz no representan a la inmensa mayoría de los yemeníes. El elitismo es un error típico y fatal cuando se trata de la resolución de conflictos y las conversaciones de paz de Yemen han caído presa de éste.
Otro factor determinante es la crisis financiera que asola al país. El Banco Central de Yemen tuvo "pérdidas" de cuatro millones de dólares solo en el mes de mayo. Éste ha tratado de permanecer neutral en el conflicto y ha financiado a las distintas partes implicadas, pero su ubicación en Saná, ha permitido la influencia y coerción de Saleh y Houthi sobre esta institución. En este punto, la crisis en el Banco Central se está ensañando con el gobierno de Hadi, que ha anunciado abiertamente su desconfianza en la gestión del banco y ha pedido que el FMI investigue los fondos que se han "perdido" y supervise la gestión de los mismos. El gobierno también ha suspendido tratos con Mohammed Awad Bin Humam, el gobernador del Banco Central. Estas divisiones se han acentuado desde el inicio de las conversaciones de paz, pero no se han abordado correctamente en Kuwait.
A lo largo de las conversaciones, no ha habido signos de estabilización del país. La semana pasada, las fuerzas de Saleh y Houthi tuvieron éxito en la captura de Haifan en Taiz después de una batalla feroz. Esto ha llegado en un momento en el que la resistencia en Taiz se está debilitando. En cuanto a los recursos,la mala gestión del gobierno de Hadi, está dejando espacio para que los grupos extremistas se aprovechan de la situación. Tras llevar las conversaciones de paz a un punto muerto, los ataques aéreos de la coalición comenzaron a dirigirse hacia Saná con fuerza. Mientras que el gobierno de Hadi se encuentra todavía en el exilio, los hutíes y Saleh han formado una coalición de gobierno en la forma de un "Consejo Supremo", consolidando aún más su alianza política. El presidente del comité revolucionario formado por el hutí, Mohammed Al Houthi, se ha comprometido a dedicar mil millones de riales para restaurar la Guardia Republicana de Saleh. Ya sea se materialice esta promesa o no, es evidente que las condiciones que se necesitan para facilitar el final del conflicto se están deteriorando.
Ha aumentado la desconfianza hacia las conversaciones en general por una parte de la población de Yemen. No sólo es cada vez más evidente que el gobierno de Hadi está perdiendo influencia sobre el terreno, actuando como la oposición a Houthi y Saleh cometiendo atrocidades en las conversaciones de paz de forma cada vez más directa, sino que el papel cada vez más directo de Ali Abdullah Saleh en las conversaciones ha perpetuado una pérdida adicional de confianza. La falta de confianza en la capacidad de la ONU para restablecer la paz ha aumentado a medida que el enviado de la ONU en Yemen se reunía con el ex dictador para discutir el futuro, cuando el principal interés de Saleh es, sin duda, recuperar el control absoluto.
Las conversaciones de paz no están sincronizadas con la situación real del país. Los delegados están ignorando la realidad de que su país está cayendo lentamente en la violencia y la pobreza y, en el caso de estas conversaciones que se han extendido infructuosamente. Para un verdadero progreso en la resolución del conflicto, las situaciones sobre el terreno que tienen un verdadero efecto sobre la estabilidad y la seguridad en Yemen deben ser atendidas, sin la consulta de las partes que solo buscan recuperar el poder absoluto es imposible alcanzarla estabilidad del país.