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¿Porqué el problema de las minas terrestres sigue lejos de resolverse en Oriente Medio?

Imagen de archivo de un campo de minas señalizado. [Adam Jones/Wikipedia]

La Coalición de la Campaña Internacional por la Prohibición de las Minas Terrestres y las Bombas de Racimo (ICBL-CMC, por sus siglas en inglés) ha publicado recientemente un informe en el que pone de relieve el coste humano que supusieron las minas terrestres el año pasado. La ICBL-CMC es una red mundial de varias organizaciones no gubernamentales que luchan por la erradicación de las minas y las bombas en racimo.

En su informe "Observatorio de Minas Terrestres 2016", la coalición denuncia que en 2015 "se produjo un fuerte aumento en el número de personas muertas y heridas por minas, artefactos explosivos caseros, residuos de bombas de racimo y otros explosivos abandonados tras las guerras". El informe indica que a pesar del hecho de que los Estados que usan minas terrestres siguen siendo "un fenómeno raro", al menos 6.461 personas fueron víctimas de la violencia de las minas terrestres en 2015, lo que supone un dramático aumento del 75% con respecto a 2014.

El informe también explica que este aumento significativo de las víctimas de las minas terrestres es el resultado de la utilización de municiones por actores no estatales; estos grupos utilizan minas terrestres en al menos 10 países, el 40% de las cuales se encuentran en la región de Oriente Medio y Norte de África (la conocida como región MENA). Irak, Siria, Yemen y Libia se encuentran en esta lista.

¿Por qué son las minas terrestres tan controvertidas?

Las minas terrestres contienen explosivos que detonan cuando se les aplica presión; ésta puede provenir de personas, vehículos o cualquier otro objeto lo suficientemente grande para hacer explosionar la mina. Hay cuatro tipos de minas terrestres: antipersonal, antitanque/vehículo, anti-helicóptero y nuclear.

Una de las principales justificaciones estratégicas para el uso de las minas terrestres es que pueden coger por sorpresa a los combatientes enemigos. También se argumenta que son eficaces para proteger el territorio contra los intrusos armados. Tales argumentos tienden a ignorar el abrumador coste civil del uso de minas, centrándose en cambio en las ventajas militares.

Aunque la tecnología de las minas terrestres se ha desarrollado drásticamente durante el siglo pasado, no hay un fenómeno similar relativamente reciente. El primer uso registrado de minas se remonta al siglo XIII, cuando la dinastía Song de China las empleó en su lucha contra los mongoles.

Las minas terrestres se convirtieron en un arma de uso común durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, aunque su eficacia dejaba bastante que desear. Durante la Primera Guerra Mundial, la invención del tanque provocó el desarrollo de la mina antitanque, diseñada específicamente para destruir vehículos. Eran grandes y no funcionaban siempre correctamente. Además, podían ser detectadas fácilmente por el enemigo y redirigidas contra aquellos que los habían puesto en un principio. Fueron los alemanes quienes desarrollaron minas que no podían ser redirigidas contra objetivos distintos a los iniciales.

De hecho, a medida que la tecnología militar europea fue avanzando en el periodo de entre guerras, Alemania entró en la Segunda Guerra Mundial con sólo dos tipos de minas antitanque y una mina antipersona. Al final de la guerra, había desarrollado 16 variedades de minas antitanque y 10 tipos de minas antipersona. Aunque esto fue una victoria para la tecnología militar, los efectos de los avances conseguidos entonces continúan acosando a los civiles hoy en día.

Implicaciones para la región MENA

En los Estados de la región MENA en los que el conflicto armado ha venido siendo omnipresente en los últimos años (Irak, Siria, Libia o Yemen, entre otros), se da el hecho de que algunos gobiernos se niegan a admitir la pérdida de su monopolio militar, pero sin embargo lo cierto es que los agentes no estatales son cada vez más poderosos, siendo las minas terrestres una característica definitoria del arsenal no estatal.

En Yemen, los rebeldes hutíes han utilizado minas terrestres de la era soviética, especialmente alrededor de la sitiada ciudad de Taiz, para bloquear cualquier avance de sus adversarios. Taiz es la tercera ciudad más grande de Yemen, por lo que los civiles son víctimas de las minas terrestres en una escala desproporcionada.

Sólo en Agosto, once civiles, entre ellos siete niños, murieron al pisar una mina anti-vehículo en Taiz, donde miles de minas terrestres han sido dispersadas por la ciudad por los hutíes y las fuerzas leales al expresidente Alí Abdullah Saleh. También se pueden encontrar minas en las montañas, colocadas para impedir a los civiles hacer contrabando con alimentos, agua y otros bienes.

Los grupos militantes de Siria también utilizan minas terrestres. El 3 de octubre, las minas colocadas por Daesh mataron a 21 miembros de fuerzas rebeldes anti-Assad en Alepo. Las fuerzas libanesas de Hezbolá también han utilizado minas en Siria, especialmente en la sitiada ciudad de Madaya, donde se estima que hay más de 8.000 minas terrestres. A lo largo de toda Siria, hay 5,1 millones de personas en alto riesgo de ser asesinadas o heridas por una mina terrestre; en torno a la mitad de ellos son niños.

Los Estados de la región MENA deben asumir la responsabilidad del uso de las minas terrestres. Además de su alianza con Hezbolá, que utiliza minas, el régimen sirio también ha colocado minas terrestres en todo el país desde que estallara el conflicto en 2012. La coalición liderada por Arabia Saudí en Yemen para luchar contra los hutíes también ha empleado con saña sus bombas de racimo, fabricadas por Estados Unidos, produciendo un efecto devastador. Las bombas en racimo no explotan al impactar; sino que se dispersan en cientos de pequeñas bombas a través de un amplio área, lo que hace muy probable que sean recogidas por niños que piensan que son juguetes; quienes hacen esto suelen perder miembros, cuando no sucede algo peor.

Amnistía Internacional entrevistó a un niño en Yemen que fue víctima de una bomba de racimo. Explicó que confundió la bomba que lo hirió por una "pequeña pelota para jugar".

Si bien es obvio que los Estados de la región MENA continúan descuidando su deber legal y moral de eliminar las minas terrestres, también deben dejar de comprarlas y usarlas. En este sentido, no debe subestimarse el papel de los actores no estatales. La comunidad internacional debe saber que las minas terrestres siguen siendo un problema importante en muchos países, especialmente en Oriente Medio y el Norte de África. Hay que presionar a los actores estatales y no estatales, sean quienes sean, para que se hagan responsables del uso de estas armas que matan y mutilan indiscriminadamente.

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