Los ataques aéreos turcos la semana pasada sobre posiciones de las Unidades de Protección Popular (YPG) al norte de Siria y al noroeste de Irak, seguidas de varios enfrentamientos entre los guardas fronterizos turcos y las fuerzas de las YPG, han aumentado significativamente las apuestas para determinar el paisaje político de la región de mayoría kurda de Siria.
Mientras que, en los niveles operacionales y tácticos, los ataques turcos estaban claramente diseñados para dañar a las YPG y a su aliado político, el Partido de la Unión Democrática (PYD); en términos estratégicos, los ataques representan un mensaje claro para Estados Unidos.
Al noreste de Siria, EEUU ha establecido una alianza con las YPG y el PYD, ambos organismos inculados al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). El PKK está incluido en la lista de organizaciones terroristas tanto de Estados Unidos como de la OTAN.
El hecho de que Estados Unidos se vea obligado a alienarse con un movimiento que él mismo considera"terrorista" refleja, ante todo, la complejidad del conflicto sirio y la determinación de todas las partes participantes de controlar el resultado del conflicto en la esquina noreste de Siria.
Al menos en este conflicto específico, los planes turcos son radicalmente distintos de los estadounidenses, una divergencia importante que presenta una serie de escenarios volátiles. Las consecuencias predecibles son de dos tipos: uno, en el escenario sirio, es probable que Turquía se acerque aún más a Rusia e incluso a Irán. Dos, en un escenario estratégico más amplio, este desacuerdo turco-estadounidense podría extenderse a otros ámbitos, debilitando la posición de Turquía en la alianza de la OTAN.
El PKK en Siria
En el noroeste y el centro-norte de Siria, las zonas bajo el control de las YPG y el PYD suelen denominarse “Rojava”. Mientras que los periodistas y activistas pro-kurdos de Occidente lo presentan como un paradigma de democracia, equidad económica e igualdad de género, la verdad es que “Rojava” es la encarnación de la ideología del PKK. Combina interpretaciones selectivas del marxismo, una lectura quijotesca de la globalización y, por encima de todo, el militante nacionalismo kurdo para proyectar una fuerza ideológica potente.
No es de extrañar que los europeos y norteamericanos idealistas se sientan atraídos por esta ideología y viajen a las áreas controladas por las PYD para luchar contra el Daesh.
Esta afluencia no se limita sólo a los occidentales idealistas, sino que también incluye a personas de todos los rincones del globo. La intrigante historia de Amir Qobadi, un iraní no kurdo de Mashhad que murió luchando por las YPG en Kobane, ilustra la profundidad y la amplitud del llamamiento ideológico del PKK.
Desde una perspectiva estatal turca, la emergencia de un proto-Estado kurdo en su frontera sur constituye una provocación peligrosa. La fuerte conexión del PKK con las YPD garantiza una polinización cruzada de amenazas transnacionales, impulsadas por la ideología y el irredentismo étnico. El hecho estratégico ineludible es que, a medida que Rojava se fortalece en Siria, también lo hace el PKK en Turquía, con consecuencias negativas para la seguridad nacional turca.
¿Un nuevo enfoque turco?
Los ataques aéreos de la semana pasada representan una intensificación de una estrategia turca integral de contener a las YPG y al PYD. La dimensión militar está planteada, como demostró la “Operación Escudo de Éufrates”, ya concluida.
El aparente éxito de “Escudo de Éufrates” - en la medida en la que cumplió los objetivos de expulsar al Daesh de importantes puntos fronterizos en el noroeste de Siria, además de contralar el avance hacia el oeste de las YPG – crea una plantilla irresistible para las futuras invasiones turcas en territorio sirio.
La profundidad y la duración de las futuras intervenciones dependerán de la gravedad de la amenaza planteada por las YPG. Bajo condiciones extremas, Turquía podría desplegar a sus fuerzas de forma casi permanente, aunque sólo fuera para presionar a otras potencias clave para moderar las expectativas kurdas en Siria.Pero las dimensiones políticas y diplomáticas de la estrategia turca son igual de importantes. Estas se basan principalmente en la alianza de Turquía con los kurdos iraquíes, en particular con el Partido Democrático de Kurdistán (KDP), en Erbil, y las fuerzas Peshmerga bajo su control. Esta alianza garantiza al menos que las YPG no consoliden su presencia en Irak.
Sin embargo, varios milicianos de la organización principal del PKK mantienen una presencia asediada en la zona de las montañas de Sinjar. Esta fue la justificación ostensible de los ataques turcos en la zona la semana pasada, que también provocaron involuntariamente víctimas en los Peshmerga del KDP.
En cuanto a la disputa con Estados Unidos, la centralidad de la amenaza de YPG-YKK para la seguridad nacional de Turquía significa, esencialmente, que Washington califica su apoyo a los kurdos sirios o que corre el riesgo de una escalada más profunda y amplia con Ankara.
Merece la pena considerar este asunto desde un punto de vista histórico. Turquía ha sido un importante aliado de EEUU y un miembro leal de la OTAN desde comienzos de los 50. La localización crítica del país en el cruce entre Europa y Asia ha requerido de la formación de una defensa estructural y de lazos de seguridad con Europa y Estados Unidos.
Dicho esto, estos lazos se han ido erosionando desde principios de 2003, cuando Turquía se negó las solicitudes estadounidenses para utilizar territorio turco como plataforma de lanzamiento para invadir el norte de Irak. Esta disputa con Washington es una demostración de la independencia turca y de la resolución estratégica que, inevitablemente, tendrá un impacto en las relaciones más amplias del país con la alianza militar occidental.