https://www.middleeastmonitor.com/20170403-americas-blatant-pragmatism-and-middle-east-policy/
En su política exterior, las sucesivas administraciones de Estados Unidos han adoptado un enfoque pragmático basado en “intereses nacionales”. A pesar del debate acerca de las diferencias entre Obama y Trump, ambos son pragmáticos a su manera con respecto a sus políticas empíricas, imperialistas y de derechos humanos.
Sin embargo, es un pragmatismo ambiguo por sus justificaciones, los valores de los que depende su capacidad de cumplir sus objetivos. Mientras que Obama adoptó un pragmatismo basado en una “ambigüedad creativa”, Trump prefiere basarse en una “claridad descarada”.
La política de Donald Trump difiere de la de su predecesor en términos de “la política de la verdad”, dadas sus diferencias en el ámbito social, económico y educativo. Mientras que el actual presidente da recursos populistas claramente unilaterales, los de Obama eran muy ambiguos, pluralistas y elocuentes.
Sin embargo, la realidad es que, básicamente, Trump está siguiendo los pasos de Obama, aunque lo niegue, debido a sus distintos puntos de vista respecto a la “grandeza de América”. Aun así, todavía habla y actúa pragmáticamente. De hecho, desde que Trump asumió el cargo, ha imitado a Obama en la mayoría de asuntos extranjeros, a pesar de contradecirlo en palabras y hechos.
La expulsión de Bashar Al-Assad de su cargo no era una prioridad para Obama. Tras el estallido de la revolución siria, su gobierno pidió al régimen que llevara a cabo reformas que cumpliesen las demandas de los protestantes, y pidió el fin de la violencia. Washingon, bajo la presidencia de Obama, ejerció una presión limitada sobre Assad en forma de un lote de sanciones financieras y económicas el 18 de Mayo de 2011. Obama contó a la CBS el 12 de julio de 2011 que Assad “había perdido su legitimidad al no haber conseguido una transición democrática”, pero no le pidió abiertamente que dimitiera.
Cuando el grupo de acción en Siria creo el acuerdo de seis puntos de Ginebra el 30 de Junio de 2012, la administración de Obama dejó el futuro de Assad abierto a la interpretación durante el período de transición. En aquel momento, Rusia insistió en que el acuerdo no establecía la expulsión de Assad como punto de partida para su implementación.
El presidente Obama fue más claro durante su discurso del Estado de la Unión el 12 de Febrero de 2013, pero no abordó la cuestión de la expulsión de Assad. En su lugar, dijo que continuaría presionando al régimen sirio y apoyando a los líderes de la oposición.
La posición de la administración de Trump respecto a la expulsión de Assad no es ninguna sorpresa; es una extensión de la de Obama, aunque más clara. Cuando la embajadora estadounidense de la ONU, Nikki Haley, declaró el 30 de Marzo que la política de su país ya no se centra en la expulsión de Assad, acabó con la nube de ambigüedad de Obama. “Nuestra prioridad es considerar realmente cómo hacer las cosas”, explicó. “¿Con quién tenemos que trabajar para lograr un cambio para el pueblo sirio? No podemos centrarnos necesariamente en Assad, como hizo el gobierno anterior.”
El secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, declaró que el pueblo sirio decidirá, en un futuro, el destino de Assad. Con el espíritu de la política de claridad descarada, Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, añadió: “Existe una realidad política que tenemos que aceptar en términos de dónde nos encontramos ahora mismo”. Es una referencia al gobierno de Bashar Al-Assad. “Estados Unidos tiene unas prioridades claras en Siria e Irak, y hemos dejado claro que el antiterrorismo, en especial la lucha contra el ISIS, es la primera de estas prioridades.”
El foco en la eliminación del Daesh y Al-Qaeda que reitera la administración de Trump es el mismo que adoptó Obama. Además, los oficiales de Trump han adoptado la estrategia de Obama, limitando el despliegue de tropas estadounidenses en el extranjero. Confían en los mismos planes estratégicos que se prepararon con Obama para la toma de Mosul y Al-Raqqah, utilizando ataques aéreos, apoyo de asesores estadounidenses en el terreno, establecimientos de bases militares y la dependencia de varias fuerzas locales. En Siria, esto excluye a Turquía de la ecuación.
En última instancia, la diferencia entre ambos presidentes es su manera de proteger los intereses de EEUU. Según Obama, una terminología inapropiada daña los intereses estadounidenses y su lucha contra los extremistas de Oriente Medio y de todo el mundo, especialmente las generalizaciones sobre el islam, los musulmanes y el terrorismo.
“Dicen que no podemos vencer al ISIS si no los llamamos ‘islamistas radicales’”, declaró. “¿Qué conseguiríamos exactamente utilizando esta etiqueta? ¿Qué cambiaría? ¿Haría que el ISIS no intentase matar a americanos? ¿Supondría más aliados? ¿Hay una estrategia militar a la que beneficie? La respuesta es: ninguna de las anteriores. Llamar a una amenaza con un nombre diferente no hace que desaparezca. Es una distracción política.” Destacó que “no hay ninguna magia en el término ‘islam radical’”.
Quizás Trump no cree en la ambigüedad, pero no llega a apartarse de lo que planeó Obama. Esto le hace popular entre las dictaduras de la región, sobre todo en el régimen de Assad, que recibió con satisfacción su elección y expresó su voluntad de cooperar con su gobierno. Esto fue después de escuchar su vinculación entre Islam y terrorismo. Aunque, según Trump, el líder sirio es un “hombre malo… bueno matando terroristas.”A pesar de que habló en the Guardian acerca de la necesidad de centrar la atención de Washington en los problemas internos y no en la “construcción de naciones” extranjeras, Trump declaró a Reuters que derrocar al Daesh es una mayor prioridad que convencer a Assad para que se retire. Expresó sus dudas sobre la naturaleza de la oposición armada siria, respaldada por EEUU, y sugirió que los representantes de la oposición podrían ser leales al grupo extremista.
Tampoco debemos olvidar que fue Obama quien sugirió etiquetar a los Hermanos Musulmanes como organización terrorista. Parece que Trump está impidiendo tal medida.
Trump no ha adoptado ninguna nueva estrategia en política exterior. Respecto a Irán, también está continuando lo que puso en marcha Obama. Sus discursos pueden parecer más hostiles hacia Teherán, pero, en este aspecto, las acciones de su administración son más o menos las de siempre.
Por lo tanto, el pragmatismo de EEUU está diseñado para proteger y desarrollar los intereses americanos, sean los que sean. Si el tema de la expulsión de Assad está claro entre Obama y Trump, está aún más claro en el contexto de “terrorismo islámico”. No veremos diferencias fundamentales en el resto de asuntos regionales, incluidos aquellos relacionados con Irán o incluso con la causa palestina. Seguirán apoyando a las dictaduras y continuará vigente la ilusión de que todo esto se hace para crear estabilidad.
Traducido de Arabi21, 2 de Abril de 2017