Según la prolífica escritora Naomi Klein, la solidaridad con Palestina "es el círculo más difícil de organizar". Más específicamente, se refirió al movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y su actividad en los campus universitarios.
Cuando Klein era estudiante, pudo observar por sí misma cómo un llamamiento al boicot y las sanciones con el objetivo de acabar con el apartheid en Sudáfrica causó incomodidad en la administración de la universidad. Sin embargo, también presenció cómo la misma administración abrazó las ideas de libertad tras la liberación de Nelson Mandela.
De hecho, la primera vez que escribió un artículo sobre el conflicto palestino-israelí como escritora licenciada para The Varsity – periódico de la Universidad de Toronto – el mayor colaborador privado del periódico se comunicó con las autoridades y amenazó con retirar sus donaciones si se publicaba el artículo de Klein "la víctima de los victimarios".
El miércoles pasado, Naomi Klein habló con los profesores y activistas de la universidad sobre solidaridad entre las distintas luchas (citó a los trabajadores del acero, los sindicatos, los combustibles fósiles y el BDS). Mientras todas estas luchas se hacen efectivas en los campus universitarios, el movimiento BDS sigue encontrando dificultades para movilizar el apoyo a su causa. A pesar de todo, la combinación BDS y universidad, plantean la oportunidad de reevaluar las políticas progresistas actuales del gobierno de Canadá. "Tenemos un nuevo paisaje", dijo Klein. "Hay peligros y hay oportunidades, pero hay que entender lo que está en juego."
Su comentario no deja de ser oportuno. La semana pasada, en la Universidad de Berkeley de los Estados Unidos, el gobierno restableció un curso sobre Palestina tras haber decidido eliminarlo del plan de estudios. La rapidez con la que los administrativos universitarios son capaces de bloquear cualquier cuestión relacionada con Palestina es alarmante. Por otra parte, el precio que han tenido que pagar los académicos como Steven Salaita y Norman Finkelstein por su trabajo en relación a Palestina ha sido devastador. Sin embargo, esto no ocurre en los campus universitarios.
El 8 de septiembre, el New York Times informó que un popular cabaret de Broadway había cancelado un concierto benéfico, Black Lives Matter, por las críticas del movimiento de Israel. Black Lives Matter aceptó el llamamiento del BDS y se enfrentó a las consecuencias de perder espacio para sus eventos, entre otras, pero a pesar de todo no están dispuestos a ceder en su posición. Su estrategia es la siguiente: sumarse a las voces de los otros. El movimiento que organiza el concierto actúa contra el racismo, se posicionan contra todas las formas de racismo, cuando un grupo de gente te invita a colaborar con su causa, hay que recordar la lucha común de los otros y hacerla tuya.
En Canadá, las complejas discusiones alrededor de la campaña de BDS están sucediendo lentamente. Mientras que el Nuevo Partido Democrático de Canadá podría haber sido discreto acerca de esta cuestión, gran parte de la aversión interna por el liderazgo de Thomas Mulcair estaba vinculada directamente a su ambigüedad en torno al movimiento transnacional, que ha ocupado gran parte del espacio público en un periodo relativamente corto desde los inicios del BDS en 2005.
El mes pasado, Elizabeth May del Partido de los Verdes de Canadá también fue puesta a prueba después de que el gabinete en la sombra tratase de aprobar una resolución en favor del BDS, en línea con lo que se supone que es la posición del partido contra los asentamientos ilegales israelíes. El 7 de agosto, con la adopción de parte de la resolución pro-BDS, May escogió rápidamente desvincularse del movimiento en lugar de aceptar la conversación que algunos de los miembros del partido estaban poniendo sobre la mesa. Una "sesión especial" sin precedentes en la historia del Partido Verde ha sido programada para los días 3 y 4 de diciembre en Calgary para volver a abordar la resolución política pro-BDS aprobada el mes pasado.
Klein sostiene que las conversaciones en torno a movimientos como el BDS no son fáciles de plantear, pero siempre debe haber un grado de urgencia para evocarlas en los campus universitarios, en los sindicatos, en los partidos políticos y en todas las instancias hasta hacerlas llegar al primer ministro.
El encanto es una de las mayores fuerzas de movilización y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, desprende a raudales. Trudeau es capaz de ganarse los corazones y las mentes de muchos canadienses diciendo las cosas correctas, yendo a las ceremonias adecuadas y utilizando la tecnología adecuada para apelar, aunque todavía queda por ver si sus palabras se reflejan en hechos.
Incluso si alguien es escéptico acerca de Trudeau, existe la oportunidad para plantear un diálogo sobre las cuestiones importantes, tales como la posición de Canadá con respecto a los asentamientos ilegales israelíes en los territorios palestinos ocupados. Por otra parte, también tiene que ser cuestionado acerca de la libertad de expresión en los campus universitarios para permitir la discusión de temas como el colonialismo israelí, la ocupación y la militarización de Israel, de manera transparente y crítica.
Si Trudeau se toma en serio su liderazgo progresivo, el gobierno necesita abordar campañas como la de BDS de un modo menos simplista y sin demonización. Su predecesor, Stephen Harper, fue vehementemente a favor de Israel, para bien o para mal. Su gabinete siguió adelante y emitió una moción de condena contra BDS, calificándolo de nuevo antisemitismo en lugar de abrir un debate sobre lo que realmente implica BDS. En este momento, Trudeau ha mostrado la misma posición unilateral y mal informada hacia BDS que Harper; los que apoyan el movimiento deben confrontarlo.
Si la comunidad de activistas que incluye estudiantes, miembros de la facultad, políticos y los asesores políticos no puede exigir que este tipo de debates tengan lugar, entonces ¿cuál es la diferencia entre la era Harper donde el primer ministro alardeaba de su apoyo a Israel, y un gobierno de Trudeau, que habla mucho de los progresistas, pero se niega a tomar medidas claras?