Normalmente, los aniversarios son momentos tanto de celebración como de examen de conciencia. El 29 aniversario del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) no es una excepción. A pesar de muchos contratiempos, como los asesinatos por parte de Israel de sus líderes fundadores o los intentos del Estado sionista de modificar la ocupada Jerusalén; el movimiento se ha convertido en una de las fuerzas políticas más notables de Palestina.
A medida que se acerca a su tercera década, sigue existiendo una enorme brecha entre los ideales de Hamás y la realidad de hoy en día. Lo más destacado aún es la ocupación israelí de tierras palestinas; así como las detenciones, torturas e asesinatos injustos de palestinos casi cada día.
Sin dejarse intimidar por esto, Hamás se ha mantenido firmemente comprometido con su objetivo de la liberación de la Palestina ocupada que proclamó en diciembre de 1987. Dicho esto, ninguno de sus logros puede ocultar las enormes dificultades a las que se enfrenta el mayor movimiento nacional de Palestina. En los últimos 10 años no se han llevado a cabo medidas tangibles para realizar la esperada reforma de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Es poco probable que esto suceda en un futuro próximo a menos que su mayor facción - la Fatah secular - resuelva sus diferencias internas y se reconcilie con Hamás, que, tras 29 años, aún no es miembro plena de la Organización por la Liberación de Palestina.
Tal como está, parece que la lucha por el liderazgo de Fatah ya no es sólo un asunto interno. Una petición del Cuarteto Árabe - Egipto, Arabia Saudí, Jordania y Emiratos Árabes Unidos - al presidente Mahmoud Abbas para que readmita a su ex ayudante Mohammed Dahlan en las filas de Fatah ha sido rechazada de lleno. Desde que rechazó la propuesta, Abbas ha sido dejado de lado.
El conflicto interno en Fatah, cada vez mayor, parece haber beneficiado a Hamás. Ambas partes de la disputa han abandonado sus hostilidades hacia el movimiento islámico y han adoptado lo que podría describirse con el principio de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo."
Mientras que la facción de Abbas en Fatah invitó a Hamás a su reciente Séptima Conferencia y permitió a sus representantes hablar en la ceremonia de apertura; Dahlan ha respondido con una admisión pública diciendo que Hamás fue "reprimido en Gaza" y que "Fatah debería haber aceptado el resultado de las elecciones de 2006 y haberles entregado el poder [a Hamás]."
Por mucho que esto pueda parecer una reivindicación de sus posturas anteriores, Hamás no debería tomar tales cambios aparentes como algo que celebrar. Aunque no se apresure al juzgar, debe comprobar que estas propuestas son genuinas, y no instigadas por Abbas porque se sienta amenazado.
Hace 13 años, el ex presidente Yasser Arafat se vio obligado a nombrar a Abbas primer ministro bajo unas circunstancias muy similares. El autocrático Arafat trató de limitar el poder del nuevo gobierno hasta el final. Aunque fracasó, llego a intentar insertar una cláusula que le hubiese otorgado la última palabra sobre los nombramientos del Gabinete.
Este levantamiento sin derramamiento de sangre contra Arafat fue promovido por su antiguo enemigo, Ariel Sharon, por aquel entonces el primer ministro de Israel. Sharon convenció a la administración de Bush de que el líder palestino estaba ignorando las reformas que demandaba la "Hoja de Rutas" estadounidense. Elliot Abrams señala que, después de que se firmara el acuerdo y Abbas fuese nombrado primer ministro, George W. Bush habló con el presidente egipcio Mubarak, el rey jordano Abdullah y el entonces príncipe Abdullah de Arabia Saudí, para informarles de que la Hoja de Rutas sería revelada, y que necesitaba su ayuda ahora que Arafat estaba fuera del mapa. Afirmó que nombrar a un primer ministro de Palestina creíble, con autoridad real - Abbas - era un requisito previo a desvelar la Hoja de Ruta para un Estado palestino.
Como ahora sabemos, la Hoja de Ruta de Bush era una estafa diplomática, y el sueño de un Estado palestino sigue sin cumplirse. Incluso en el poder presidencial, Abbas ha fracasado a la hora de contener la expansión colonizadora de Israel en el territorio palestino; y mucho menos de establecer un Estado funcional. Los actuales intentos de aislarle políticamente son un escalofriante recordatorio de lo que se le hizo a Arafat. De nuevo, las circunstancias son muy parecidas.
Aún así, en lugar de utilizar estos inquietantes acontecimientos para conseguir puntos políticos, es importante que Hamás aproveche la ocasión de su 29 aniversario para iniciar un diálogo inclusivo a largo plazo. Tras todos los sacrificios de sus mártires y partidarios, debe demostrar que ya ha alcanzado la mayoría de edad, asegurando el predominio de los intereses nacionales sobre los del movimiento.
Al igual que ha trabajado por preservar la esperanza de una generación, Hamás debe ir un paso más allá y guiarla para lograr una unidad nacional, reformas institucionales, estructuras y mayor capacidad para acabar con la ocupación israelí.
Una declaración del movimiento para conmemorar su 29 aniversario reafirmó su compromiso con estos objetivos. Hizo hincapié en que, por mucho que valore la unidad, la inclusión y la democracia; no estaba para preparado para comprometerse con ninguno de los principios u objetivos con los que se fundó en diciembre de 1987.
Tras alcanzar la mayoría de edad a los 29 años, Hamás debe ir más allá de tratar de sobrevivir y centrarse en los objetivos estratégicos de sus fundadores. Esto es lo mínimo que merecen de sus sucesores y todos aquellos que dieron la vida por la causa.