Un año después de la imagen del niño sirio Aylan Kurdi sorprendiese al mundo, la situación de los refugiados se mantiene sin cambios.
Miles de personas siguen arriesgando sus vidas todos los días en busca de seguridad y una vida mejor en Europa. Hacen el viaje a pesar del conocimiento de que muchos han muerto antes en el camino y que una vez que llegan a Europa les espera un futuro incierto.
Para hacer frente a la cantidad de refugiados y migrantes que llegan a Grecia, la UE firmó un acuerdo con Turquía, que tiene como objetivo abordar el flujo abrumador de los migrantes objeto de tráfico ilícito y solicitantes de asilo que viajan a través del Mar Egeo, permitiendo a Grecia que devuelva a Turquía a "todos los nuevos migrantes irregulares".
Pero el número de los que llegan sigue siendo alto. Esta semana, durante un período de 30 horas, de lunes a martes, los guardacostas italianos rescataron, según los informes, a 6.500 refugiados y migrantes que se adentraron en el mar Mediterráneo desde Libia.
La situación de los refugiados sirios en todo el mundo y los ciudadanos que no han huido de la guerra civil sigue siendo inestable.
Hoy, un año después de la muerte de su hijo, el padre de Kurdi ha denunciado el fracaso del mundo para detener el derramamiento de sangre en su país de origen.