Gideon Levy, columnista de Haaretz, escribió en su último artículo de opinión que “un Estado que celebra sus 50 años de ocupación es un Estado que ha perdido la dirección, su capacidad de distinguir el mal del bien.”
Utilizando su típica honestidad dura, el periodista israelí argumentó que Israel debe lamentarse por el hecho de que está tan corrupto como todos los países ocupadores.
El escritor israelí dijo esto en base a 1967, marcado por lo que ahora se conoce como la Guerra de los Seis Días. Ahora mismo se celebra en Israel su año de jubileo: en realidad, se cumplen 50 años del mayor desastre judío desde el Holocausto y 50 años desde el mayor desastre palestino desde la Nakba de 1948. Según Levy, para los palestinos es el jubileo de su segunda Nakba y, para los palestinos, su primera.
Claramente, es la historia de dos jubileos de oro. En lugar de celebrar el 50 aniversario de la “liberación” de los territorios (ocupados), Levy sugiere que Israel debería recordarlo como un desastre. Al igual que fue un desastre para los palestinos – que continúan sufriendo las consecuencias – fue un desastre fatídico también para los judíos e Israel.
La pregunta más importante que se hace Levy es qué se celebra exactamente. ¿Son los 50 años de derramamiento de sangre, abusos y sadismo? ¿De la ocupación perpetua? ¿Del establecimiento de un régimen de apartheid? ¿De los bloqueos? ¿Del lenguaje de la fuerza?Son cuestiones que pretenden perturbar, provocar y desafiar a las nociones de “victoria”, “milagro” y “reunificación”. Apodada por los propagandistas israelíes como la madre de todos los jubileos y en sintonía con el extenso programa de propaganda del régimen, internet está repleto de giras promocionales para unirse a las celebraciones.
La historia oficial de Israel sobre su ocupación y política de asentamientos contrasta totalmente con la situación legal. Mientras que la ley internacional define tanto la ocupación como los asentamientos judíos como ilegales, Israel los celebra y, sorprendentemente, sigue desafiando las convenciones aceptadas y los valores civilizados.
Una de los principales miembros del gabinete de Netanyahu, la viceministra de Exteriores Tzipi Hotovely, simboliza esta desconexión flagrante entre la ley y la anarquía. En una reunión reciente con el personal del ministerio, imaginó la celebración del jubileo como una gran exhibición permanente que destacaría la conexión israelí con Cisjordania, bajo el título de “Regreso a casa” o “Regreso a la patria judía”. Gran opositora al Estado palestino, Hotovely espera que espera que sus empleados en los organismos diplomáticos – entre ellos el embajador estadounidense en Sudáfrica, Arthur Lenk, y el embajador australiano en Londres, Mark Regev – sigan sus órdenes. Sin duda, lo harán.
Se necesita alterar mucho la realidad para convencer al mundo de que los asentamientos son “morales, justos y legítimos”. Tal alteración entra en conflicto con la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU, que declaró que los asentamientos “no tienen validez legal”.Por lo tanto, la consternación de Gideon Levy es comprensible, ya que la “celebración” israelí pretende descartar la noción de que su presencia sea una ocupación.
A medida que el debate aumenta, ya está a punto el proyecto para la ceremonia oficial en el asentamiento ilegal de Gush Etzion, en la Cisjordania ocupada. El ministro de Educación Naftali Bennett, de extrema derecha, justificó la enorme inversión en este aniversario como una necesidad de celebrar la “gloriosa victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días y la liberación de Judea y Samaria [Cisjordania], los Altos del Golán y el Valle del Jordán.”
En cuanto a la historia de los dos jubileos en el marco de la falsa euforia de Israel, el periodista palestino Ramzy Baroud recuerda los trágicos aniversarios de Palestina y crea un argumento convincente para reescribir un discurso unificado:
“Ahora existen varias representaciones palestinas de la historia de su conflicto con Israel, pero la verdad es que solo puede haber una manera de entender el llamado conflicto – y es la que comienza con los asentamientos sionistas en Palestina y con el colonialismo británico hace 100 años.”
Controlar a millones de personas durante 50 años, privarlas de sus derechos, atacar su dignidad, encarcelarlas y torturarlas, matar a hombres, mujeres y niños, retener sus cuerpos sin vida, lanzar bombas sobre sus hogares, escuelas y hospitales; esta lista de perpetraciones israelíes parece interminable. Sin duda, no es una causa razonable de celebración.