La pasada primavera, un asesino israelí fue captado en cámara conversando con un amigo, preparando su arma y disparando a un joven palestino, Abd Al-Fattah, Yusri Al-Sharif. El asesino era Elor Azaria, un “médico” del ejército israelí.
Israel declaró inmediatamente que Al-Sharif había intentado atacar a unos soldados, y, por lo tanto, merecía un castigo extra judicial y ser ejecutado instantáneamente. Sin embargo, el asesinato se produjo en Hebrón, y la ley internacional declara que Hebrón es un territorio ocupado y que los soldados israelíes son parte de un ejército de ocupación ilegal. El derecho a usar la fuerza armada para evitar la ocupación está consagrado en la ley internacional. Por lo tanto, la resistencia a la ocupación israelí no es terrorismo.
En cualquier caso, el ejército israelí suele mentir acerca de ataques contra sus soldados, y manipula las pruebas en un intento de justificar su asesinato de civiles palestinos, muchas veces, niños. En este caso, el vídeo muestra, con detalles gráficos, la calculada naturaleza del asesinato.
Al-Sharif, tirado en el suelo, no suponía ningún peligro. Estaba seriamente herido y apenas se movía. Azaria habló algo con uno de los soldados de los alrededores que andaban tranquilamente, mientras que un soldado que parece haber recibido una herida en la espalda se metía en una ambulancia. Azaria y su compañero miraron al palestino herido y parecieron llegar a una conclusión. Entonces, el “médico” se acercó a Al-Sharif y le disparó en la cabeza.
Al contrario de lo que dice la propaganda mediática, este asesinato parece haber sido llevado a cabo según órdenes de un superior.
El asesinato a sangre fría de Al-Sharif no es nada inusual en el ejército israelí. El asesinato de palestinos por parte de soldados israelíes ya es rutina en la Cisjordania ocupada, donde la dictadura militar israelí es firme. Lo único inusual esta vez es que un palestino miembro del grupo israelí por los derechos humanos B’Tselem resultó estar grabando en el preciso momento del asesinato.
Un corresponsal de Ha’aretz lo describe a la perfección: “Sin las imágenes que se han hecho virales, puede que la historia de Azaria hubiese seguido otro camino, y que nadie hubiese sabido de ello.” De hecho, muchos otros soldados israelíes que han asesinado a ciudadanos palestinos se han librado.
El vídeo apareció en Israel y en todo el mundo. El primer ministro Benjamin Netanyahu se sintió obligado a fingir que hacía algo al respecto, y entonces Azaria se convirtió en el chivo expiatorio. Fue acusado y condenado por el asesinato. Sin embargo, no es sólo un caso. Es todo el sistema corrupto y colonialista de Israel.
En Israel, el asesinato de un palestino herido a manos de Azaria se ha hecho muy famoso. Tanto que, de hecho, no fue acusado de asesinato, sino de “homicido”. Allison Kaplan Sommer, la periodista de Ha’aretz, lo describe así: “Ahora Elor Azaria es famoso. De hecho, tiene algo muy importante: una nación llena de ciudadanos que se identifican con su difícil situación”.
El hecho de que el asesino sólo fuese acusado de “homicido” nos cuenta cómo de insignificantes se consideran las vidas palestinas en Israel.
Además, puede que el asesino evite su sentencia: Netanyahu ha pedido que le perdonen. El crimen de Azaria se ha convertido en una “causa célebre” en Israel, no sólo entre los neofascistas que criticaron el juicio, gritando insultos racistas contra palestinos y organizando grupos “pro-Azaria”, cuyos eslóganes incluían “Muerte a los árabes”, “Matadlos a todos” y “Un judío es un alma/Un árabe es un hijo de puta”. El apoyo al asesino se ha extendido al panorama político de Israelí; un 67% de israelíes apoyan el perdón al militar.
Shelly Yacimovitch, ex líder del Partido Laborista de Israel, también pidió el perdón de Azaria, preocupándose de que “los frágiles hombros” del asesino “no puedan soportar el peso” de la sentencia. El actual líder del Partido Laborista, Isaac Herzog, dijo que el asesino fue “víctima de una situación”.
Lo más contundente del caso es la prueba de un testigo particular en el juicio. Eliyahu Liebman, antiguo jefe de seguridad, habló en defensa de Azaria: clarificó que lo que había hecho Azaria era una rutina en el ejército israelí.
Se suponía que este testimonio daría apoyo a Azaria; al menos lo hizo en Israel. Pero también demostró lo que pasa con los asesinatos de palestinos en Israel. Azaria sólo es el síntoma de una enfermedad de todo el ejército israelí.