La violencia estalló en la mañana de ayer en la capital iraquí, cuando miles de manifestantes se reunieron en la fortificada Zona Verde, la sede del poder de Irak. Protestaban por la corrupción y el sesgo percibido en la composición de la comisión electoral, según informan los medios y los activistas locales.
Un miembro de las fuerzas de seguridad de Bagdad murió durante los disturbios.
Al menos otras 11 personas resultaron heridas en los enfrentamientos, tanto manifestantes como miembros de las fuerzas de seguridad. La policía utilizó gas lacrimógeno y balas de goma para tratar de dispersar a la multitud.
Las protestas fueron convocadas por el clérigo chií Moqtada Al-Sadr –quien instó a sus partidarios a ocupar la Zona Verde, donde se encuentran varios edificios del gobierno y embajadas extranjeras.
La protesta comenzó de forma pacífica, y varios oradores se dirigieron a la multitud en la plaza de Tahrir, antes de que algunos manifestantes se separaran e intentaran atravesar el cordón de seguridad que cerraba el paso a la principal carretera hacia la Zona Verde.
Las fuerzas de seguridad pidieron refuerzos, pero fueron incapaces de evitar que una multitud de manifestantes cruzaran el Puente de la República, que atraviesa el Río Tigris, y se dirigieran a la Zona Verde.
Sin embargo, la manifestación fue dispersada antes de que la multitud llegase a la Zona Verde.
Al-Sadr, el líder del conocido como Ejército del Mahdi, pidió una “retirada táctica” para proteger a los civiles, acusando personalmente al primer ministro Haider Al-Abadi de lo que describió como “fuerza excesiva” por parte de las fuerzas de seguridad.
Como respuesta a la manifestación, el líder de la comisión electoral se negó a dimitir, calificando las protestas “una disputa entre chiíes”.
La lucha por el poder entre los chiíes de Irak
Al-Sadr lleva un año pidiendo una profunda reforma política, argumentando que las reglas actuales fueron adaptadas para los principales partidos de Irak, a los que acusa de corruptos.
Los manifestantes, la mayoría de ellos alzando banderas iraquíes, argumentaron que la Alta Comisión Electoral es parcial y no independiente.
El miércoles, miles de sadristas volvieron a tomar las calles pidiendo una reforma de la Comisión, así como la prevención del regreso a un alto cargo del ex primer ministro, Nouri Al-Maliki.
Aunque Al-Maliki es un político chií criticado por su sectarismo, está respaldado por Irán y no por Al-Sadr, lo que ha provocado una falta de apoyo entre ambos. Durante su gobierno, y con la ayuda de las fuerzas de ocupación estadounidenses, también criticó a los hombres de Al-Sadr en Basora en 2008, lo que llevó a que muriesen cientos de miembros del Ejército del Mahdi de Al-Sadr y dio pie a una rivalidad entre ambos hombres.
Al-Sadr advirtió de que tanto él como sus partidarios tomarán “medidas más intensas” si no se cumplen sus demandas. El año pasado, irrumpieron en el parlamento iraquí, donde cometieron varios actos vandálicos.
El actual sistema de asignación de asientos del parlamento se adoptó antes de las elecciones parlamentarias de 2014, después de que ciertos partidos minoritarios tuviesen resultados importantes en las elecciones provinciales del año anterior.
Durante el último año, los partidarios de Al-Sadr han organizado numerosas manifestaciones en Bagdad, intentando presionar al primer ministro, Haider Al-Abadi, para que designe un gobierno de “tecnócratas” que, según ellos, se asegurará de que Bagdad no esté contaminada por la corrupción y afiliaciones sectarias.
Estas manifestaciones fueron detenidas en octubre, cuando Bagdad reunió a unos 100.000 hombres, miles de ellos fieles a Al-Sadr, en una operación respaldada por EEUU e Irán para recuperar el control de Mosul, ocupada por el Daesh.
A mediados del 2015, el parlamento aprobó una serie de reformas aparentemente destinadas a cumplir con las demandas populares de eliminar la corrupción del gobierno y racionalizar la burocracia estatal, pero estas reformas no se adoptaron o fueron detenidas por discusiones y desacuerdos políticos.
El mes pasado, se anunció que las elecciones tendrán lugar en septiembre. Sin embargo, esto ha vuelto a poner en primer plano la agenda de la política interna, y los partidarios de Al-Sadr buscan reanudar su campaña de protestas callejeras.