Israel concedió permisos para la construcción de cientos de edificios en tres asentamientos de Jerusalén Este el pasado domingo, dos días después de que el presidente estadounidense Donald Trump asumiera el cargo, esperando dejar atrás la crítica de la administración anterior a tales proyectos.
Los proyectos de edificación, en tierra que los palestinos consideran como parte de un futuro Estado, habían sido cancelados de la agenda del municipio de Jerusalén en el último minuto a petición del primer ministro, Benjamin Netanyahu, el pasado mes de diciembre, con el fin de evitar una mayor censura de la administración de Barack Obama.
La derecha conservadora israelí espera que la actitud de Trump hacia los asentamientos construidos en Cisjordania y Jerusalén Este, áreas que Israel ocupó en la Guerra de 1967, sea mucho más favorable que la de su predecesor.
Netanyahu aseguró que mantendría su primera conversación telefónica con Trump a partir de que éste asumiese el cargo el domingo. "Muchos asuntos nos reclaman, la cuestión israelí-palestina, la situación en Siria, la amenaza iraní" Afirmó en declaraciones difundidas al comienzo de la reunión semanal con el gabinete.
El ayuntamiento de Jerusalén aprobó los permisos de construcción para más de 560 edificios en los asentamientos urbanos de Pisgat Zeev, Ramat Shlomo y Ramot, áreas anexionadas a Jerusalén en un movimiento no reconocido internacionalmente.
Meir Turgeman, presidente del Comité de Planificación y Construcción del municipio, confirmó a Radio Israel que los permisos no se habían aprobado a la espera hasta el final de la administración Obama.
"Me ordenaron que esperara hasta que Trump asumiera el cargo porque éste no ve inconveniente en la construcción de asentamientos en Jerusalén". Manifestó Turgeman, añadiendo que había cientos de edificios esperando el permiso de aprobación para proceder con la construcción.
Los palestinos han denunciado estos actos. "Condenamos enérgicamente la decisión israelí de aprobar la construcción”, Aseveró a Reuters Nabil Abu Rdainah, portavoz del presidente palestino Mahmoud Abbas.
En sus últimas semanas, el gobierno de Obama desató el enfado del gobierno israelí por no mantener el veto, como venía ocurriendo tradicionalmente por parte de Estados Unidos, ante una resolución anti-asentamiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que acabó finalmente aprobándose.
El candidato de Trump a ser el embajador de los EE.UU. en las Naciones Unidas, Nikki Haley, manifestó su condena al organismo mundial por su trato a Israel en la audiencia de confirmación del Senado el pasado miércoles.
En una propuesta que ha provocado el enfado de todos los pro-Palestina del mundo, Trump también se ha comprometido a trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén.
Israel considera la ciudad Jerusalén como su capital, a diferencia de la comunidad internacional que no contempla esta consideración y considera la ciudad como un elemento importante para las negociaciones de paz. Los palestinos han advertido de que un movimiento de la embajada acabaría con cualquier perspectiva para la paz. Las negociaciones están paralizadas desde 2014.
Trump también ha nombrado a un nuevo embajador estadounidense en Israel, David Friedman, quien es considerado partidario de los asentamientos además de pro-sionista.
Los comentaristas en Israel declaran con prudencia que aún es demasiado pronto para saber cuál será la política de Trump sobre estos asuntos a partir de que asuma el cargo.
La mayoría de los países consideran los asentamientos como un acto ilegal y un obstáculo para la paz. Israel está en desacuerdo, argumentando una conexión bíblica, histórica y política con la tierra, así como argumentos para la supuesta seguridad.