Abdulrahman Katanani nació en el campo de refugiados de Sabra justo después de la masacre de Sabra y Shatila, donde 2000 refugiados palestinos fueron masacrados por la milicia de Cristianos Libaneses en colaboración con el ejército israelí. A pesar de que sus trabajos artísticos han recibido una buena acogida internacional, Katanani aún vive en el campo, en un antiguo hospital usado como vivienda por los excombatientes de la OLP.
En "Chica con paracaídas", una nueva pieza del trabajo de Katanani que fue encargada por Chapter 31, el artista ha buscado materiales de Sabra -fragmentos de techos de hierro acanalados, tapones de botellas- para esculpir a una niña navegando de vuelta a Palestina desde Sabra. "La inocencia del trabajo se opone a los materiales usados que, habitualmente, son bruscos y afiladoa", explica Nadia Jaglon, la co-promotora de la exposición. Sobre el trabajo añade que "está hecho con metales que podrían cortarte literalmente las manos".
La joven puede haber sido construida con materiales de la basura, pero al estar sobrevolando la pared dela exposición que ocupa representa, al menos por un momento, la libertad frente a las fronteras y la ocupación. En última instancia representa el sueño palestino de volver a casa.
Katanani pertenece al colectivo de artistas que han sido convocados a exponer sus trabajos como parte de "Chapter 31: Una extraña investigación sobre las virtudes de la imaginación oriental", en la galería P21 de Londres. El objetivo de la exposición es explorar el futuro de Palestina; un tema que los patrocinadores y organizadores del Colectivo Sarha reconocen como doloroso pro necesario debido a los años de fallidos liderazgos y ausencias de soluciones políticas. Como señalan en el catálogo: "la historia ha fallado indudablemente a Palestina, pero el futuro permanece incierto".
El escritor y arquitecto francés, Léopold Lambert, ha contribuido con la interpretación más literal del tema de la exposición, creando un mapa de dos naciones post-ocupación en el que se han reconstruido todos los pueblos y ciudades demolidos durante la Nakba. Un mapa de trenes revela las fronteras abiertas para moverse libremente, mientras que una serie de postales nos muestran un museo de la Nakba, la Universidad Beduina y un campamonto para los refugiados que regresan. Lambert ha convertido en memoria los horrores del pasado, "para comenzar un debate sobre qué reliquias y piezas arquitectónicas deberían aparecer en la era post-apartheid y post-ocupación, y cómo deberían empezar a reconstruir, recuperar y conmemorar los palestinos", explica la promotora Mai Kanaaneh.
La exposición se divide en dos partes. En la zona de arriba los artistas han sido agrupados alrededor del tema de la utopía y gran parte del trabajo ofrece una nostálgica mirada al pasado e indaga sobre el rol que juega la memoria en la lucha palestina. Para hacer esto los artistas han tenido en consideración el rol femenino de la fedayeen, representando escenas domésticas y haciendo referencias a las zonas pre-ocupación más que las representaciones literales de un futuro con grandes avances y naves espaciales, que era lo esperado por los promotores.
A la salida de utopía está el trabajo de Ayham Jabr, uno de los dos artistas srios que han sido incluidos en la exposición. "Para nosotros había un paralelismo obvio y natural entre las luchas siria y palestina", dice Jaglom, explicando por qué ha sido incluido el trabajo de Jabr. "Las consecuencias de la ocupación han sido tan grandes, y su impacto tan potente en tantas formas para los habitantes de Siria, Líbano y Palestina, que estas regiones son inseparables en muchos sentidos".
Jabr vive bajo los bombardeos en Damasco, con escaso acceso a internet y constantes cortes de energía. Su trabajo es una colección de collages digitales y cortados a mano inspirados en los paseos que dio por las solitarias ruinas de la capital siria, cada uno explora un posible futuro para Oriente Medio, y el resultado ofrece contrastes surrealistas que emergen de las imágenes del día a día en Siria con naves espaciales flotando o el cielo abierto al sistema solar. Las piezas son impresiones digitales de los trabajos originales de Jabr porque ha sido imposible sacarlos de Damasco.
El transporte de obras de Oriente Medio para enviarlas a las galerías en Londres es un problema común al que se enfrentan a los promotores de la organización de exposiciones de este tipo. Rafat Asad se encuentra en Ramallah, pero como el DHL de Israel no transportará su obra desde Cisjordania, su pintura tuvo que ser pasada de contrabando en la parte trasera de un coche a Jerusalén. Anas AlBarbawari, que vive y trabaja en el campo de refugiados en Jordania, Talbieh, tuvo que entregar su trabajo a Amman antes de que la empresa de transporte lo enviaría en el Reino Unido.
En la planta baja los artistas se juntan bajo el tema de la distopía. En esta planta la mayoría ha mirado al presente en busca de inspiración y por lo tanto el trabajo alberga temas mucho más oscuros, al igual que la realidad de permanecer en el exilio o bajo estrecha vigilancia por tiempo indefinido. "Hemos encontrado que, para muchos palestinos, una de las cosas que da miedo del futuro es la exacerbación de las técnicas y mecanismos que, de hecho, ya están presentes y que se utilizan en una escala muy grande", dice Kanaaneh.
Este temor está encapsulado por una instalación de vídeo en la que una mujer mueve la cabeza en diferentes posiciones y cubre la cara con las manos para evitar ser detectada por el software de reconocimiento facial. La pieza de la artista multimedia Yazan Khalili, que ahora vive entre Palestina y Europa, es un comentario sobre el amplio alcance de vigilancia y la presencia militar a la que los palestinos están sujetos, y más concretamente centrándose en el 2014, con el lanzamiento de Faception, que, dicen sus creadores, puede analizar el rostro de un palestino e identificar si es o no "terrorista" con una precisión del 80 por ciento.
"No sé cómo los servicios de seguridad israelíes son capaces de determinar quién es un terrorista, pero ciertamente no lo estamos haciendo con exactitud ahora", dice Jaglom. "El pueblo palestino entero parece haber sido designado como terrorista. No estoy seguro de si la tecnología de reconocimiento facial está equipada para lidiar con eso".
"Comenzamos midiendo la distancia" es la creación de Basma Alsharif, una artista palestina que vive en Los Ángeles. El vídeo muestra un grupo anónimo que está sufriendo de lo que el artista describe como "el peor de todos los males, el aburrimiento". Han inventado un juego para pasar el tiempo en el que miden la distancia entre los países y lugares que son de importancia para los palestinos, como Gaza y Jerusalén y Madrid y Oslo. Pero mientras la vida bajo la ocupación puede ser monótona, también promete episodios regulares de violencia, lo que deja a los palestinos "en espera de la violencia, aún soportando el aburrimiento interminable," explica Jaglom.
Mientras se prepara para el Chapter 31, Kanaaneh explica que era importante para muchos de los artistas saber que no estaban siendo analizadas solo según la virtud de ser palestino o sirio, o por ser portavoces de sus luchas. "A veces puede haber un interés pornográfico en en reducir a los artistas sirios -y esto es también un problema para los artistas palestinos- a espectáculo y reliquias de supervivientes", explica Jaglom. "Ellos quieren hablar acerca de la violencia y la opresión que han sufrido, pero realmente están tratando de desafiar el orientalismo con el que se han enfrentado los artistas palestinos y sirios. Han sufrido una especie de fetichización en el mundo del arte".
"No queremos que nadie sienta lástima por cualquiera de los artistas de la exposición o les aplauda sólo porque son palestinos", añade. En cambio, los organizadores quieren que los artistas en Chapter 31 sean apreciados por la calidad de su trabajo y lo que tienen que decir acerca de la colonización, el exilio y el tema del futuro.
Chapter 31: Una muestra de la obra sobre las virtudes de la imaginería oriental podrá verse en P21 Gallery hasta el próximo 3 de Septiembre.