Un reconocido médico ha solicitado hoy a la comunidad internacional que establezca una zona de exclusión aérea en el norte de Siria para permitir la llegada de ayuda humanitaria y el tratamiento de las víctimas en el país devastado por la guerra, que ahora apenas dispone de hospitales.
"Estamos presionando para que se establezca una zona de exclusión aérea, ya que la mayoría de las víctimas -casi dos tercios- son a causa de los ataques aéreos ", dijo el Dr. Basel Termanini, vicepresidente de la Sociedad Médica de Siria (SAMS) durante un debate en la Universidad de Nueva York ( NYU), en su campus de Washington DC.
Esas zonas de exclusión aérea son muy sencillas de establecer y la comunidad internacional debería esforzarse por ello, explicó.
El médico de Alepo dijo que es la primera vez en el siglo XXI que el hambre se ha utilizado como un arma de guerra, especialmente en Alepo.
Un funcionario de SAMS que prefirió permanecer en el anonimato señaló a la Agencia Anadolu que la organización está utilizando clínicas pequeñas y móviles para tratar a los heridos.
"Tienen una capacidad muy mermada y el personal médico trata de establecer clínicas en los sótanos de los edificios bombardeados", dijo el funcionario.
Según varios informes sobre Siria, ya no quedan hospitales operativos en Alepo y muy pocos lo hacen en otras partes del norte de Siria.
Termanini dijo que aunque la situación en Siria parece ser compleja, desde su punto de vista todo se reduce a "una lucha entre un dictador y los ciudadanos comunes que quieren democracia y libertad".
Dijo que espera que Daesh no se quede en Siria ya que la cultura brutal del grupo militante no era la cultura de la antigua nación donde la gente de diferentes religiones vivió en paz durante miles de años hasta que la familia Assad tomó el cetro del poder.
Termanini, que visitó los campos de refugiados sirios en diferentes países, dijo que Turquía estaba haciendo un gran trabajo ofreciendo buenas instalaciones, tecnología e incluso dando permisos de trabajo a los residentes.
Comparó las condiciones en Turquía con las del Líbano, donde los refugiados pagan por sus propias tiendas dentro de los campamentos y se ven obligados a abandonar el área una vez que cumplan 18 años.
El profesor Selcuk Sirin, del Departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Nueva York, cuyo trabajo se centra en la psicología de los niños refugiados, dijo que las bajas tasas de matriculación de refugiados los convertían en objetivos de reclutamiento en grupos terroristas como Al Qaeda o Daesh.
Sirin está desarrollando un proyecto para ayudar a los niños refugiados a integrarse en las escuelas turcas mediante la solución de problemas lingüísticos y psicológicos.
Con el programa piloto programado para su lanzamiento en la ciudad de Sanliurfa, en el sureste de Turquía, su equipo quiere apoyar a los niños ofreciendo oportunidades de educación basada en juegos.
El panel organizado conjuntamente por la Universidad de Nueva York y la Organización del Patrimonio Turco fue acompañado por una exhibición que incluyó fotografías de Sinem Oguz, activista turco-estadounidense de 16 años de edad.