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Aún está por cerrarse el caso de las dos islas

El pueblo egipcio protesta durante la sesión final en el caso de dos islas del Mar Rojo en El Cairo, Egipto el 16 de enero de 2017 [Mohamed El Raai - Agencia Anadolu]

El Tribunal Supremo Administrativo Egipcio ha dictado que las islas Sanafir y Tiran, en el Mar Rojo, son egipcias; pero se ha negado a impugnar a un tribunal inferior que, previamente, dictó que pertenecen a Arabia Saudí. Esto supone un precedente histórico; será el primero y el último de este tipo. De hecho, este precedente refleja un gobierno luchando y tratando desesperadamente de demostrar que parte de su territorio es propiedad de otro país; un gobierno cuyo presidente se regodea de que ha decidido “devolver” estas islas a Arabia Saudí. Para empeorar las cosas, varios escritores, periodistas y diputados egipcios maldicen a quienes intentan aferrarse a su tierra; e incitan a Arabia Saudí a despedir a los trabajadores egipcios. Estas mismas personas también critican el veredicto y al juez que lo dictó, e instan a Arabia Saudí a presentar una demanda ante la Corte Penal Internacional. Se trata de un panorama absurdo que no se ha dado nunca en el mundo. Egipto es una tierra de misterios, y se ha convertido en un hazmerreír global.

Un hecho reconocido es que la mayoría de los países se aferran a su territorio y luchan contra la ocupación extranjera incluso por un puñado de suelo. Las potencias coloniales no dejan de ocupar un país voluntariamente; les tienen que expulsar. Los ejércitos coloniales destrozan los países ocupados y queman todo lo que encuentran a su paso debido a su sed de venganza. Por lo tanto, imaginen lo que harían si estos territorios fuesen realmente suyos.

Son los sentimientos naturales de los ciudadanos que aman su país y sienten una afiliación genuina con él. Sin embargo, lo que sucede en Egipto es absurdo incluso en la tierra de lo absurdo. A propósito, no me gustó el veredicto del tribunal, pero me alegré por el pueblo egipcio – que necesita algo por lo que alegrarse. Puede que la alegría del pueblo se haya extendido, pero, ¿por qué tendría que alegrarme de tener un territorio que ya nos pertenece? No necesitaba que un tribunal demostrara que estas dos islas pertenecen a Egipto. Desde el califato árabe, todo mapa me demuestra que estas dos islas están dentro de la frontera egipcia.

La cuestión ahora es si el telón caerá sobre este asunto y si el gobierno cerrará el caso. La respuesta es simple: por supuesto que no; ya que es un problema profundo, con muchas dimensiones que no conciernen a Arabia Saudí. De hecho, Arabia Saudí no tiene nada que ver en este asunto; el rey Salman Bin Abdulaziz dijo que su país no reclamó las islas, pero Al-Sisi se las ofreció.

El problema real de las islas tiene que ver con Israel, que quiere controlarlas, así como el mar que las rodea; quiere que se conviertan en aguas internacionales sobre las que Egipto no ejerza ningún control. Así, Israel controlaría las rutas marítimas sin que Egipto pudiese impedirlo; es lo que sucedía antes de la guerra de 1967, cuando Gamal Abdel Nasser cerró el Estrecho de Tiran, impidiendo que las naves israelíes llegaran al Mar Rojo desde el Golfo de Aqaba. Este es el verdadero problema y el porqué de que Al-Sisi y sus partidarios estén intentando entregar las islas.

Así, están montando todo un espectáculo a la hora de presentar el acuerdo a la Cámara de Representantes para su discusión, aunque todo el mundo sabe que los miembros del comité fueron escogidos personalmente por la agencia de inteligencia bajo el pretexto de ser el único organismo autorizado para tratar el asunto, no el judicial, mientras que afirmaba que el veredicto del tribunal no tiene valor a la hora de determinar la propiedad egipcia o saudí de las islas. ¿Alguna vez han visto algo tan patriótico?

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