"Dudé mucho antes de dar este testimonio. Pero, después de muchos debates, decidí hacerlo. La historia no se escribe en los palacios".
Así es como Bechir Laabidi abrió su testimonio el segundo día de las audiencias públicas de la Comisión de Verdad y Dignidad de Túnez, donde los tunecinos siguieron escribiendo la historia del país desde la perspectiva de las víctimas. Este último día de testimonios se centró en las torturas perpetradas por la dictadura, con ocho víctimas compartiendo sus historias a primera hora de la mañana.
Laabadi comenzó la audiencia hablando de la tortura que sufrieron él y su hijo. Era un minero y sindicalista en Gafsa, una región marginalizada sistemáticamente por el régimen de Ben Ali. Cuando esa marginalización inició la chispa de las protestas en 2008, las fuerzas de seguridad capturaron a Laabadi por su activismo.
Cuando estaba bajo custodia policial, la policía insistió en que Laabadi había conspirado para prender fuego a la comisaría. No era cierto, y se negó a confesar. Los oficiales trataron de obligar al hijo de Laabadi a testificar contra él. Cuando su hijo se negó, los oficiales comenzaron a torturar al chico delante de Laabadi.
La mujer de Laabadi, Leila, quien testificó a favor de su marido, dijo que este tipo de ataques están milimétricamente planeados.
"Su objetivo es degradarte, romperte usando a tus hijos, usando lo que es más preciado para ti", dijo.
Laabadi y su hijo escaparon vivos, pero otras víctimas compartieron historias de seres queridos que murieron a manos de la policía, después de haber sufrido la tortura. Explicaron que el Estado encubría sistemáticamente estos asesinatos efectuando autopsias falsas y tomándose muchas molestias para esconder las heridas.
"El sistema jurídico era aún peor que la policía, porque les encubrían", dijo Redha Barakati, cuyo hermano Nabil fue asesinado en las torturas. "Eran unos canallas".
Las heridas de Nabil eran obvias: su cara estaba tan demacrada que su imagen aún persigue a Redha a día de hoy. La autopsia inicial indicaba que la tortura era la causa de la muerte, pero el Estado pidió una segunda autopsia para desacreditar la primera.
Este patrón - secuestro, tortura, asesinato, encubrimiento - se repetía varias veces en un día. La madre y el hermano de Faycel Buraket compartieron cómo Faycel fue llevado bajo custodia policial, torturado y asesinado. También murió de horribles heridas que el Estado trató de ocultar.
"Estaba cubierto de sangre. Sangraba de sus genitales, de su recto", dijo Jamel Buraket. "Estaba irreconocible, lleno de heridas".
A pesar de la evidencia, la autopsia que proporcionó el Estado fue falsificada, diseñada para absolver al régimen de la culpa.
Gassem Chamekhi, cuyo hermano Rachid fue torturado hasta la muerte por la dictadura de Ben Ali, contó a la comisión cómo el Estado insistió en pagar y ocuparse de las preparaciones del entierro de Rachid antes de entregarle el cuerpo a la familia. El rostro de Rachid estaba medio descompuesto, en un intento obvio de ocultar las heridas infligidas por las fuerzas de seguridad. Cuando Chameki vio al fin el informe real, contando lo que había sufrido su hermano, se quedó destrozado.
El testimonio del día resonó con las palabras de Sami Brahim. Testificó que vio a sus amigos asesinados por el Estado y que sus cuerpos fueron arrojados a la calle y declarados oficialmente como víctimas de un accidente de tráfico.
La efusión de pruebas construyó un caso convincente para la naturaleza sistemática de no sólo la tortura de la dictadura de Ben Ali, sino también de los encubrimientos coordinados perpetrados por distintos cuerpos del régimen.
La audiencia del día concluyó con un testimonio de Hamadi Ghars, quien testificó sobre los abusos perpetrados por el régimen de Bourguiba - el dictador predecesor de Ben Ali - y el ejército colonial francés. Habló, entre otras cosas, de cómo el gobierno de Bourguiba iba a por los periodistas. Ghras contó que testificaba porque quería "hacer justicia a la memoria nacional, revelar la decepción de su historia e iluminar a la opinión pública, especialmente a las nuevas generaciones".
Los testimonios de esta jornada concluyeron la serie de audiencias públicas de la Comisión de Verdad y Dignidad. Las víctimas esperan que los últimos dos días representen un punto de inflexión en la historia del país.
"Aún nos oprimen", dijo Balghi, señalando el largo camino que aún debe recorrer Túnez para conseguir justicia para las víctimas. Pero después añadió: "Hoy no lloraré, porque hoy me gustaría agradecerle [a la Comisión de Verdad y Dignidad] haber organizado estas jornadas en Túnez por primera vez en la historia".
De International Center for Transitional Justice 18 de Noviembre 2016