Pregunta: Cuéntanos algo sobre tus orígenes y tus últimos trabajos.
Respuesta: Mis padres y mis abuelos son refugiados desde 1948. La familia de mi madre es de Jafa, la de mi padre es de Haifa, Nazaret. Mi abuela se quedó embarazada de mi madre cuando se les estaba expulsando de Palestina, así que crecí en una pequeña ciudad al oeste de Massachusetts. Me mudé a Nueva York cuatro meses antes del 11-S.
Mi último libro salió en septiembre del 2015. Se titula “Antes de que caiga la próxima bomba: Creciendo desde Brooklyn a Palestina”. Es una colección de poemas que trata desde temas de la Nakba al boicot cultural, el militarismo estadounidense en EE.UU. y en todo el mundo y, esencialmente, desafía a la gente no sólo a aprender acerca del conflicto en Palestina, las encarcelaciones en masa o las injusticias que vivimos; sino también a hacer algo al respecto.
P: ¿Cómo te introdujiste en la poesía y en el activismo con la palabra como arma?
R: Tenía un hermano mayor que me solía enviar información acerca de la política mundial, ya fuese sobre Palestina u otros asuntos de todo el mundo. Cuando cayeron esas dos torres, hubo mucho lenguaje vitriólico. Estaba la mentalidad de “tenemos que convertir ese sitio en un parking”, “tenemos que empezar de nuevo”, y quería una forma de articular un mensaje en la corriente anti-árabe, anti-palestina, anti-musulmana y anti-cualquier otro tipo de retórica y luego detenerla. Así que empecé a leer todo lo que podía, desde intelectuales palestinos como Edward Said, a abolicionistas de prisiones como Angela Davis. Una vez empapado de la información suficiente, cogí un boli y escribí todas mis ideas.
En 2004, mi hermano y mi hermana me llevaron a ver Def Poetry Jam en Broadway. Era la primera vez que veía a poetas recitar en directo. Volví a casa y esa misma noche escribí un poema penoso. Así que, incluso aunque ya escribiese sobre política de Oriente Medio antes de ser poeta, lo que me llevó a ahondar en los elementos creativos fue ver a otros artistas. Supuse que una persona de 19 años corriente no querría leer un artículo de opinión o ver las noticias por cable, pero sí escucharía un artículo recitado. Así que, para mí, la palabra hablada era la forma en la que podía transmitir un mensaje político a través de un medio cultural que conectase con las generaciones más jóvenes.
P: Según tú, ¿cómo de consciente es la comunidad internacional acerca del tema de Palestina? ¿Qué papel juegan los medios de comunicación a la hora de influenciar el punto de vista de la gente sobre el conflicto entre Israel y Palestina?
R: Creo que hay muchos factores que están cambiando el punto de vista de la gente acerca de Palestina, especialmente en Estados Unidos, donde vivo. Las redes sociales son un medio más fácil de comunicarse y difundir información; no tienes por qué escuchar a Wolf Blitzer de la CNN o leer la propaganda de – por ejemplo – el New York Times. Puedes escuchar realmente las voces, ya sea de Gaza vía Skype, vídeos, Twitter o Facebook. También creo que hay una racha de anti militarismo que ha llegado a muchas poblaciones del mundo. Están cansados de la vigilancia masiva. Están cansados de los bombardeos con drones a docenas de países, de la guerra de Irak y Afganistán, y cada vez consideran más a Israel como una entidad militarista que está limpiando étnicamente a las personas, bombardeándolas y organizando un apartheid.
De las redes sociales a la creación de coaliciones, ves una transformación aún mayor en Estados Unidos en los últimos cinco años. No sólo acerca de Palestina. Acerca de la ejecución de personas negras en las calles de EE.UU. Acerca de la expulsión de personas indocumentadas. Acerca de los drones. Acerca de la vigilancia en masa. Acerca de esta nueva ola islamófoba, y la gente ha dicho que ya basta. Si nos fijamos también en el aspecto económico de la situación, si te gastas trillones de dólares en guerras y no en hospitales y escuelas, tienes que preguntarte qué clase de sociedad estás construyendo. Sí, mi familia es palestina, pero para mí es un sistema de opresión, es una injusticia, ya sea en Palestina o en Estados Unidos.
Hace unos cinco o siete años había una increíble oposición Palestina en los campus universitarios; había entre cinco y diez estudiantes para los capítulos de Justicia en Palestina. Hoy en día hay más de 150. Ha habido una resolución tras otra sobre el boicot académico, varias sobre la desinversión y muchos artistas han cancelado sus conciertos en los campus universitarios; es una gran transición. No es donde queremos estar, pero, durante mucho tiempo, estuvimos estancados en la fase uno, y ahora que estamos en la fase dos o tres sientes cómo el impulso está a tu favor.
P: Tus recitales, fuertemente influenciados por la política, suelen aludir al movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS). ¿Qué significa para ti?
R: En lo que se refiere internacionalmente, diría que los palestinos no son víctimas necesitadas de ayuda; son un pueblo ocupado necesitado de libertad. Los impuestos e inversiones en campus y comunidades estadounidenses obstaculizan esa libertad. Y, ya que Estados Unidos está especialmente involucrado en el colonialismo israelí, es importante oponerse a estas estructuras. Incluso yo, como palestino-estadounidense, estoy financiando con mis impuestos a la opresión israelí, y el primer paso es acabar con esa complicidad.
Si te fijas en el BDS y cómo funciona con la remodelación del paisaje mediático y la construcción de coaliciones, es lo mínimo que podemos hacer de forma internacional. Trabajo en el boicot cultural dentro de Estados Unidos. Hemos tenido 25 facturas de desinversión de los campus universitarios, hemos trabajado con las coaliciones; existe un boicot académico.
También es importante recordar que la limpieza étnica en Palestina no comenzó en 1967, y no podemos mirar a Palestina considerando exclusivamente la ocupación de Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Oriental. Hay más de siete millones de palestinos que no pueden regresar a su hogar. Por eso existe el BDS; el derecho a regresar ha de ser central. Cuando hablamos de luchar contra la opresión, no sólo hablamos de los asentamientos israelíes, sino de Israel como un todo como un Estado colonizador que fue construido en terrenos palestinos robados, con recursos palestinos que se apropiaron, y llevando a cabo una limpieza étnica en masa. Así que creo que es vital tener en cuenta los tres principios básicos del BDS: 1. Acabar con la ocupación; 2. El derecho de todos los refugiados palestinos a regresar, y 3. Acabar con el apartheid en Israel. Son demandas básicas que están en las leyes internacionales.
P: ¿Has estado en Palestina? ¿Cuáles son tus esperanzas para el futuro?
R: He estado cinco veces en Palestina, la primera en 2007. En cuanto a lo que me gustaría que sucediese, suena pasteloso, pero me gustaría ver a Palestina liberada. Hay que trabajar mucho internamente, y eso no puede suplantar el trabajo que se está llevando a cabo en Palestina y en la diáspora palestina.
Si miramos el panorama internacional, algunas cosas en Palestina, de algún modo, están mejor que nunca. Cuenta con más apoyo, más jóvenes, más comunidades marginalizadas que están dándose a oír en Palestina; y, aun así, de algún otro modo, las cosas en Palestina están peor que nunca. Este fascismo en la sociedad israelí está yéndose cada vez más hacia la derecha.
Pero mi esperanza es que, si se unen las personas suficientes, seremos testigo de cambios fundamentales, y no en una forma cliché tipo Barack Obama, sino de raíz, en la forma en la que la gente sale a las calles. Así que, ¿cuál es la chispa que se encenderá en Palestina, cómo se va a desarrollar, cómo será Palestina dentro de diez años? No estoy seguro al 100%, pero creo que, cuanto más apoyo global hay, más cerca estamos de una solución definitiva.