"Antes de la guerra, Siria era un país 'abierto'. Podíamos movernos y vivir. Yo nunca viajé por el mundo, pero sabíamos que podíamos visitar países vecinos como Líbano o Jordania. Psicológicamente, saber que puedes moverte y viajar es totalmente diferente a estar aquí, en Gaza. Ahora estamos encerrados en una gran prisión de la que sabemos que no podemos salir".
Son las palabras de Eyad Yusef, de 43 años, nacido en el campo de refugiados de Jaramana, al sur de Siria, en una familia palestina que había sido desplazada a la fuerza de un pueblo cerca de Safad durante la Nakba de 1948. Yusef cuenta que, cuando él y su familia huyeron de Siria en 2013, pensaba que había, al menos, una oportunidad de llegar al menos a una parte de su tierra natal.
Después de llegar al Líbano, Yusef y su familia marcharon a Egipto. "Una vez que llegamos a Egipto, me dijeron que la manera más fácil de llegar hasta Gaza era a través de los túneles. Pasar por ellos sólo me costó 100 shekels y, en cuestión de minutos, estaba dentro de Gaza".
Para Eyad Yusef y otros refugiados palestinos que entraron en Gaza a través del sistema de túneles antes de que fuese destruido, la comprensión de en lo que se había convertido la vida en Gaza fue muy dolorosa. Nos contó que hay unas 220 familias refugiadas sirias en Gaza, pero que no hay nadie que cuide de ellos. "No puedo trabajar porque soy ciego, y las agencias [internacionales] - la Cruz Roja, la ONU y demás - no hacen nada por nosotros. Tenemos derecho a recibir ayuda de UNRWA, pero no tienen dinero. En los últimos tres meses, sólo he recibido 900 shekels de URNWA.
Yusef no era ciego cuando llegó a Gaza. Dice que empezó a sufrir fuertes dolores de cabeza antes de perder por completo la vista en enero de 2015. Los médicos creen que su condición se debe al estrés. Ahora Yousef sueña con encontrar la manera de salir de gaza para encontrar en alguna parte a médicos que puedan ayudarle.
Otro refugiado palestino, cuya familia es originaria de Jaffa, también se ha enfrentado a dificultades médicas desde que viajó desde Siria a Gaza por los túneles en 2012.
"Mi hijo está enfermo", explica Abdulhadi Shantaf, de 45 años. "Su cuerpo no crece correctamente, y los médicos dicen que necesita inyecciones de hormonas del crecimiento cada tres días, y yo no me las puedo permitir. Soy yesero, pero no he trabajado en los últimos tres años. UNRWA nos prometió 900 shekels al mes, pero, en realidad, sólo recibimos 900 shekels cada tres meses".
La esposa de Shantaf nació en Gaza y tiene un carnet de identidad palestino. Mientras los túneles estaban abiertos, entró en Gaza un par de veces para visitar a su familia, pero en 2012, cuando regresó a Siria, fue detenida y se le denegó la entrada. Oficiales sirios le dijeron que debía "volver a Gaza". En aquel momento, Shantaf supo que la única manera de estar con su mujer y sus hijos era entrar en Gaza él mismo. "Tenía que mantener a mi familia unida, y pensé que al menos tenía la oportunidad de entrar en Palestina, pero, desde el primer minuto, supe que había cometido un error".
Durante la invasión de Gaza por Israel en 2008, Shantaf y su familia trabajaban en Siria, y afirma que su situación era cómoda. Mientras observaban los acontecimientos en Gaza a través de los medios, dice, su familia estaba desesperada por hacer algo para ayudar a su gente en el territorio palestino ocupado"."Mis hijos empezaron a ahorrar su dinero suelto durante la guerra de 2008, y lo enviaron a Gaza para ayudar a la gente. Era todo lo que podíamos hacer. Cuando llegamos aquí no teníamos nada, no podíamos comprarles zapatos o comida. Uno de mis hijos me preguntó: "¿por qué ahorramos nuestro dinero y se lo dimos en 2008 y ahora nadie nos ayuda?" Le dije que sólo necesitamos la ayuda de Dios. ¿Qué otra cosa puedo decirles a mis hijos?"
Shantaf conoce las dificultades que sufre todo el mundo en Gaza. Con una enorme falta de oportunidades de empleo, una inmensa pobreza y altos niveles de dependencia de la ayuda internacional, la vida es muy difícil para todos los que están atrapados dentro del sitiado enclave costero. Aún con su familia en una situación desesperada, es difícil para los niños entenderlo. Dice que se sienten decepcionados.
Aunque la gran mayoría de refugiados de Siria en Gaza son de origen palestino, una minoría de sirios que también llegaron por los túneles de Egipto. Entre ellos se encuentra Muhannad al-Nabulsi, que llegó en 2012 siguiendo el consejo de un amigo en Gaza. "Fui muy ingenuo. No sabía nada de política, de Gaza, o de cómo de difícil era realmente la vida aquí, pero mi amigo simplemente me aconsejó que nos encontrásemos en Gaza y vine. La situación económica era un poco mejor que ahora, y empecé un negocio. Si pudiese irme ahora, cerraría mi restaurante este mismo minuto, cerraría la puerta y me iría, pero no hay manera de salir".
El primer negocio de Al-Nabulsi fue algo amargo y perdió muchos de sus ahorros, una experiencia que le hizo desconfiar de los negocios en Gaza. Sin embargo, insiste que "las personas alejadas de los negocios siempre me han tratado bien aquí". Hoy en día, dirige un pequeño restaurante en Gaza en el que sirve los tradicionales "shawarma" sirios.
Los refugiados sirios están bajo el cuidado de UNHCR, la agencia de refugiados de la ONU. Aún así, el problema de las ayudas de la ONU es aún más complicado en Gaza, ya que la agencia de la ONU que ayuda a los refugiados en la Palestina ocupada es UNRWA. "Su ayuda, sin embargo, es sólo para refugiados palestinos", explica Al-Nabulsi. "Para que un refugiado sirio en Gaza consiga ayuda de UNRWA, necesita estar casado con un palestino, y yo no lo estoy. Así que ni siquiera la ONU puede ayudarme aquí".
Según UNHCR, más de 11 millones de personas han sido desplazadas por el conflicto en Siria, de las cuales aproximadamente 5 millones han huído del país. Estudios realizados por la Ayuda Médica a Palestinos han confirmado que, de los 560.000 refugiados palestinos registrados oficialmente en Siria antes de 2011, más de la mitad "han perdido sus hogares", y más de 100.000 han huído del país. Millones de refugiados están ahora dispersados por el mundo, mientras que otros miles han muerto en el viaje.
La decisión de Muhannad Al-Nabulsi de ir a Gaza tras huir de Siria aún le persigue. Ha aprendido con rapidez acerca de la realidad de la vida en Gaza, y está desesperado por huir de la prisión en la que se ha convertido Gaza. "Las familias palestinas en Gaza no pueden alimentarse, así que, ¿cómo puede alguien ofrecernos ayuda? Fuimos de guerra a guerra. Sólo enséñame una manera de salir, y me iré".