El nombramiento de Steve Bannon al equipo de transición a la Casa Blanca del presidente electo Donald Trump ha dejado las cosas muy claras.
La reacción a su nombramiento ha reivindicado el argumento que los anti-sionistas llevan usando años: el sionismo se suele aliar, e incluso se apoya, en el antisemitismo para conseguir sus objetivos. Esto se debe a que Bannon es tanto pro-Israel como anti-judío.
Aunque pueda sonar extraño, no hay ninguna contradicción ahí. Después de todo, antisemitas y sionistas comparten la creencia de que "los judíos" deberían irse de sus países de origen y desplazarse a Israel. Esto fue reconocido por el padre del sionismo político, Theodor Herzl, hace más de 100 años.
Hablamos de un conjunto de diferentes racismos. Aunque no es nada nuevo, se está haciendo mucho más potente al comenzar la era de Trump. Antes de unirse al equipo electoral de Trump, Bannon dirigía la web de ultraderecha y nacionalista blanca BreitbartNews. El propio Bannon ha dicho que quiere que esto sea "la plataforma de la derecha alternativa."
Los miembros de esta llamada derecha alternativa no son más que neo-nazis de hoy en día que se disfrazan con trajes o los avatares de ranas en Twitter. El mismo odio fanático racista escupe hacia musulmanes y judíos de la misma forma.
La figura líder del movimiento es Richard Spencer, que ha cuestionado públicamente la humanidad del pueblo judío: "Uno se pregunta si estas personas son ni siquiera personas o sólo un golem sin alma." Es el mismo hombre que hace poco dirigió una reunión del movimiento extremista blanco utilizando eslóganes nazis, y donde algunos miembros de la multitud hicieron saludos nazis. Y, aún así, Spencer ha dicho que pretende lograr "una especie de sionismo blanco".
El empuje de Bannon contra el anti-semitismo no ha supuesto ningún problema ni para los ministros del gobierno israelí ni para algunos de las figuras pro-Israel más famosas de EE.UU., quienes le han defendido. Entre ellas, Alan Dershowitz, el abogado de famosos y apologista de los crímenes de guerra israelíes; Yossi Dagan, miembro del partido gobernante Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu; el ministro de agricultura israelí Uri Ariel; Shmuley Boteach, un famoso rabino de extrema derecha; y Sheldon Adelson, el multimillonario financiador por-Israel.
Una vez más, esto demuestra que el estribillo habitual de las figuras pro-Isarel que afirman que los grupos de izquierdas y pro-Palestina son antisemitas - no es más que una falsa bula. Cuando el antisemitismo genuino, visceral y potencialmente violento surja de las fuentes pro-Israel, los grupos pro-Israel recibirán su apoyo con los brazos abiertos.
Si bien la victoria de Trump es un paso atrás para la justicia y los derechos humanos en EE.UU. y en el resto del mundo, ha de recordarse que él apeló a algo más que basarse en su discurso racista. De ser así, no hubiese ganado las elecciones.
Como dijo Rolling Stone en febrero, los temas racistas "comprenden una parte muy pequeña de sus propuestas [en la campaña electoral]. Sus discursos son cada vez más populistas." "El discurso de Trump se basa en: soy rico, no le deberé nada a nadie después de las elecciones, y, por lo tanto, no haré lo que los políticos democráticos y republicanos hacen siempre al llegar al poder, por ejemplo, aprobar políticas regresivas que perjudican a la gente común.” Refiriéndose , por ejemplo, de la exención antimonopolio de las compañías de seguros, una atrocidad que se remonta a hace más de medio siglo, al Acto de McCarran-Ferguson en 1945.
En marzo, escribí que "el aumento del apoyo a Trump representa una rebelión populista y aislacionista contra el establishment ultra capitalista republicano, que es demasiado arrogante para darse cuenta del daño que ha causado. Gran parte del atractivo de Trump para sus votantes es su opinión (tanto reales como imaginarios) de que la élite política les está "jodiendo", y que los demócratas ha estado demasiadas veces de acuerdo con la misma agenda neo-liberal durante décadas."
Aunque esta ilusión de lucha por el "hombre común" ayudó a Trump a ganar las elecciones, no hay duda de la dura realidad de su gusto por las fuerzas racistas, nacionalistas blancas y neo-nazis de derechas más extremas de EE.UU., y el nombramiento de Bannon a la Casa Blanca lo confirma aún más.
Aunque es desalentador ver cualquiera apoyando a Bannon, por lo menos este aumento en la apologética de los sionistas cuenta con la ventaja de una cierta honestidad. Para los anti-racistas, las líneas de batalla enfrente de ellos ya están marcadas, con el sionismo en el bando claramente racista, donde, en realidad, siempre ha estado.
Como dijo el líder de la OLP, Yasser Arafat, en su famoso discurso en la Asamblea General de la ONU allá por 1974, el sionismo "se une al antisemitismo por sus principios retrógrados, y es, al fin y al cabo, tan sólo la otra cara de la misma moneda." Su observación sigue siendo tan cierta ahora como lo fue entonces.