Más de dos tercios de la población siria vive bajo una extrema pobreza como resultado de los seis años de guerra civil.
Stephen O’Brien, subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, declaró, describiendo la catástrofe humanitaria de Siria: “Más de 12,8 millones de sirios necesitan ayuda médica, y más de siete millones necesitan alimentos en un país en el que los precios han aumentado desmesuradamente y hay escasez de alimentos.”
Listó la destrucción de infraestructuras, incluyendo escuelas y hospitales; la devaluación de la moneda; el impacto de las sanciones, la subida de los precios de los alimentos, la escasez de combustible y electricidad, así como la falta de agua potable. Esto ha afectado a la mayoría de familias del país.
Acerca de la tasa de desalojos, comentó: “En 2016, la tasa de desplazamiento no disminuyó: unas 5.000 personas fueron desalojadas cada día entre enero y diciembre – algunas más de una vez. Más de la mitad de los sirios han sido expulsados de sus casas desde 2011, 6,3 millones de ellos se han quedado en el país, otros 4,9 millones se registraron como refugiados en países vecinos y casi 1,2 millones han buscado refugio en Europa.”
O’Brien describió la cruda realidad de Siria, en la que millones de niños se han visto obligados a mendigar o robar. Con la devastación generalizada de sus vidas y la separación de sus familias, el uso y reclutamiento de niños en el conflicto se ha convertido en un tema preocupante. Unos 5,82 millones de niños y jóvenes, entre ellos más de 118,000 refugiados palestinos, necesitan asistencia escolar en Siria.
O’Brien concluyó haciendo hincapié en que “la mirada de Siria y de todo el mundo está puesta en Ginebra”, donde se desarrolló hoy la cuarta ronda de conversaciones entre el gobierno sirio y los grupos de la oposición.