“Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) tiene un terrible historial de esconder a mujeres y niños en áreas de operaciones militares y campamentos terroristas”, así justificaba el Comando Central de EE.UU. el asesinado de una niña de 8 años en Yemen la semana pasada. Según estadísticas del gobierno yemení, murió junto a otros 15 civiles: ocho mujeres y siete niños. Sin embargo, los médicos en el terreno afirman que la cifra de muertos es mucho mayor.
Nawar Al-Awlaki era una yemení-estadounidense que se encontraba en la provincia de Al-Bayda en el momento en el que fue asesinada. Su hermano Abdurrahman Al-Awlaki, un adolescente y ciudadano de los Estados Unidos que también fue asesinado por un dron durante el gobierno de Obama, en octubre de 2011. Varios meses después de la muerte de Abdurrahman, cuando el presidente Obama fue preguntado sobre ello en las elecciones estadounidenses de 2012, Robert Gibbs, en aquel momento un consejero de la campaña de reelección de Obama, simplemente declaró que el joven “debería haber tenido un padre más responsable.” Su padre, Anwar, sospechoso de formar parte de Al-Qaeda, fue asesinado por un dron estadounidense pocos meses antes que Abdurrahman.
¿Qué salió mal?
La operación que, al parecer, ha obtenido “información importante que ayudará a Estados Unidos a evitar el terrorismo”, según el presidente Donald Trump. Pero, según varias evidencias, la operación no estuvo bien planificada.
Para empezar, fue el gobierno de Obama el que inició el proyecto de la operación, pero no lo llevó a cabo por varias razones. El New York Times declaró que se debió a que Obama quería realizarlo en una “noche de luna nueva”, algo que tan sólo se daría tras la inauguración de Trump.
Ahora nos damos cuenta de que las otras razones presentadas tienen más sentido. Se refieren al hecho de que Obama no contaba con suficiente información como para llevar a cabo la operación con éxito. No debemos olvidar que Obama era muy consciente de que en sus últimos meses en el gobierno debía tener cuidado de no causar más controversia; y orquestar la operación habría añadido otro accidente mortal a su legado.
Cuando le llegó el turno a Trump de abordar el tema, lo hizo sin considerar las consecuencias. Un oficial anónimo declaró a Reuters que el presidente Trump aprobó la operación “sin la información, el apoyo y los refuerzos suficientes”. Además, uno de los dos aviones MV-22 Osprey que se utilizaron tenína fallos en el motor, y se estrelló con tanta fuerza que provocó la lesión de tres soldados. También se estrelló en una zona llena de minas terrestres, arriesgando aún más la vida de los soldados, además de los civiles de alrededor. El ataque terminó en tragedia y, en cuestión de días, Al-Qaeda logró nuevos avances en Yemen.
A pesar de todo, el gobierno de Trump sigue defendiendo la descentralización del proceso de aprobación de operaciones militar. El general retirado Michael Flynn, asesor de seguridad nacional de Trump, declaró que se están llevando a cabo conversaciones para acelerar el proceso de toma de decisiones a la hora de realizar tales operaciones. Esto se haría delegando más autoridad a oficiales de un rango más bajo, lo que otorgaría más riesgo a las operaciones.
La destrucción continua de Obama
De momento, el gobierno de Trump ha demostrado ser temerario respecto a sus políticas internas y externas, y no tiene ningún respeto real por los derechos humanos, ya sea en Estados Unidos o en el extranjero. Cuando Obama aprobó el asesinato de Anwar Al-Awlaki, un ciudadano estadounidense, Anwar fue asesinado sin haber presentado cargos por ningún crimen. También se le denegó un juicio justo para aclarar las alegaciones presentadas contra él. Fue asesinado a sangre fría.
Su asesinato provocó enfado y un debate internacional. La Unión Americana de Libertades Civiles, junto al Centro por los Derechos Constitucionales, intentó demandar a Obama por el asesinato, y desafió a “la supuesta autoridad del gobierno para llevar a cabo “asesinatos selectivos” de “ciudadanos estadounidenses situados lejos de cualquier zona de conflicto armado”. Destacaron que Al-Awlaki “no había sido condenado ni se habían presentado cargos – le colocaron en la lista de muertos sin supervisión ni proceso judicial”, y que las acciones del gobierno “plantean el riesgo de que, por error, metan en la lista a personas equivocadas.”
La política de Obama en torno a la invasión saudí en Yemen también fue producto de la desinformación. Carecía de consideración real por la situación política interna de Yemen. Debido a que la guerra sucedió en un momento y en un clima geopolítico muy delicados, a Obama parecía importarle principalmente mantener un equilibrio entre no enfadar ni a Riad ni a Teherán. Se negó a prohibir la venta de armas a Arabia Saudí, mientras que no consiguió frenar los esfuerzos de Irán por abastecer a los rebeldes hutíes. Mientras Trump mantenga su política, seguirá vendiendo armas a Arabia Saudí como hizo Obama, o más aún que el gobierno previo. Pero probablemente no se preocupe por encontrar una solución política estable al conflicto de Yemen.
Los partidarios de la coalición saudí discuten que apoyar la operación suponga proteger el Golfo Pérsico y la Península Arábiga de Irán. Les recuerdan a los escépticos que Riia y sus aliados, supuestamente, han frenado la mayor amenaza que suponen los hutíes para la zona, y que también han formado parte de operaciones antiterroristas contra Al-Qaeda.
Sin embargo, este argumento es bastante débil. En primer lugar porque los hutíes luchan contra la invasión de su país, y en el caso de que fueran un peligro potencial en la zona; la operación militar ha hecho poco para obligar a los hutíes y Saleh retirase, y ha costado la vida a miles de personas. Taiz, la tercera mayor ciudad de Yemen, sigue bajo asedio y, a pesar de que la coalición saudí ha destruido el puerto de Al-Hudaydah para que hutíes y Saleh no puedan introducir armas en Yemen a través del Mar Rojo, siguen llegando armas ilegales a Yemen a través del mismo puerto que destruyeron.
Trump seguirá apoyando la defectuosa operación, ya que beneficiará a la venta de armas. Poco le importan los costes humanos o encontrar una solución al conflicto. Los ataques y drones de la era de Obama continuarán. Sin embargo, no debemos olvidar el violento historial de Obama en la Península, y la crueldad de Trump en Yemen ha de considerarse como la continuación de la política del gobierno de Obama.