A primera vista, la reunión esta semana del jefe de seguridad de Sudán con los líderes de inteligencia americana, el FBI y la CIA, parece anunciar una nueva fase de la relación entre Washington y Jartun. Pero varios analistas de seguridad que han seguido durante décadas la relación de información entre Sudán y EE.UU. son conscientes de que las líneas de comunicación entre ambas partes nunca han callado, y que la relación es tan estrecha como siempre.
La visita de Mohammed Atta Al-Moula, el director de los Servicios de Inteligencia y Seguridad de Sudán, y su séquito, podría suponer que los directores de los servicios de inteligencia estadounidense den el visto bueno para que Sudán regrese a la comunidad internacional el 12 de junio, y las sanciones impuestas en 1997 y 2006 podrían levantarse.
El decreto presidencial de Washington de Barack Obama alabó a Sudán por su cooperación contra el terrorismo y a lo largo de la conflictiva época de finales de los 90 y los 2000, Sudán siempre ha estado preparado para cooperar con EE.UU. a la hora de combatir el terrorismo en la región; ha ayudado a vigilar a fugitivos buscados y ha entregado información cuando era necesario.
Lo irónico es que, en ocasiones, Estados Unidos no ha estado dispuesto a comprometerse con Sudán, hasta el punto de ignorar información importante debido a disputas internas del gobierno estadounidense.
De hecho, en 2004 Sudán creó un Departamento de Contrainteligencia para hacer frente a la amenaza de ataques terroristas dentro y fuera de sus fronteras. En junio de 2005, el jefe de seguridad del momento, Salah Abdallah Gosh, fue enviado en secreto a Washington, donde se reunió con el equipo de inteligencia de la CIA y, supuestamente, habló de la cooperación contra el terrorismo y la creciente inquietud acerca de la situación en Darfur.
El informe del New York Times sobre su visita en 2005 confirma que Sudán había sido fundamental a la hora de ayudar a Washington a detener a sospechosos de terrorismo y a proporcionar información sobre Al-Qaeda. La visita causó una disputa con la administración; algunos intentaron que Gosh fuera arrestado por formar parte del conflicto de Darfur, que el gobierno de Bush y la ONU describieron como “genocidio.”
Sin embargo, un alto cargo de la administración confirmó que los lazos de la CIA con Sudán eran extremadamente importantes. “El objetivo de esta visita era continuar mejorando la relación profesional entre ambos servicios de inteligencia”, declaró el oficial.
“Durante años, la CIA sólo se reunía con los “buenos”. Tras el 11-S, quedó claro que tienes que hablar con los “malos” de para luchar contra el terrorismo”, contó.
La visita de Salah Gosh también reveló que el secretario de Estado de aquel entonces, Donald M. Payne, había visitado Sudán varias veces. Payne declaró que no tenían ninguna prueba directa sobre el papel que jugó Gosh en las atrocidades de Darfour.
Los observadores siempre se quedan perplejos ante la tibia postura del gobierno de Bush respecto a Sudán por el conflicto de Darfour, pero no sería hasta 12 meses después cuando Bush, bajo una presión considerable, impusiera más sanciones a Sudán, aunque esto no afectó al intercambio de información ni a la estrategia antiterrorista de Sudán.
El embajador sudanés de Estados Unidos, Khidir Haroun Ahmed, fue más allá en 2005, declarando que la cooperación del país con la CIA se remontaba a antes del 11-S. “Sinceramente, me sorprende que aún haya quien cuestiona nuestra cooperación en la lucha contra el terrorismo internacional”, dijo Ahmed. Las diferencias respecto a Darfour “no deberían ser una razón para acabar con el intercambio de información con Sudán.”
En realidad, el ex embajador sudanés tenía razón. Sudán llevaba cooperando con EE.UU. desde mucho antes que el 11 de septiembre de 2001. De hecho, en 1995, Osama Bin Laden residía en Irán y el general Elfaith Erwah era el secretario de defensa; Erwah visitó Estados Unidos en secreto para proponer un trato: la extradición de Bin Laden a Arabia Saudí a cambio de una reducción de las sanciones económicas y políticas.
Cuando Arabia Saudí se negó al regreso de Bin Laden, temiendo una reacción negativa, y despojó a Bin Laden su ciudadanía; Sudán se ofreció a entregarlo a las autoridades estadounidenses. Esta oferta también fue rechazada. Sin embargo, de acuerdo a las demandas de EE.UU., Bin Laden fue obligado a marcharse. En agosto de 1996, Hassan Abdullah Al-Turabi, pensador islámico y secretario general del partido gobernante, escribió al presidente estadounidense, Bill Clinton, sugiriendo que Sudán se convirtiera en un “aliado especial” y se le diera prominencia sobre otros países de la región. No hubo respuesta.
Más adelante, ese mismo año, el jefe de seguridad de Sudán mostró a EE.UU. información importante sobre terroristas rastreados en Jartum y sobre campos de entrenamiento de terroristas. Una vez más, Estados Unidos no respondió. El año siguiente, en abril de 1997, el presidente sudanés, Al Bashir, ofreció a las unidades antiterroristas del FBI y la CIA acceso ilimitado e incondicional a la información de Jartum.
La medida de Sudán provocó un debate en el Departamento de Estado, pero, según The Washington Post, la decisión de Madeleine Albright, secretaria de Estado, de volver a comprometerse con Sudán fue anulada por Susan Rice, especialista en África del Consejo de Seguridad Nacional; y por Richard Clarke, especialista en terrorismo de la NSC.
En 1998, Sudán volvió a intentar acercarse a Washington. El 24 de junio, Williams escribió al jefe de seguridad sudanés diciendo que “no estoy en la posición de aceptar su amable oferta.” Las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania fueron bombardeadas seis semanas después, en un atentado que se cree que fue orquestado desde Sudán.
Desde el punto de vista sudanés, la eliminación total de las sanciones en junio no es un resultado de la mejor colaboración con Estados Unidos. Más bien, se considera un cambio en el clima geo-político de la región. Sin embargo, después de las sanciones, en lo que respecta a la cooperación en materia de información, sería simplemente la relación “normal”.