Sacar provecho de las violaciones de derechos humanos es una especialidad de los EEUU. La historia ha registrado muchos precedentes de ayuda que fluyen hacia los países en los que las dictaduras torturaban y hacían desaparecer a la oposición. Israel, sin embargo, sigue siendo una excepción debido precisamente al hecho de que, a diferencia de otros escenarios, el derecho internacional no va en detrimento de su violencia colonial y a sus víctimas no se les permite ningún tipo de de recurso. Esta debe ser la premisa para el memorando de entendimiento firmado recientemente entre los EEUU e Israel contribuirá a la limpieza étnica de la población palestina.
A pesar de estar por debajo de las expectativas del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el reparto 38 millones de dólares durante un período de 10 años no tiene precedentes en la inversión en "seguridad" para Israel. En palabras del presidente de EEUU, Barack Obama, es "el reflejo más reciente de mi compromiso inquebrantable" con Israel.
En Israel casi seguro que tienen reparos sobre la cantidad, así como la cláusula que estipula que el dinero se gaste en las industrias militares de los Estados Unidos en lugar de invertir en la tecnología militar israelí. El Washington Post también ha informado de que se han puesto límites al lobby de Israel en el Congreso de Estados Unidos para obtener más ayuda "a menos que esté en guerra". Sin embargo, el hecho es que los EEUU han otorgado a Israel el poder y una recompensa adicional. En el gran esquema de esta traición política, la visibilidad de los palestinos será una vez más dependiente de explotar el tiempo, las circunstancias y las oportunidades. Por tanto, tanto para Israel como para la comunidad internacional, los colonos tienen prioridad.
Ya sea como objeto de crítica, como en el caso, de vez en cuando, de la condena internacional de la violencia de los colonos, o como una entidad señalada por la complicidad con atrocidades estatales, los colonos siguen siendo una prioridad. Es un error separar el acuerdo de ayuda militar de la dinámica que sustentan la presencia de Israel en Palestina. La legitimación de la colonización anterior es la razón por la cual se da ese trato preferente a Israel, que resulta ser más rentable que desmontar todo el sistema colonial y la proclamación de la ONU y el derecho internacional como un fracaso espectacular.
A la luz de este hecho, la declaración de Obama de que "la seguridad a largo plazo" para Israel depende de la creación de "un Estado palestino independiente y viable" es falsa. Los conceptos de disonancia independiente y viable, que no implican la permanencia, sino más bien una capacidad de éxito, que, dado el aspecto colaborativo de la Autoridad Nacional Palestina con Israel, hace "viable" una opción desastrosa. Obama y la comunidad internacional deberían ser puestos en duda por actuar contra Palestina y las vidas palestinas de una manera tan despreciable.
El sostenimiento de la desigualdad política que es inherente al colonialismo es claramente evidente. Las violaciones de derechos humanos y la ayuda internacional juega al juego de la pescadilla que se muerde la cola. En el otro extremo del espectro, las agencias con la tarea de proporcionar supuestas oportunidades para la autonomía individual y social operan bajo presupuestos limitados. Quitando capas uno encuentra tanto la humillación, como la dependencia y el sometimiento, que a su vez se difunden entre los palestinos. La diferencia es que las organizaciones internacionales están estructuradas para incorporar esta indignidad y su función sin un atisbo de vergüenza en su relato complaciente. Para los palestinos, el ciclo engañoso representa otro obstáculo y la tarea de promover la comprensión de que su lucha contra Israel colonial se ha extendido también a las organizaciones internacionales y la comunidad internacional.