En los últimos años, Turquía se ha enfrentado a una multitud de amenazas y riesgos que tenían como finalidad última la desestabilización del país, a través de la violencia terrorista representada por la organización terrorista Daesh y el PKK a veces así como el control de sus instituciones a través de estrategias y métodos propios del crimen organizado.
Estos días los turcos reviven lo sucedido en la noche del 16 de julio, donde un grupo de militares bien organizados y coordinados decidieron llevar a cabo un plan que se llevaba décadas planificando.
Los golpes de estado en la Turquía moderna no son ninguna novedad. Los militares frenando el avance de gobiernos populares y marcando las pautas de la política turca es algo a lo que todos estaban acostumbrados. Lo novedoso de la noche de mediados de julio fue la identidad de los autores del fallido golpe de Estado. Aunque el pulso del gobierno turco a la organización que lidera el clérigo, también turco, residente en Pensilvania y la decisión de acabar con lo que en Turquía se denomina “ente paralelo” data de años atrás, nadie se había percatado de las dimensiones de la amenaza y de los avanzados planes que tenía en mente Fethullah Gülen.
Muchos analistas, políticos, periodistas e incluso ciudadanos turcos siguen reconstruyendo los hechos y descubriendo la magnitud del monstruo que había crecido a la sombra del estado y sus instituciones. Algunos incluso van más allá, afirmando que las técnicas y los métodos empleados por la organización liderada por Fethullah Gülen son propias de los servicios de inteligencia y las organizaciones y las logias secretas, algo que confirman las correspondencias de Stratfor, influyente Think Tank estadounidense estrechamente vinculado a los centros del poder y cuyas fuentes muchas veces son los propios servicios de inteligencia.
Fuera de Turquía la atención se centró en un primer momento en las implicaciones y el impacto del fallido golpe de Estado.
En la misma noche del intento fallido y antes de esclarecerse la situación en Turquía, el centro de estudios Stratfor publicó un breve análisis en el que anticipaba el fracaso del golpe de Estado de la noche del 16 de julio. Dicho análisis sigue disponible en la página web del centro y lleva como título "¿Por qué es probable que fracase el golpe de Estado en Turquía?".
El breve análisis de Stratfor concluye que al tratarse de una maniobra liderada por una facción dentro del ejército estaba condenada al fracaso, máxime cuando la polarización es la característica fundamental de la política turca en los últimos años. Dicha facción es el movimiento liderado por el clérigo Fethullah Gülen, en busca y captura por el gobierno de Turquía.
La presencia del movimiento en amplios sectores de la sociedad, como es el caso de la economía y la educación otorga una posición privilegiada a sus miembros.
La fuerza de la organización liderada por el clérigo que reside en Estados Unidos es tal que llega a los sectores neurálgicos de la administración del Estado en Turquía. Los seguidores de Gulen están bien posicionados dentro de las fuerzas de seguridad del estado (ejército y sobre todo la policía), en los medios de comunicación con la posesión de agencias de noticias, cadenas de televisión y periódicos de gran tirada.
La educación es uno de los campos que tradicionalmente han monopolizado, su apuesta por la educación les sirve para influir en los jóvenes y universitarios mejor formados del país, los cuales ocuparan cargos de poder y servirán en última instancia a la organización a la que pertenecen.
La organización recluta a los mejores estudiantes y les ofrece un abanico de oportunidades. A los que mejores notas sacan se les convence para estudiar en las escuelas militares, la élite que ha controlado el poder en la Turquía moderna.
Varias estimaciones sitúan al 30% de los miembros de las fuerzas armadas del país bajo la influencia, directa o indirecta, de la organización que dirige Fethullah Gulen.
La tarea de preparar militares leales a la organización y a la vez pasar desapercibidos y escalar los puestos de poder empieza muy temprano. La estructura que ha creado Fethullah Gulen se encarga de dotar a los candidatos de las habilidades necesarias para llevar una doble vida. En su vida privada son destacados miembros del gulenismo y en su vida profesional son soldados, cabos, oficiales y demás hombres de armas plenamente integrados dentro de una institución tradicionalmente de promoción inaccesible para los conservadores. En su vida profesional, los militares gulenistas llevan una vida normal, tiene relaciones de noviazgo, beben alcohol e incluso faltan a las obligaciones que un musulmán practicante suele preservar, como es el caso de ir a rezar a la mezquita los viernes o respetar el ayuno del mes de Ramadán. Todo está diseñado y teológicamente justificado: el fin justifica los medios.
La actividad de la organización se extiende a más de 100 países en su labor educativa. La financiación a las escuelas que controla el movimiento fuera de Turquía se hacía mediante maletines cargados de dinero, maletines que viajaban de Ankara o Estambul a Asjabad, Astana, Berlín u otras capitales en los cinco continentes.
De hecho la aparición de esta organización está íntimamente relacionada con la educación y los estudiantes como motor para cambiar las sociedades y los países. El propio nombre que el entramado gulenista lleva en turco tiene que ver con los estudiantes. El Servicio (el servicio a los estudiantes se refiere) es el nombre escogido para dar nombre a la estructura que trabajó casi medio siglo, no para cambiar las sociedades de Oriente Medio y mejorar su situación, sino más bien para ejecutar los planes y servir a los deseos y sueños del clérigo que en muchas ocasiones afirmó tener una misión divina para el mundo. El titular del Think Tank americano acertó milimétricamente en su previsión.
Tres meses después del fallido golpe de estado en Turquía, el parlamento turco ha decidido prorrogar el estado de emergencia tres meses más para hacer frente a la todavía amenaza que representa esta organización contra el país. El parlamento turco dio su visto bueno mientras el gobierno de Ankara prosigue sus labores de expulsar de las instituciones a los aliados de clérigo y garantizar la seguridad de los ciudadanos.