Marwan An-Najar, un palestino del sur de la Franja de Gaza, cuenta que lleva 10 años sin probar agua dulce del grifo. Viaja cuatro kilómetros todos los días para llenar una garrafa de 20 litros en una estación de desalinización local.
Gaza lleva mucho tiempo sufriendo de graves problemas en las reservas de agua; su acuífero está contaminado con aguas residuales, productos químicos y agua salada, y las tres plantas de desalinización de la zona no pueden satisfacer la enorme demanda. La mayoría de los ciudadanos dependen del agua importada y embotellada para beber.
Pero los locales y varios especialistas en desarrollo afirman que la situación se está descontrolando aún más; más del 90% del agua del acuífero no es apta para el uso doméstico, según cuenta Rebhy Al-Sheik, vicepresidente de la Autoridad Palestina del Agua.
“El agua del grifo está salada, como si viniese directamente del mar. Hemos dejado de beberla”, cuenta Najar, padre de seis hijos, mientras hace cola para conseguir agua en la estación de desalinización de Khan Younis.
Él y muchos otros usan el agua desalada para lavar y beber, mientras que aquellos que pueden permitírselo compran agua embotellada. El agua del grifo, cuando sale, apenas puede usarse.
“Ni siquiera pueden beberla los animales”, cuenta Fathy Mhareb, un desempleado de 60 años y padre de 8 hijos. “Compramos agua dulce y usamos el agua salada para ducharnos.”
Contaminación
Las causas del problema son varias, pero provienen en gran medida de la contaminación del acuífero.
La principal fuente de agua contiene entre 55 y 60 millones de metros cúbicos de agua al año, pero la demanda de los dos millones de habitantes de Gaza necesita de más de 200 millones de metros cúbicos.
Esto supone que el acuífero soporte demasiado, lo que permite que el agua salada del Mediterráneo se infiltre en él, así como aguas residuales y desechos químicos.
“Hay un descenso continuo y se filtra el agua de mar”, contó Sheikh, mencionando el alto contenido en nitrato.
En un estudio publicado en 2012, la ONU declaró que Gaza sería un lugar invivible en 2020, y que su acuífero se quedaría inutilizado en 2016. Sheik contó que casi sucede – según las normas nacionales, el acuífero es un 96,5% inutilizable.
No ayudan a la situación los desesperados ciudadanos de Gaza tratando de aprovechar las reservas subterráneas a través de pozos hechos por ellos. Otros usan técnicas caseras para desalar el agua y venderla en las calles, pero el agua sigue contaminada.
Una solución ha sido comprar más agua a Israel, que tiene una gran capacidad de desalación. Pero a Palestina les costó 20 años de negociaciones – de 1995 a 2015 – asegurar la compra de tan sólo 5 millones metros cúbicos.
El bloqueo a Gaza, impuesto por Israel y Egipto durante la mayor parte de la última década, también dificulta la tarea de avanzar rápidamente en proyectos importantes como la construcción de nuevas plantas de desalinización.
La semana pasada, la ONU y UNICEF inauguraron una planta de desalinización. Mohanlal Peiris, un especialista en agua y sanidad de UNICEF, declaró que la planta abastecerá a unas 75.000 personas.
La gran esperanza está puesta en que se construya una planta de desalinización a gran escala que costará 500 millones de euros y que cumpliría con la demanda de la población. Se está trabajando en ella, pero aún quedan años para su puesta en marcha.
Por ahora, dos de las tres plantas de desalinización de Gaza están funcionando, produciendo tan sólo 8,600 metros cúbicos de agua al día.