El ministro de Educación de Israel, Naftali Bennett, ha demostrado en varias ocasiones su facilidad para señalar las supuestas diferencias de opinión y política en lo tocante a las referencias de Benjamin Netanyahu sobre la solución de los dos estados. Ha vuelto a demostrarse durante la Jerusalem Post Conference en Nueva York el domingo pasado, durante la cual Bennett reiteró su rechazo un Estado palestino e insistió en que el primer ministro israelí "debería compartir nuestra percepción de que entre el mar y el río (Jordán) no se alzará un Estado palestino ".
Israel National News publicó extractos de los comentarios de Bennett, que mostraban tanto el contexto de la próxima visita de Trump a Israel como la manipulación de los conceptos de unidad y coexistencia pacífica. Por el contrario, la visión de Bennett surge de la división, la aniquilación y la agresión, y anula cualquier referencia a los ideales vagos que en cualquier caso se han convertido en meros adornos en esta hipérbole diplomática corrupta.
En su oposición a un Estado palestino, Bennett intentó tergiversar la historia de la colonización israelí de Palestina, afirmando que permitir un Estado palestino, es amenazar "nuestra propia existencia". La alternativa, según Bennett, es "aprender a convivir". Hay una indicación astuta del proceso, aunque sólo puede ser comprendido dentro de los parámetros de la violencia colonial. Si se deja a un lado toda proyección, es evidente que los palestinos han aprendido y experimentado lo que ha supuesto la "convivencia" con sus colonizadores, desde la limpieza étnica y las desapariciones hasta el desplazamiento forzoso y la creación y perpetuación constantes de una población de refugiados .
La idea de "Vivir juntos" se ha adaptado a los propósitos de Bennett y Netanyahu. A pesar de sus diferencias públicas de opinión, ambos tienen como ambición final la desaparición total de Palestina. Bennett ha abogado por la anexión del Área C en la Cisjordania ocupada, mientras que Netanyahu ha confiado en el ciclo de negociaciones para expandir la construcción de asentamientos y privar aún más a los palestinos de sus tierras. Otra versión del "Vivir juntos" la ofreció en el pasado el antiguo líder de colonos Dani Dayan, ahora Cónsul General de Israel en Estados Unidos, que cree que "los asentamientos son legales, legítimos y necesarios para la paz". No hay ningún tipo de desacuerdo en lo que espera alcanzarse, incluso si los líderes israelíes han optado por articular su idea de cómo destruir de Palestina a través de diferentes frases e intenciones.
Huelga decir que cuando Palestina es infrarepresentada por la marioneta de la comunidad internacional, la única fuerza posible contra la violencia israelí está en los mismos palestinos. En su última reunión con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, optó por promover la solución de dos Estados, exigiendo que Israel reconozca el Estado de Palestina "como reconocemos el Estado de Israel". Debe dejar de usar el "nosotros" real para promover su propia disposición a aceptar las demandas israelíes, tales como el rechazo al derecho palestino de retorno, por ejemplo, que parece ser un acuerdo silencioso entre Israel y la AP. Este punto de vista también lo repitió Bennett en su discurso en la conferencia de Nueva York, en la que se opuso a un Estado palestino, ya que "inundaría Israel con refugiados".
Al acercarse la visita de Trump al estado sionista, la historia y la dinámica actual entre Israel y la Autoridad Palestina parecen haber preparado las bases para el adagio perpetuo de las negociaciones "sin condiciones previas". Entre Bennett y Abbas, no hay necesidad de que las negociaciones se utilicen como pretexto, y mucho menos pretender cualquier apariencia de utilidad. La fusión de las objeciones sobre el derecho de retorno palestino lo dice todo, lo que hace aún más urgente una alternativa política para y por los palestinos.
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