La visita del presidente iraní Hassan Rouhani a Moscú ha sido interpretada en Occidente como la última señal del fortalecimiento de los lazos entre ambos Estados.
Mientras que la visita de dos días de Rouhani trató principalmente de comercio y economía, en particular la inversión rusa en el sector energético iraní; sin duda, Siria y otros asuntos regionales fueron discutidos.
La cooperación militar, en particular la anticipada venta de armas rusas, fue probablemente el tema de discusión entre Rouhani y Vladimir Putin. Según algunos informes, Rusia está considerando vender armas a Irán por un valor de 10.000 millones de dólares. Sin embargo, de momento, no ha habido una confirmación oficial de nuevos acuerdos de venta de armas.
Pero, más allá de los titulares, la relación entre Rusia e Irán está dominada por la complejidad y la desconfianza mutua. Mientras que, en términos estratégicos, ambos Estados comparten ciertos puntos de vista; sus objetivos difieren en muchos otros asuntos, también en Siria, donde ambos luchan en el mismo bando.
Relación incómoda
Las relaciones ruso-iraníes se describen cada vez más en los medios occidentales como una alianza estratégica. Sin embargo, estrictamente hablando, Irán no tiene ninguna alianza formal con Rusia. De hecho, la República Islámica sólo tiene un aliado formal: la República Árabe Siria.
Además, la constitución de la República Islámica está en contra de entrar en alianzas con potencias superiores. A un nivel práctico, la política exterior iraní, desde 1979, ha incluido desarrollar fuertes lazos con Estados de igual potencia o, preferiblemente, más débiles (como Siria); al tiempo que despliega estrategias de equilibrio de poder para mantener a raya a los Estados más potentes.
En cuanto a Rusia, el contexto histórico no favorece a una relación fuerte, ya que las Guerras Rusas Persas de los siglos XIII y XIX redujeron el imperio iraní y le arrebataron el control del Cáucaso. La pérdida del Cáucaso – y el dolor asociado a ello – ha causado una impresión duradera en la psique iraní moderna. Desde una perspectiva iraní, esa desposesión sigue siendo el telón de fondo de las relaciones ruso-iraníes.
Más recientemente, la República Islámica de Irán mantuvo una complicada relación con la antigua Unión Soviética, en pérdida para compensar con la pérdida de su relación con Estados Unidos. Este acceso a la URSS puede considerarse un ejercicio de equilibrio de poder – y, en parte, una corrección de la política pre-revolucionaria de alineación con Estados Unidos.
Tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, las relaciones ruso-iraníes mejoraron constantemente y, bajo el mandato del presidente Putin, han estado mejor que en décadas e incluso siglos. Irán y Rusia han compartido intereses y opiniones en varios asuntos regionales, entre ellos el conflicto en Nagorno-Krabakh, formalizando el estatus legal del Mar Caspio y fortaleciendo la cooperación bilateral en el sector energético.
Por encima de todo, Irán y Rusia comparten una oposición a la hegemonía global de Estados Unidos, en parte basada en sus valores, pero, principalmente, basada en el restablecimiento de la estabilidad regional en unos términos y condiciones más favorables. Las señales del comienzo de la retirada estadounidense de Oriente Medio han impulsado la cooperación ruso-iraní en la región, especialmente en Siria, donde su intervención salvó al Estado sirio de un colapso casi seguro.
Resultados divergentes
Incluso con esta cooperación ruso-iraní sin precedentes, es importante no subestimar el significado de esta relación o lo que podemos esperar de ella a corto y medio plazo. Irán y Rusia no se dirigen a una mayor alianza en el panorama internacionalmente. Los factores históricos, ideológicos y pragmáticos se oponen a este resultado.
Tomemos a Siria como ejemplo. Lo que es evidente es que las dos potencias están en el mismo bando, ambas decididas a apuntalar al arraigado régimen sirio debilitando y, si es posible, destruyendo a los grupos de la oposición y yihadistas que se han movilizado en su contra. Esta convergencia de opiniones e intereses fue lo suficientemente fuerte para que Irán tomara el paso sin precedentes de permitir que aviones de guerra rusos usaran una base aérea iraní.
Pero, incluso en este ámbito – en el que ambos Estados comparten los mismos objetivos – sus posiciones no están totalmente alineadas. Como un desaire deliberado a Irán, Rusia ha permitido que las fuerzas aéreas israelíes operen en cielo sirio y que bombardeen con impunidad. De hecho, desde la aparición de las fuerzas aéreas rusas en Siria en septiembre de 2015, se han realizado al menos nueve ataques aéreos israelíes contra objetivos libaneses de Hezbollah y Siria, este último sólo hace sólo dos semanas.
En términos más amplios, las opiniones rusas e iraníes sobre el resultado deseado del conflicto sirio son divergentes, como demuestra la creciente propensión de Rusia a utilizar su estatus diplomático superior para apoyar a Occidente en sus esfuerzos por contener el conflicto. Mostafa Zahrani, uno de los directores del Instituto de Estudios Políticos e Internacionales, destacó la disparidad de poder en relación con el fin del conflicto sirio.Irán y Rusia pueden ser amigos, e incluso incómodos socios en temas regionales clave, pero nunca serán aliados.