Un desafiante presidente turco, Tayyip Erdogan, denunció la "mentalidad de las cruzadas" de Occidente el lunes, después de que los observadores europeos criticaran el referéndum en el que ganó nuevos poderes.
Erdogan, cuya estrecha victoria puso al descubierto la fuerte división de la sociedad turca, dijo a sus seguidores que los observadores electorales extranjeros deberían "saber cuál es su lugar" y Turquía no "ve, oye ni reconoce" las críticas de que el plebiscito no cumplió con los estándares internacionales.
La votación del domingo puso fin al debate sobre la necesidad de una presidencia ejecutiva más fuerte, dijo Erdogan, quien argumenta que la concentración de poder es necesaria para prevenir la inestabilidad.
Los opositores le acusan de liderar una deriva autoritaria y personalista en Turquía, un país miembro de la OTAN que limita con Irán, Irak y Siria y cuya estabilidad es de vital importancia para Estados Unidos y la Unión Europea.
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El principal partido de la oposición no reconoció el resultado y pidió que se anulara la votación. Miles de personas marcharon a través de al menos tres barrios de Estambul, coreando lemas como "Erdogan ladrón, ", "No a la presidencia ejecutiva" y "Esto es sólo el comienzo" después de llamadas a las redes sociales para desplegar protestas en varias ciudades.
El lunes, el gabinete extendió la duración del estado de emergencia por otros tres meses, dijo el viceprimer ministro Numan Kurtulmus a los periodistas, la tercera extensión desde el fallido intento de golpe de Julio del año pasado.
Las autoridades electorales dijeron que los resultados preliminares mostraron que el 51,4% de los votantes habían respaldado la mayor reforma de la política turca desde la fundación de la república moderna.
Fuentes del equipo de Erdogan dijeron que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le había telefoneado para felicitarle.
Pero lo ajustado de su victoria podría precisamente aumentar la inestabilidad en un país que en los últimos meses ha sobrevivido a un intento de golpe de Estado, ataques de extremistas islamistas, la insurgencia kurda, disturbios civiles y con la guerra acechando a través de su frontera con Siria.
El resultado ha dejado al descubierto la profunda fractura social entre las clases medias urbanas que ven su futuro de mano de la modernidad europea y el electorado pobre, religioso y del mundo rural que prefiere la mano dura y el lenguaje tradicionalista de Erdogan. Erdogan reiteró su disposición a restablecer la pena de muerte en varias apariciones el lunes, lo que pondría fin inevitablemente a la larga campaña de Turquía para adherirse a la UE.
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El propio presidente restó importancia la hecho de que la UE suspendiera las negociaciones de adhesión con Turquía.
"La mentalidad de las Cruzadas que perdura en Occidente y sus esbirros en nuestra casa nos han atacado", dijo Erdogan a la multitud cuando llegó al aeropuerto de Ankara, refiriéndose a los informes de los observadores extranjeros.
"No vemos, oímos ni reconocemos los informes políticos que preparáis", dijo después en el Palacio presidencial.
Seguiremos nuestro camino. Hacemos oidos sordos. Este país ha llevado a cabo las elecciones más democráticas; algo jamás visto en Occidente.
La misión del equipo de observadores electorales, compuesto por miembros de los 47 países del Consejo de Europa -el principal órgano de derechos humanos del continente- sostiene en su informe que el referéndum se celebró en condiciones de competencia desigual. El apoyo a la campaña del "Sí" dominó la cobertura de la campaña, y las detenciones de periodistas y el cierre de medios de comunicación silenciaron otras opiniones, según los observadores.
En general, el referéndum no cumplió con las normas del Consejo de Europa. El marco jurídico era insuficiente para la celebración de un proceso genuinamente democrático,
Sostiene Cezar Florín Preda, jefe de la delegación.
Si bien los observadores no tienen información de que se haya producido fraude, la decisión de última hora de las autoridades electorales turcas de permitir que las papeletas sin estampación oficial se contaran como válidas minaron una salvaguarda importante y contradien la ley electoral turca, aseguraron.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía rechazó las críticas de los observadores por carecer de objetividad e imparcialidad.
El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que había tomado nota de las preocupaciones de los observadores europeos y que espera con interés un informe final, instando al gobierno turco a proteger los derechos y libertades de todos los ciudadanos, al margen de lo que votaran.
Erdogan, un gobernante populista con un pasado de militancia en partidos islamistas, ha gobernado desde 2003 sin un rival considerable, mientras que su país surgió como una de las potencias industriales de más rápido crecimiento en Europa y Oriente Medio.
Turquía también ha estado en los últimos años en el epicentro de los asuntos mundiales, ya que dispone del segundo ejército más grande de la OTAN, ubicado en la frontera con las zonas de guerra de Oriente Medio, desde donde huyen millones de refugiados hacia Europa y cuyo control está en manos del gobierno dirigido por Erdogán.
El presidente turco ha prometidi que la reciente incursión de Turquía en el norte de Siria no sería la última aventura de este tipo en la región, y dijo que llevaría a cabo tantas operaciones militares como sea necesario, y cuando sea necesario, en su lucha contra el terrorismo.
Los dos principales partidos de oposición han criticado el referéndum, diciendo que ha sido profundamente defectuoso.
El Partido Democrático de los Pueblos, que representa a la oposición izquierdista pro-kurda, dijo que presentado una denuncia sobre las papaletas no estampadas que afectan a 3 millones de votantes, más del doble del margen de la victoria de Erdogan.
La principal oposición secularista del Partido Popular Republicano dijo que aún no está claro cuántos votos se vieron afectados.
"Por eso la única decisión que pondrá fin al debate sobre la legitimidad (del voto) y aliviará las preocupaciones legales del pueblo es la anulación de este referéndum", dijo el vicepresidente del partido, Bulent Tezcan.
El presidente Erdogan sobrevivió a un intento de golpe de Estado el año pasado, a lo que respondió con una ola de represión, encarcelando a 47.000 personas y destituyendo o suspendiendo más de 120.000 funcionarios como maestros, soldados, policías, jueces u otros profesionales.
Los cambios constitucionales aprobados el domingo podrían mantenerlo en el poder hasta 2029, convirtiéndolo fácilmente en la figura más importante de la política turca desde que el fundador del Estado turco, Mustafa Kemal Ataturk, construyó una nación moderna de las cenizas del imperio otomano después de la Primera Guerra Mundial.
El resultado desencadenó un repunte del 2% en la lira turca desde su cierre la semana pasada.
Alemania, hogar de varios millones de turcos, dijo a través de sus representantes diplomáticos que era responsabilidad de Erdogan curar las heridas que la votación había generado.
"El apretado resultado del referéndum muestra lo profundamente diversa que es la sociedad turca y eso significa una gran responsabilidad para el liderazgo turco y para el presidente Erdogan personalmente", dijo la canciller Angela Merkel y el canciller Sigmar Gabriel en una declaración conjunta.
Las relaciones con Europa se tensaron durante la campaña del referéndum, cuando Alemania y los Países Bajos prohibieron a los ministros turcos organizar mítines políticos. Erdogan provocó una severa respuesta alemana al comparar esos gestos con las acciones de los nazis.
Tras los cambios aprobados, la mayoría de los cuales sólo entrarán en vigor después de las próximas elecciones, que se producirán en 2019, el presidente nombrará al gabinete y un número indefinido de vicepresidentes, y podrá seleccionar y destituir a altos funcionarios sin aprobación parlamentaria.