Cuando hay un debate serio acerca de la ocupación israelí en Palestina en los medios de comunicación, se suele centrar en el problema de los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén. Los “asentamientos” pueden sonar relativamente benignos, o incluso un término neutral. En un contexto histórico, un “asentamiento humano” se refiere a un lugar en el que la gente ha construido sus hogares durante varios años. Sin embargo, la realidad de los asentamientos israelíes es muy diferente.
“Colonias” sería una descripción más acertada, porque es lo que son los asentamientos de Israel. Sus colonias en Cisjordania se establecen y mantienen mediante la expropiación de tierras palestinas.
Los palestinos indígenas son expulsados de sus tierras y de sus casas para que sólo se puedan construir asentamientos exclusivamente judíos (o casi exclusivamente). Esto se realiza con una violencia extrema.
Lectura: El compromiso con la solución de los dos Estados es pura formalidad.
Además, la práctica no se limita a Cisjordania o es relegada a la historia. El pueblo palestino beduino de Um Al-Hiran está en el Israel de hoy en día, al sur del desierto del Negev y, aun así, ha sido demolido en contra de la voluntad de sus habitantes, que, supuestamente, son ciudadanos israelíes. Israel lleva a cabo esta limpieza étnica para reemplazar el pueblo palestino por una ciudad hecha para los judíos, que se llamará “Hiran”.
En el proceso de tratar de acabar con la organizada resistencia no armada de los ciudadanos palestinos nativos de Hiran, las fuerzas israelíes no sólo han herido a un miembro palestino del parlamento, sino que también han asesinado a un viajero durante una redada de madrugada. Por si esto no era lo suficientemente terrible, tras asesinarle físicamente, los portavoces y ministros israelíes trataron de asesinar la reputación de yaqoub Abu Al-Qiyan tachándole de terrorista y partidario del llamado Estado Islámico. Esta es la realidad de los asentamientos israelíes: son violentos por su propia naturaleza.
En realidad, si la demolición tiene éxito y se construye la ciudad de “Hiran”, no tendrá menos de asentamiento israelí que aquellos construidos haciendo uso de una violencia similar y de una limpieza étnica en Cisjordania. A pesar de esto, desde la victoria electoral de Donald Trump, Israel ha llevado a cabo un aumento masivo de la construcción de asentamientos en Cisjordania. Se ha aprobado la construcción de más de 6.000 viviendas.
“La avalancha de nuevas construcciones significa que el gobierno israelí, envalentonado por la administración de Trump, no ve ninguna necesidad de ocultar sus violaciones de los derechos humanos en la población palestina”, declaró la subdirectora de Amnistía Internacional en Oriente Medio y África del Norte, Magdalena Mughrabi.
Eso no es todo. A principios de febrero, la Knesset – el parlamento israelí – aprobó una ley para reconocer de manera retroactiva unas 4.000 viviendas de asentamientos en “puestos avanzados no autorizados” en Cisjordania. Esto es un gran paso hacia la anexión formal de una gran extensión de Cisjordania, algo que supondría un cambio del paradigma en la manera en la que se considera “el conflicto” desde el punto de vista internacional. De hecho, podría suponer el abandono oficial de la llamada “solución de dos Estados” por parte de las potencias internacionales; en cualquier caso, ya está bastante acabada, como admitirán sus partidarios que sean lo bastante honestos.
Los puestos avanzados son asentamientos extremos, fundados por fanáticos religiosos como las “Juventudes de la Cumbre”. Normalmente, son los extremistas sionistas más fanáticos. Algunos de ellos se oponen al Estado de Israel por no matar a los suficientes palestinos. Es casi seguro que estos extremistas colonialistas israelíes fueron los que quemaron a un bebé palestino, Ali Dawabsha, en julio de 2015.
Los puestos se consideran ilegales incluso bajo la ley israelí, pero sólo porque no aceptaron los planes sancionados por el gobierno de la colonización israelí de Cisjordania. No tiene nada que ver con el racismo violento de sus fundadores contra la población palestina; es más bien el problema de tener un gobierno central en control de la dirección del proyecto de colonización.
Lectura: ONU: La demolición de las casas de los beduinos es inaceptable.
Mientras que los asentamientos israelíes oficiales son considerados “legales” por el Estado, la ley internacional los condena; todos los asentamientos son ilegales bajo la ley internacional. Que una potencia colonizadora como Israel desplace su población civil a un territorio ocupado (Cisjordania o Jerusalén) se considera una violación de la cuarta Convención de Ginebra. En otras palabras, los asentamientos son, literalmente, un crimen de guerra, muy lejos de ser benignos o neutrales.
Ahora que incluso los “puestos” de los sentamientos se están legalizando, es obvio que, en Israel, el delito se paga.
Según Jerusalem Post, es la primera vez que la Knesset intenta formalmente legislar en la Zona C (una zona designada por los Acuerdos de Oslo que cubre un 60% de Cisjordania). Los ministros más extremistas y derechistas del gobierno de Israel llevan años abogando por una anexión formal de la Zona C.
Naftali Bennet, líder del partido Hogar Judío, es uno de estos extremistas. Es el actual ministro de educación en el gobierno de coalición liderado por Benjamin Netanyahu, y lleva ya tiempo promocionando un plan para anexionar formalmente la Zona C a “Israel” y darles a sus ciudadanos palestinos derechos de “residencia”. Es casi seguro que estos derechos serían menos que una ciudadanía absoluta, pero, en cualquier caso, la ley israelí ya discrimina explícitamente a sus ciudadanos palestinos, que conforman un 20% de la población.
Esta es la dirección que siguen las colonias-asentamientos. Con la solución de dos Estados esperando el golpe de gracia oficial, la única opción real que queda es un Estado democrático unitario que otorgue derechos igualitarios a todos los ciudadanos de la Palestina histórica.