La región de Palestina conocida como Cisjordania está ocupada ilegalmente por Israel desde junio de 1967. A pesar de la propaganda del régimen, que pretende redefinir el territorio como un simple terreno “disputado”, la realidad del derecho internacional respecto a este tema es clara.
Aunque nos alimentan a base de una imagen consistente – aunque falsa – de la democracia de Israel, el régimen que se aplica en Cisjordania, y que controla la vida de más de 2,9 millones de palestinos, es, en realidad, una dictadura militar. Los palestinos viviendo bajo la ocupación no tienen derecho a voto en la Knesset (el parlamento israelí). La Autoridad Palestina apenas tiene atribuciones; es un títere del sistema sin ninguna autoridad real, la cual, en última instancia, está en manos del ejército israelí. La única entidad política con control real de Cisjordania es el gobierno israelí.
Los palestinos deben contar con el permiso de Israel para hacer las cosas más básicas de su vida, cosas que las personas con democracias reales dan por sentado, incluidos los viajes entre pueblos y ciudades, volar desde el aeropuerto de Ben Gurion o cruzar la frontera hacia Jordania, el país vecino. Que estas cosas estén permitidas o no depende muchas veces del capricho de los soldados israelíes o de las agencias de inteligencia hebreas.
Además, los palestinos de Cisjordania viven bajo un régimen de apartheid. No se trata de una mera analogía con la Sudáfrica del pasado; es un hecho objetivo observando las leyes de Israel. Desde luego, hay muchos paralelismos con ese otro régimen supremacista blanco (así como varias diferencias importantes), y muchos veteranos de la lucha anti-apartheid de Sudáfrica, entre ellos el ex arzobispo Desmond Tutu, han llegado a decir que, en ciertos aspectos, la situación es peor en Palestina.
Cuando es aplicable en Cisjordania, la ley civil israelí sólo se aplica a los colonos judíos ilegales que, durante décadas, han colonizado los hogares y los territorios palestinos, despreciando el derecho internacional. Mientras tanto, todos los palestinos de Cisjordania están sujetos a los tribunales militares de Israel, a los que casi nunca se someten los israelíes judíos.
La “justicia” militar expelida por estos tribunales no es justicia en absoluto. Los tribunales tienen una tasa de condenas del 99,7%, lo que significa que los palestinos no tienen casi ninguna oportunidad de ser declarados inocentes. Por otra parte, los colonos y soldados israelíes suelen – literalmente – salir impunes de un asesinato cuando matan a civiles palestinos.
En cientos de casos actuales, el régimen de Israel también practica las llamadas “detenciones administrativas” de palestinos, reteniéndolos en prisión durante un periodo indefinido sin cargos o juicio, basándose en “pruebas” secretas presentadas a un “juez” militar o por una agencia de inteligencia israelí. Como protesta por estas y otras injusticias, cientos de prisioneros políticos palestinos han organizado una huelga de hambre en las cárceles de Israel.
Incluso en los casos más ampliamente difundidos de palestinos asesinados a sangre fría en plena calle, los asesinos, si son judíos israelíes, se escapan de la justicia. En Febrero, el soldado israelí Elor Azarya recibió una sentencia simbólica por homicidio: probablemente cumplirá menos de un año en prisión, mientras el primer ministro Benjamin Netanyahu podría incluso darle el indulto debido al enorme apoyo popular del que goza Azarya en todo Israel.
Azarya asesinó a un palestino herido disparándole en la cabeza con toda la tranquilidad del mundo, mientras el joven estaba tendido en el suelo. A pesar de ser algo típico en la forma en la que el ejército israelí actúa frente a los palestinos, este asesinato llegó a los titulares internacionales debido a que fue grabado por un voluntario palestino de B’Tselem, un grupo de defensa de los derechos humanos formado por árabes e israelíes. Muchos otros palestinos han sido brutalmente asesinados por Israel de una forma similar, y los medios internacionales no les han prestado ninguna atención. Esta vez se ha debido sólo a que Azarya recibiera una sentencia tan patéticamente indulgente.
Una parte clave de la dictadura militar de Israel en Cisjordania es la colonización gradual del territorio ocupado a lo largo de los años. Esto se está acelerando constantemente bajo el gobierno israelí más derechista de la historia.
Uno de los partidso de ultra-derecha que hay dentro de la coalición de gobierno es "Hogar Judío", dirigido por el ministro de Educación Naftali Bennet. Se trata de un colono fanático que declaró a Al-Jazeera que la ley internacional no importa porque el libro sagrado le da a Israel el título divino del derecho a todo el territorio de Palestina. Su partido siempre ha propuesto que Israel se anexione formalmente la Zona C de Cisjordania; sobre un 60% del territorio. Argumenta que la Zona C es más rural y, por lo tanto, menos densamente poblada por palestinos. Así, los palestinos podrían recibir el estatus de “residentes” sin poner en peligro la preciada “mayoría judía” que ansía Israel; “máximo terreno, mínimo de árabes” es un mantra del movimiento sionista.
La anexión formal de Cisjordania solía hacer fruncir el ceño de los miembros del liderazgo israelí. Por supuesto, el gobierno quiere anexionar el territorio, pero no desea la inevitable presión internacional de otorgar derechos igualitarios a los millones de palestinos de la zona. Sería un desastre para el proyecto sionista.
Pero ahora la anexión formal de la Zona C es cada vez más probable. A principios de este año, la Knesset reconoció formalmente varios asentamientos. Incluso algunos miembros de la élite liberal de Israel se están uniendo al programa de la ultraderecha.
En Diciembre, el escritor israelí A. B. Yehoshua declaró a Army Radio que Israel debía otorgarles a los palestinos de la Zona C “la ciudadanía total o parcial”. “No tiene sentido hablar de dos Estados”, afirmó.
Bennett respondió en Twitter que el escritor había “adoptado, en la práctica, el plan de soberanía que propuse en 2010”. Es una referencia a su plan de anexionarse la Zona C.
Todo esto expone la realidad en aumento de que ya existe un solo Estado en la Palestina histórica entre el Río Jordán y el Mar Mediterráneo, y es un Estado de apartheid gobernado solamente por Israel. La “solución de dos Estados” ha muerto, y es el momento de empezar a considerar cómo abolir el apartheid, y cómo la realidad de un único Estado en Israel-Palestina puede convertirse en una democracia genuina.
El Estado de Israel nunca aceptará esto voluntariamente, así que debe recibir presión del exterior. Podemos poner de nuestra parte apoyando al movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS); un movimiento al que Israel teme más que a nada.