El pasado jueves, el gobierno de Trump declaró que la construcción de nuevos asentamientos israelíes o la expansión de los ya existentes no ayudará a lograr la paz con los palestinos, adoptando un tono más medido que sus previos comunicados pro-israelíes.
Dos semanas antes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue citado para reunirse con Donald Trump. La Casa Blanca ha declarado que el gobierno “no ha tomado una posición oficial respecto a los asentamientos.”
Trump, republicano, ha señalado que podría ser más complaciente respecto a los asentamientos que su predecesor demócrata, Barack Obama. Su último comunicado refleja un lenguaje más mediado en cuanto a cómo el gobierno considera la actividad en los asentamientos.
“Aunque no creemos que la existencia de los asentamientos sea un impedimento para la paz, la construcción de nuevos asentamientos o la expansión de los ya existentes más allá de sus fronteras actuales no ayudará a conseguir ese objetivo”, declaró la Casa Blanca.
Estas declaraciones podrían decepcionar a la extrema derecha israelí, que esperaba que Trump diese luz verde a la construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén oriental – zonas que Israel capturó en la guerra árabe-israelí de 1967.
Rex Tillerson, secretario de Estado estadounidense, habló por teléfono el jueves con Netanyahu, según declara el Departamento de Estado. Sin embargo, no informó de si hablaron acerca del comunicado de la Casa Blanca.
Obama criticaba rutinariamente la construcción de asentamientos, y su gobierno declaró que éstos no contaban con legitimidad e impedían la paz.
El comunicado de la Casa Blanca se produce tras haberse aumentado la actividad en los asentamientos israelíes. El miércoles, Israel declaró que establecerá un nuevo asentamiento en Cisjordania, el primero desde finales de los 90. También anunció un proyecto para construir 3.000 casas para ampliar los asentamientos de Cisjordania; el tercer proyecto que se anuncia en las dos semanas que lleva Trump en el Gobierno.
La semana pasada, Israel declaró que construirá otras 2.500 viviendas en Cisjordania, lugar en el que los palestinos buscan establecer su Estado. El comunicado de Israel atrajo las críticas de la Unión Europea y de Palestina.